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Miercoles 14 de marzo de 2018

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Suplemento Policial

Los convidados de piedra y otras pavadas

14 mar 2018

Demetrio Reynolds

Aunque los políticos son poco fiables, el asunto de La Haya es cosa seria. El Estado Plurinacional, a nombre de Bolivia, puso a la mesa la última carta brava. Ahora se espera el fallo con optimismo triunfalista. Por su parte, Chile ratificó su posición ya definida: "nadie nos obligará a negociar el mar; mucho menos con soberanía". Bolivia fue hasta Holanda en busca de diálogo y el Tribunal de la CIJ advirtió que no irá más allá de lo solicitado.

Entretanto, igual que ayer, el mar sigue siendo el recurso eficaz para simular la falacia de la unidad. La demagogia de la "diplomacia de los pueblos" y la incontinencia verbal han alargado más el camino; ahora estamos Tan lejos del mar, como nos dice desde el titular de su libro Robert Brockmann (2012); entre otras, a causa de que no tenemos definida una política de Estado; de tenerla, sabríamos por dónde queremos volver al Pacífico.

El Gobierno convocó este año a un grupo de opositores y oficialistas para formar la delegación que asistirá a los alegatos orales en La Haya, y demostrar que en Bolivia existe una gran unidad. La mitad de ellos sólo fue a sentarse, escuchar y guardar absoluto silencio. Los opositores son de esa derecha que tanto fustiga el jefazo. Nada que ver con los otros que le propinaron la amarga derrota del 21 de febrero. Don Jaime no quiso parecerse a los otros "ex". Cuando una cosa está mañosamente enlazada con otra, no compromete el deber de lealtad con nadie. Además, todo lo que cuesta la dignidad es demasiado caro. A ese precio ni el mar, habría manifestado don Jaime.

El sufijo "azo" significa dar golpe: mandoblazo, zapatazo, etc. Con el "banderazo", ¿a quién se habrá pretendido golpear? ¿A la CIJ para que su fallo sea favorable? ¿A Chile para que devuelva el Litoral? No hay todavía esa información. Entretanto, Paulovich cursó un memorial al Viceministerio Nacional de Disparates solicitando que lo registre en la lista de novedades estupendas y, de paso, se remita una copiecita a Ripley, el coleccionista de hechos singulares. El record mundial está por supuesto garantizado, ¿quién se atrevería a disputar el podio triunfal de semejante despilfarro?

Un psicólogo dijo que el "banderazo" es una aplicación del "reflejo condicionado" de Pavlov. El científico ruso descubrió que puede establecerse una relación entre dos objetos que funcionalmente el uno reproduce al otro. Es un mecanismo de asociación psicológica; por eso los comerciantes utilizan la figura de una azafata atractiva junto al automóvil o la cerveza que quieren vender. En el "banderazo" se buscó asociar el azul de la bandera masista con la causa marítima y de ésta a su vez, en el subconsciente colectivo, con el fogoso orador de La Apacheta. El propósito mayor era reparar la maltrecha imagen política del caudillo y morigerar su caída libre por la pendiente. ¿Se habrá logrado esa cara ilusión?

(*) Escritor, miembro del PEN Bolivia

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