Jueves 05 de abril de 2018
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En los años 70 del siglo pasado, se fue configurando una nueva concepción de polÃtica exterior basada en la visión de don Luis Fernando Guachalla: "Bolivia, paÃs de contactos y no de antagonismos". Se añadió que también es un paÃs de gravitaciones múltiples, porque proyecta y recibe influencias en los cinco paÃses con los que limita. Hay una realidad geográfica: Bolivia, en la parte occidental, gravita hacia el océano PacÃfico, a través de Perú y Chile, el Noreste hacia el Atlántico, por ser parte de la AmazonÃa, y el oriente y el Sureste, hacia la Cuenca del Plata que comparte con Argentina, Brasil Paraguay y Uruguay.
Infortunadamente, los tiempos han cambiado. La diatriba ha remplazado al trato respetuoso en nuestras relaciones internacionales, creando antagonismos. Se cree que, con esta conducta, se consiguen réditos, cuando en realidad solo se es visto como el dÃscolo desenfrenado, arropado en su debilidad.
No hay boliviano que no sienta la dolorosa herida que dejó la guerra del PacÃfico con la pérdida del Litoral. Desde entonces, se exige a Chile una vÃa de acceso soberano al Océano PacÃfico, aunque sobre la ubicación y forma de ese acceso no hubo, ni hay, consenso. Y en esta porfÃa, ahora se apela a la demagogia, y se descuidan opciones de salida para las regiones que no gravitan hacia el PacÃfico. Esto sucede con el Oriente y el Sudeste del territorio nacional, inclinados hacia la Cuenca del Plata y, por otro lado, con el Noreste hacia el Amazonas. Ciertamente no se trata de elegir, todas las opciones son vitales.