Domingo 18 de marzo de 2018
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El agua es un elemento de incontestable relevancia en el campo ambiental, social y teológico, ya que el agua es sin discusión una fuente insustituible de vida, sustento de todo alimento, garantÃa de nuestra higiene y salud, de la economÃa y progreso de los pueblos, también como sÃmbolo de purificación.
El agua en su categorÃa de don primordial es limitada y si el manejo del agua es inapropiado, puede, paradójicamente, convertirse en factor de muerte, e inversamente, cuando el agua llega a su debido tiempo, en la medida proporcionada a la necesidad cotidiana y no ha sido dañada (contaminada) es el gran bien para la preservación de la humanidad.
El agua en la perspectiva importante de su visión social, es un bien destinado infaltablemente para todos los seres vivos, cuya privatización puede conducir al acaparamiento, por ello debe mantenerse en el ámbito público y es el Estado que debe ser el principal proveedor de los recursos económicos para garantizar una gestión integrada de equitativa distribución; estableciendo en este punto que el costo debe ser cubierto de acuerdo a las posibilidades de los diferentes segmentos de la población y nivel económico.
