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Domingo 11 de marzo de 2018

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Cultural El Duende

Herencias de la literatura boliviana

Maestros en nuestra evocación

11 mar 2018

Rodolfo Espinoza Aliaga (1927)

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(Primera de dos partes)

Recordar es vivir, es reseñar reminiscencias que marcan la ruta vital, aprehendiendo inolvidables enseñanzas que engarzadas coadyuvan en la institución de la personalidad. Hoy, un homenaje a los maestros que dejaron constancia en el ejercicio del apostolado pedagógico: Don Celestino Mirones, Natividad Miranda Bernal, Humberto Gómez Alcócer, José Rodríguez Narváez y Daniel Sánchez Jiménez, dignos misioneros de la mayéutica que constituyeron pilares fundamentales en la docencia.

CELESTINO MIRONES. (Conciencia de la naturaleza) Escribir sobre él es razonar sobre la tierra de cabecera de valle, con torrentes que bañan sembradíos y esbaran lamiendo verdosas rocas hacinadas a lo largo de sus lechos. Con "q´aralawas", "ch´ilkas", "chincherkornas", "chilijchis" y romazas en flor. Rinconadas donde molles, eucaliptos, cipreses, álamos y sauce llorones, cual enhiestos centinelas, vigilan el acontecer rutinario. La población es Tacopaya, capital de la Segunda Sección de la Provincia Arque, del departamento de Cochabamba. En la plaza se sitúan la iglesia y la escuela, hitos donde convergen los pobladores para elevar el "réquiem" a sus difuntos o para participar en la celebración de la fiesta santoral, heredad también para la algarabía de niños que acuden a la escuela.

Allí el maestro D. Celestino Mirones, patriota que, además de enseñamos el "abc" escolar, aspiraba a que fuésemos buenos soldados: nos mandaba hacer fusiles de madera para marchar por la más extensa arteria del pueblo, desde el molino hasta la plaza, con las "armas" al hombro.

En esta década del treinta, el pueblo soportaba con amargura los resultados de la Guerra del Chaco. A la conclusión de la contienda muchos hombres habían ofrendado sus vidas en el holocausto y los que quedaban buscaban trabajo en las ciudades. El área rural fue el lugar donde se alentó con mayor ardor el patriotismo.

Rememoramos la estampa de Celestino Mirones, su rígida enseñanza y su amor a la pródiga naturaleza la que nos mostraba en excursiones al campo. Por su vasto ejemplo, veíamos al profesor como un superhombre, un gigante seguido de diminutos seres que éramos nosotros: sus alumnos. Residí en aquella población de niño como resultado del trabajo del "pater familias", que era desplazado de una estación a otra como encargado de mantenimiento de la vía férrea en la Bolivian Railway.

NATIVIDAD MIRANDA BERNAL DE JAUREGUI (o el estudio, la familia y el deporte). Mi segunda maestra. Con cerca de cuarenta años de labor docente en las escuelas de Oruro. La conocí cuando ingresé a la Escuela Mixta Ferroviaria. Corrían los años 39, 40 y 41. Su nobilísima tarea nos conducía paulatinamente a la claridad científica, a la observancia de la moral y sometimiento a las buenas costumbres. Los maestros de antaño no conocían huelgas ni marchas de protesta; desarrollaban su apostolado ciertos en que debían moldear el carácter del hombre para hacerlo útil a la sociedad y a la Patria.

Quiso que sus alumnos triunfaran no sólo en el estudio sino en el deporte. Practicábamos en la cancha del International Sporting Club, hoy Urbanización "El Jardín". Un compañero de curso fue Ausberto García, aventajado jugador de fútbol quien, como recordaremos, formó parte del equipo boliviano de Fútbol que en 1963 obtuvo el campeonato sudamericano. Su hermana, Norah García, también alumna de la escuela, fue integrante del Equipo Bolivia de Basquetbol.

En 1941, la Gerencia de la Bolivian Railway obsequió una bicicleta al mejor alumno del establecimiento, actitud poco común en Oruro. Tuve el privilegio de aquel galardón en acto especial, con la presencia de pobladores de la zona, profesores y alumnos. Por mi parte, no sabía quién era el Gerente y tampoco sabía manejar bicicleta. A la profesora Miranda le cupo las palabras de agradecimiento. Ella nació el 25 de diciembre de 1912, matrimoniada con D. Víctor Jáuregui Maldonado, quien también dejó huella como eximio pianista, compositor y conductor de coros.

La profesora Miranda fue Directora del establecimiento y del Colegio Kennedy. Falleció el 23 de julio de 1994, a los 82 años.

HUMBERTO G�MEZ ALCOCER (disciplina y cumplimiento). Primer día de clases en la Escuela Mariscal Sucre de Oruro. Los alumnos en fila con los profesores a la cabeza. Recuerdo lo que la Directora, Sra. Celia Quesada, dijo al dirigirse a nosotros: "¡Pobre quinto curso, les toca con el Prof. Humberto Gómez!".

�l tenía una presencia particular porque había perdido el brazo derecho en el combate de Nanawa, Guerra del Chaco, a la que fue convocado cuando estudiaba Derecho en la UMSA. A su retorno se tituló como abogado y también como maestro. Fue director de los Colegios "Simón Bolívar" y "Casimiro Olañeta" y, catedrático de Gramática Española en el Instituto Politécnico de la UTO.

"El pobre quinto curso" de 1942 y el sexto de 1943 aprendió disciplina y cumplimiento con creces. Los lunes, el Prof. Gómez revisaba higiene. Los alumnos de pie, haciendo un círculo en el curso "totalmente desnudos", seguíamos su orden: "Señores alumnos, debo revisar higiene". Observaba nuestro cabello, los ojos, las orejas, dientes cepillados y uñas recortadas. Nos revisaba todo. Los chicos que no se habían bañado eran conducidos a las duchas de la escuela ubicadas en el segundo patio. Al vestirnos, revisaba si el pantalón tenía las rayas del planchado, el cuello de la camisa debía estar impecable, los zapatos lustrados, etc. Quien incurría dos veces en la falta de higiene, no sólo era conducido a las duchas sino que era sometido al chicotillo hábilmente usado por su mano izquierda al estilo saltimbanqui, con dos tiradores al frente: uno, que levantaba por los hombros y otro por los pies, quedando el "damnificado" en forma horizontal. Don Humberto Gómez fue un maestro virtuoso, estricto, incólume. Sus reflexiones estaban en todo momento y para toda oportunidad.

Cuando fungíamos como Secretario General de la UTO, un trámite administrativo lo trajo hasta mi oficina. Durante la conversación recordamos "lo que nos hacía en la escuela". Ambos sonreíamos, pero el suscrito, deudor agradecido, no tuvo más que decir: "De no haber sido por aquella exigencia, profesor, no habríamos comprendido el cumplimiento del deber".

Su pasión fue el Colegio Casimiro Olañeta, establecimiento creado por intelectuales soñadores como don Federico Albarracín, Manuel Sanzetenea, José Rodríguez Narváez y otros que, en noches de tertulia concibieron la idea de acoger en turno nocturno a los trabajadores que habían perdido oportunidad de completar estudios secundarios a consecuencia de la Guerra del Chaco. El lugar propicio fue "Los tres osos", local ubicado entre las calles Potosí y Murguía donde, a partir de las cinco de la tarde reunían trovadores, poetas y maestros que asentaron la idea de que nunca es tarde para estudiar.

Humberto Gómez Alcócer nació en Oruro el 11 de noviembre de 1911 y falleció el 12 de junio de 1987. El epitafio de su tumba resume su vida así: "Entregaste tu juventud a la patria, / entereza apostólica a los educandos / y una vida llena de desvelos a tu hogar".

Continuará

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