Hablar de San José en marzo, es un tema obligado, aunque bastante olvidado. Es conocido como «el Santo del silencio», pues no se conocen sus palabras, sino sus obras, su labor de cabeza de la Sagrada Familia y padre nutricio del Redentor. Cumplió el mandato del profeta: «sean pocas tus palabras», silencio integral que no significa mutismo, sino un ser profundo y reflexivo que piensa antes de tomar decisiones.
La doctrina católica enseña que San José, es después de la SantÃsima Virgen MarÃa, el mayor de los santos. San Bernardino de Siena afirma que el humilde carpintero de Nazaret sobresale en gracia y en bienaventuranza por encima de los patriarcas, de los profetas, de San Juan el Bautista, de San Pedro, de San Pablo, de todos los Apóstoles, santos mártires y doctores de la Iglesia (Sermón I sobre San José).
Santo Tomás de Aquino propone tres principios teológicos capitales para ayudar a interpretar la vida de los santos. El primero es, que cuando Dios elige a alguien para una misión especial en la Iglesia, él siempre prepara a esa persona con muchas gracias (ST III 98, 5 ad 3). San José recibió la gracia de saber discernir los mandatos de Dios. Los evangelios nos dicen que era un «varón justo» (Mt 1, 19) es decir un hombre santo, todo su ser está encauzado a cumplir el plan de Dios.
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La cooperación de San José en la obra de la Encarnación y la Redención es muy análoga a la de la Virgen MarÃa, su esposa. Razones de suma conveniencia motivaron la entrada de José en el núcleo del misterio de la Encarnación. Suárez decÃa que San José forma parte del orden de la Unión Hipostática (es decir, de la Encarnación); no del mismo modo que MarÃa ciertamente, de quien el Verbo asumió la carne, sino en cuanto se vio implicado en sus aspectos más Ãntimos.
San José, obedeciendo a Dios, custodiando a MarÃa y siendo padre de Jesús, «entró en el núcleo del misterio de la Encarnación». Como afirma San Jerónimo, era conveniente: (1) porque en la genealogÃa de Jesús debÃa aparecer el linaje de MarÃa; (2) porque los judÃos habrÃan apedreado a MarÃa, en caso contrario, como adúltera; (3) porque las pruebas y contrariedades primeras exigÃan que San José la protegiese y consolase; (4) porque Satán no debÃa saber que Jesús habÃa nacido de una Virgen. Esta última razón ya la habÃa mencionado San Ignacio Mártir.
Asimismo San Gregorio Magno y San Bernardo opinan que San José era necesario para testimoniar que Jesús habÃa nacido de una virgen, y San Efrén subraya que José evidencia el tÃtulo de Jesús como hijo de David, demostrando su linaje real.
Santo Tomás de Aquino observa que José aseguró la condición jurÃdica de Nuestro Señor, ya que la reputación y los derechos procedÃan del padre.
Es digno de destacar que después de la aparición del ángel en la Anunciación, los mensajes divinos referentes a la Sagrada Familia no fueron comunicados a MarÃa, sino a José, lo cual confirma que realmente era cabeza de familia.
El segundo lineamiento del Aquinate que nos ayuda a entender la santidad de José, es, que cuanto más uno se acerca al principio de la gracia, más recibe los efectos de ese principio (ibid., 5; véase también II-II 1, 7 ad 4). En el caso de San José, esto significarÃa recibir un océano de gracias porque vivió con Jesús, la Cabeza del cuerpo mÃstico, asà como con MarÃa, la Reina del cielo y la tierra, sin mancha de pecado. De lo que podemos deducir que José habrÃa sido inundado con gracia a lo largo de su vida, lo que le permitió vivir y merecer no sólo su propia salvación, sino también la salvación de los demás. Esta es la fuente de su papel especial en el cielo como patrono de la Iglesia Universal.
El padre Tomás Morales S. J. afirma: «Aquà está San José: anchas espaldas para el trabajo, no pierde ni un segundo, está siempre adorando, está siempre trabajando, está siempre solÃcito, cuidando de la Virgen y, sobre todo, de Jesús niño. No tiene un instante libre, no piensa más que en amar, adorar y en trabajar para ellos. Aquà está San José. Es el ministro de relaciones exteriores de la sagrada familia. Ã?l es el que se tiene que preocupar de todo en Nazaret, en los cuatro o cinco dÃas de camino hacia Belén, en la gruta de Belén, en Egipto después, en Nazaret y siempre relacionándose con todos».
Cuando Jesús comenzó su vida pública, ya no se habla de José, que para entonces habrÃa muerto, no se lo señala como asistente a las bodas de Caná. San Marcos, cuando se refiere a Jesús, lo nombra como hijo de MarÃa, pues seguramente ella era ya viuda; ya que, de otro modo, hubieran dicho que era hijo de José y de MarÃa. La gente de Nazaret, hablando de Jesús, dice: «¿No es este acaso el carpintero, el hijo de MarÃa?» (Mc 6, 3).
Como tercer razonamiento, Santo Tomás enseña que la virtud de la devoción -un aspecto de la virtud de que la religión es la voluntad de servir a Dios más fácilmente- se produce como resultado de la meditación y la contemplación (ST II-II 82, 3 ad 2).
Los fieles de toda condición hallan en las acciones de San José las normas de conducta adaptadas a su propio estado: nos da admirables ejemplos a todos los que estamos comprometidos en el apostolado: sacerdotes, monjes, religiosas, seglares; a los que respondiendo a la voluntad de Dios se disponen al matrimonio, o que ya están en ese estado, es modélico como marido, padre y educador. Los sacerdotes deben mirar a Jesús sobre los altares con la misma fe y piedad con que San José le miraba en el pesebre.
El Papa León XIII, en la encÃclica Quamquam pluries (15-08-1889), dice: «Las razones por las que el bienaventurado José debe ser considerado especial patrono de la Iglesia y por las que, a su vez, la Iglesia espera muchÃsimo de su tutela y patrocinio, nacen principalmente del hecho de que él es el esposo de MarÃa y padre putativo de Jesús... José, en su momento, fue el custodio legÃtimo y natural, cabeza y defensor de la Sagrada Familia... Es, por tanto, conveniente y sumamente digno del bienaventurado José que, lo mismo que entonces solÃa tutelar santamente en todo momento a la familia de Nazaret, asà proteja ahora y defienda con su celeste patrocinio a la Iglesia de Cristo».
(*) german_mazuelo_leyton@yahoo.com