Enterado de la muerte del poeta español Gerardo Diego Cendoya el 8 de julio de 1987, el ensayista español Julián MarÃas evoca su figura con un recuerdo personal
¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...
Ese silencio habitual que caracterizó toda la vida de aquel profesor de Instituto, como Antonio Machado, como tantos otros de nuestros mejores escritores, contribuyó sin duda a la calidad e intimidad de su obra, e hizo que no fuera muy traÃda y llevada, lo cual es una bendición. Pero ha tenido un inconvenienteÂ? para los demás: y es que muchos no se han enterado de ella. Hay nombres que andan en todas las bocas y especialmente en las que hablan mediante los fantásticos aparatos de nuestro tiempo; y que están en todos los periódicos y revistas. Esos nombres son conocidos, familiares; se declara geniales a sus poseedores y eso se acepta, "se supone", sin que sea menester confirmarlo mediante la lectura. Asà se establecen escalafones y cuotas de popularidad.
No ha sido este el caso de Gerardo Diego. Los que leen poesÃa y entienden algo de ella saben, han sabido desde hace más de medio siglo, que Gerardo Diego era uno de los más grandes poetas de lengua española de este siglo, uno de los más creadores, innovadores, inventivos. Los poetas suelen ser precoces. He dicho a veces que si los poetas, por algún misterioso resorte de su corazón, murieran hacia los treinta años, este desastre no alterarÃa demasiado la historia de la poesÃa, a diferencia de lo que ocurrirÃa con otras disciplinas: la novela, el teatro, la historia, la filosofÃa. Hay poetas acabados, concluso antes de rebasar la juventud; otros siguen añadiendo obras valiosas, acaso de gran calidad, muchos años -es frecuente que nos interesen sobre todo porque son del mismo autor que compuso los poemas juveniles-; en algunos casos, y muy ejemplarmente en el de Gerardo Diego, la creación no se interrumpe.
Esto hace más doloroso que su obra -el conjunto de su obra- no sea conocida por los que deberÃan poseerla, sobre todo los jóvenes. Me habló muchas veces, en los últimos años, de una edición de sus obras completas, que esperaba, si no me engaño, con mucha ilusión. No ha llegado a verla. Claro es que sus antologÃas y libros sueltos bastan para conocer su poesÃa; pero sus obras completas descubrirÃan que era capaz de resistir esa prueba, que pocos escritores pueden pasar: la de la lectura continuada y total. En muchos casos se ve que han dicho pocas cosas y la repetición descubre sus lados flacos y engendra el hastÃo. No hay peligro de que eso suceda con Gerardo Diego, con una poesÃa de hoja perenne, de verdor perdurable.
Es el poema de su amor, de su gran amor de tantos decenios, que ve presentando sobria, púdica, se dirÃa silenciosamente, desde su nacimiento hasta la imposibilidad de su muerte.
¡Oferta!
Solicita tu membresÃa Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del dÃa en PDF descargable.
- FotografÃas en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.