Algún elemento oculto hay en esa actitud desaprensiva. En lugar de esperar con serenidad el resultado, les escuece la lengua para decir cualquier cosa. En el mejor de los casos, lo que decida el tribunal no es el fondo del problema. A estas alturas, parece bastante claro que a la hora de tocar ese "fondo" es necesario contar con un nuevo líder calificado por su idoneidad diplomática. Entre los que fueron a Holanda, como turistas o como "expertos", ninguno reúne esa condición.
Por más que se diga, el mar no está a la vuelta de la esquina, como se pretende hacer creer. Si se revisa un poco la historia, se encuentra uno con la tradicional incompetencia de la diplomacia boliviana. Casi en un siglo y medio no hemos podido aprender la sagacidad ni la templanza. Chile no ha pensado nunca en escindir su territorio para darnos salida por donde antes era nuestro, pero seguimos machacando con la reivindicación. Arica es la única posibilidad negociable, sin embargo se ignora olímpicamente al Perú. Chile no puede disponer unilateralmente del corredor, tampoco aceptó la contra propuesta peruana. Así murió la flor en Charaña (1975).
El diálogo que no pudimos entablar por nuestra cuenta, hemos ido a buscar hasta Holanda, bajo la garantía paternalista de la CIJ; todos los políticos aplaudieron la iniciativa, pero no se sabe qué piensa la oposición ciudadana. La que ha ido a La Haya es la que habitualmente actúa como aliada del gobierno. ?ste cree que por añadidura se ha logrado la unidad del país. Todos los gobiernos hicieron lo mismo; a todos les sirvió el mar. La maniobra política utilitaria es la misma.
Se dice que el diálogo servirá para negociar. ¿Pero negociar qué cosa? Por no enredarse con un principio universal de la respetabilidad de los tratados, Bolivia repite que no plantea la revisión del tratado de 1904. Un jurista de La Haya preguntó a Mesa qué debe entenderse entonces por "soberanía", y el interpelado evadió la respuesta. No se podrá evadir indefinidamente. Tampoco son muchas las opciones. En Todos Santos rifamos malamente la otra; la del apoyo multilateral que se logró en la IX Asamblea de la OEA en 1979. A juzgar por sus resultados, así sea para los malos de la película, fue el golpe más exitoso de la historia: Pinochet, Banzer y Paz Estenssoro lograron sus objetivos. La que perdió fue Bolivia. Esa clase de élite política hemos tenido.
El diálogo directo y el apoyo multilateral, fracasaron de esa manera. Ahora con la posta en ejercicio de los abogados la perspectiva es brumosa. Chile ya adelantó que nadie le obligará a dialogar el tema de mar con soberanía. Pero el principal "estorbo" para un posible nuevo contacto diplomático con Chile es Morales, según manifestó el ex presidente Jaime Paz. A su pasada actuación negativa se suma el invariable discurso populista (no tiene otro). Escucharlo resulta irritante para los gobernantes del Mapocho.
(*) Escritor, miembro del PEN Bolivia
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