Así titula el libro recientemente publicado por el periodista Carlos Valverde, Editado en Santa Cruz por la Editorial El País. Lleva en la tapa un retrato rústico de la heroína o anti heroína, Gabriela Zapata, con una expresión de picardía irónica en la mirada y una leve sonrisa de Gioconda en los labios. Fue aquello una trama de suspenso desarrollado en capítulos sucesivos de telenovela; mantuvo en vilo un buen tiempo la expectativa pública. El subtítulo, en letra más pequeña, se refiere indudablemente al contenido y al efecto político que provocó, dice: "El zapatazo que hirió al poder".
Es un ensayo testimonial que repasa la historia. Irrumpió con fuerza en el mercado de best sellers por la doble vía comercial: original y pirata. En un par de días se agotó la venta en las tiendas y apareció profusamente distribuido en los puestos de venta callejeros; mucho más barato, obviamente. Una primera impresión es que el tema sigue latente, tal vez sea porque quedaron muchos capítulos aún no esclarecidos o enredados; relacionado, sobre todo, con aquella fecha emblemática del 21 de febrero.
El título es de por sí llamativo; con la variación del nombre, es el mismo que utilizó el escritor argentino Tomás Eloy Martínez: "Santa Evita" (1995), la novela más traducida en la historia de la literatura argentina. "Es una mezcla de hechos reales y de ficción", dice un crítico. Evita fue una gran líder política, aclamada y venerada por la clase social de los "descamisados", en la Argentina de su tiempo. Se ha dicho que Martínez "pertenece a la categoría de los autores que convirtieron el periodismo en obra literaria y la literatura en deudora del mejor periodismo". Es sin duda uno de los valores más altos de las letras latinoamericanas, ganador del premio internacional de novela Alfaguara en 2002, con la novela El vuelo de la reina.
Entonces uno se pregunta, ¿Qué semejanza puede existir entre una y otra? ¿O en qué consiste la "santidad" de Gabriela Zapata? Si no se ha utilizado el símil por interés puramente comercial, alguna explicación debe de haber. Zapata, según se dijo públicamente, fue la enamorada de Morales y aprovechó esa relación sentimental para gestionar contratos millonarios para la empresa china CAMC. Al menos esa es la hipótesis más plausible que ha quedado. Cuando se investigue a los principales involucrados: Morales, Quintana y CAMC, se sabrá algún día la verdad.
Sobre lo ya conocido, el libro no aporta ninguna novedad importante, aunque el autor dice que "permitirá despejar dudas y certezas sobre la corrupción en el gobierno de Evo Morales". Pero su revelación fue una bomba que tuvo su tiempo. La lógica inmanente permite columbrar que hubo en verdad un tráfico de influencias. El 21 de febrero no inclinó la balanza electoral Gabriela, como se ha repetido tantas veces, pero ciertamente le despojó a Morales el aura mítico con que gobernó hasta entonces, para verlo al hombre sobre la tierra, tan igual como a cualquier otro.
(*) Escritor, miembro del PEN Bolivia
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