Vencer desconfianza y apatía

Para el común de la gente, nuestras autoridades y para la clase política, los problemas cotidianos que confronta la mayoría de la población pasan inadvertidos y por lo mismo no entran en orden prioritario en las cargadas agendas de los responsables de trabajar por el bienestar común.

Hay de todo en la viña del Señor, la referencia es directa a la condición humana, a las diferencias sociales y las condiciones de vida de unos y otros, unos pocos con opciones de cierta seguridad por efecto de tendencias políticas, una gran mayoría admitiendo las circunstancias y luchando por vencer obstáculos que se presentan como producto de la desconfianza reinante, que además es causa de la apatía y al mismo tiempo de la indiferencia de pocos, insensibles ante los problemas que son parte de una vida de constantes sobresaltos.

El Sumo Pontífice tan conocedor de la realidad humana, de las características propias de muchas regiones, puede hacer referencia generalizada de los factores adversos, pero por sus insinuaciones francas y abiertas llegando de manera directa a ciertos gobernantes que no asumen responsablemente su deber de servir igualitariamente a los ciudadanos de un país. El Papa es muy claro cuando propugna "plantarse ante la mirada altanera, el comentario fugaz y desaprensivo de querer controlarlo todo, saberlo todo y devastar todo".

El Papa ha pedido detenerse ante la actitud de fomentar sentimientos estériles que brotan de la auto compasión, pide plantarse ante la vacuidad de lo instantáneo, lo momentáneo y fugaz que priva de las opciones de ver de manera directa una realidad que exige cambios humanos y sensibles a la vida humana.

Estamos viviendo el Tiempo de Cuaresma, tan especial para retomar el camino del bien y de la solidaridad y recargar la conciencia con mayor fe y sentimientos que nos acerquen a una realidad en la que se eliminen los egoísmos y las indiferencias y se avance en un camino de solidaridad humana, sensibilizando a quienes tienen el deber de ayudar y no lo hacen, olvidando sus obligaciones o direccionándolas de manera interesada, fuera del contexto de igualdad y de fraternidad, como establecen las condiciones de una práctica de vida sencilla, pero al mismo tiempo orgullosa de su principal pilar que es la fe en un Ser Supremo.

No hay que perder el seguimiento a las intervenciones frecuentes del Santo Padre de Roma, que mostrando preocupación por la humanidad ha condenado en muchas oportunidades el armamentismo, el hedonismo y el deseo nunca satisfecho de mayor poder y enriquecimiento, condena la falta de austeridad por parte de los que poseen mucho, sin comprender que hay mucha gente que no puede sobrevivir a la pobreza y la carencia de medios para enfrentar las condiciones de marcada desigualdad en regímenes de oprobio e injusticia.

En otra homilía de Cuaresma, el Papa Francisco ratifica que la Iglesia está al servicio de la comunidad y que no puede rehuir esa misión porque es parte válida de los mensajes evangélicos que Cristo proclamó e inculcó en su prédica y práctica para todos sus seguidores. Hay que vencer la desconfianza y la apatía, es el mensaje de este tiempo.

Fuente: LA PATRIA