Lic. Tatiana Mónica Siles Toro - Exclusivo para Tu espacio
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Cuando la conocà no pesaba más de 45 kilogramos, lucÃa pálida, con una expresión como si se encontrara adormecida, en trance. Sus tristes ojos intentaban olvidar la pesadilla que habÃa vivido y que sin embargo debÃa recordar dÃa a dÃa, si al menos pretendÃa que la justicia actuara sobre su agresor y este no quedara impune, sin castigo por un crimen que logró espantar a la muerte por esos milagros que solo son explicables gracias a un acto de fe.
Su agresor, el hombre que alguna vez la habÃa amadoÂ? ¿Realmente la amó algún dÃa?
Hubo muchas señales previas que podÃan haberla alertado: Las peleas frecuentes, los gritos, el pesado candado con que alguna vez la hirió en la cabeza... recordaba haber escapado llorando a la casa de su suegra, donde solo encontró recriminación: "seguramente ella habÃa provocado la furia de su esposo por caprichosa". La tensión diaria y los múltiples golpes provocaron una embolia y a pesar de tener la mitad del cuerpo paralizado fue acusada de "floja" sin considerar que mientras estuvo sana, ella siempre trabajó para llevar el pan a su hogar. Cada vez que algo sucedÃa, invariablemente ella era la culpable, según la numerosa familia del esposo.
Apenas se habÃa restablecido de su larga enfermedad, decidió divorciarse. HabÃa transcurrido un tiempo en que creyó estar a salvo, cuando una noche fatÃdica recibió las veintisiete puñaladas que maltrataron su frágil cuerpo, dejando pulmones e intestino perforado. Fueron producidas por un cuchillo de cocina con el que el hombre la habÃa herido frente a su propia niña, que acababa de cumplir solo ocho años.
Cada herida, cada insoportable dolor, las múltiples operaciones durante meses para salvarle la vida, su lamentable estado de salud, la falta de recursos, nos brindan una leve pincelada del calvario por el que Zulema Mamani Valeriano atravesó. ¿Atravesó? No. La agonÃa continúa.
Zulema no duerme y cuando habla, lo hace muy bajito debido a los pulmones irreversiblemente dañados, nos cuenta con terror que el criminal ha solicitado detención domiciliaria. ¿Adivinan dónde vive? En el barrio de Zulema, muy cerca de su hogar�.
Esta mujer jamás recuperará la salud completamente y la niña que fue testigo del ataque criminal nunca volvió a ser la misma criatura feliz e inocente que algún dÃa fue.
La historia descrita es real y sucedió en nuestra ciudad, esta vÃctima del machismo y la ignorancia es solo una de las muchas que hoy sufren la misma tortura, pero no sobreviven para contarlo.
Algunas, incluso si sobreviven, no tienen el valor para denunciarlo por miedo a perder la vida.
Solo un acto de justicia logrará devolver a estas personas al menos la dignidad y la paz perdidas.
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