La profesión del periodista está matizada por muchas dificultades, aunque la vocación de servicio que posee cada uno de sus componentes sabe superarlas con paciencia, respeto y consideración por quienes son causantes de esas dificultades. Una de ellas es, el hecho de que hay algunas autoridades, creídas e insimismadas por el cargo que ejercen, que se sienten incómodas por los requerimientos de información que demanda el periodismo.
Si el periodista no preguntara, no inquiriera, no fuese insistente y consubstanciado con su profesión; si no requiriera que las autoridades respondan a preguntas y así pueda informar al público, no habría necesidad de que hayan medios de comunicación - prensa, radio, televisión, etc. -. El mundo, como decía Gracián, "estaría a oscuras" y nadie se enteraría de nada y, en muchos casos, no tendría material para que la información publicada sea tema para comentarios, para tratarla editorialmente, para análisis de escritores y columnistas; en pocas palabras, no serviría para que el lector que no escribe ni se comunica vea que hay coincidencias con sus pensamientos y criterios en los periodistas que cubren fuentes y, en la mayoría de los casos, muestran realidades y hasta las comentan.
¿Quién les habrá dado poderes especiales y absolutos a algunas autoridades que se creen con el derecho de "incomodarse" con los periodistas al no gustar de las preguntas que se les hace? ¿Quién les dijo que las funciones que deben cumplir en el cargo que tienen no incluye atención a la prensa y sus requerimientos para información a la colectividad nacional y extranjera? ¿Desde cuándo existe el criterio de que el periodista debería inquirir al entrevistado y saber qué es lo que "le gustaría que se le pregunte", qué es lo que no lo incomodaría? ¿Qué puede y debe saber el público y cuánto de lo expresado por el entrevistado o autoridad es "conveniente" para el gobierno y su partido?
Autoridades, dadas las funciones que tienen, deben cumplir sus deberes y no inquietarse o molestarse o incomodarse con lo que se diga y luego se publique. La autoridad, si no quiere decir nada, tiene el idioma para indicar simplemente que no puede hacer declaraciones o que ignora el tema sobre el que se le preguntó o, finalmente, si no sabe, decir francamente que para próxima oportunidad tendrá las respuestas correspondientes. El periodista no hará objeción alguna ni reclamará nada porque sabe entender las diversas situaciones; pero, ¿qué sería si el periodista se molesta y se "incomoda" efectivamente con impertinencias o reclamos que no corresponden?
Las autoridades están para servir, no para servirse del cargo o hacer ostentación de él; no están para demostrar orgullo o pedantería para señalar que es "autoridad" cuando la realidad en muchos casos, muestra que no lo es por su falta de criterio, educación y respeto; por no considerar que la prensa es medio de comunicación de todos y para todos en cualquier parte.
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