Loading...
Invitado


Domingo 11 de marzo de 2018

Portada Principal
Cultural El Duende

La importancia de cuestionar nuestros preconceptos sobre educación

11 mar 2018

Erika J. Rivera

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Segunda y última parte

Creo que debemos tener claro que "la paideia es la perfección del espíritu", como dice Jaeger. "El pensamiento griego sobre el Estado conduce en última instancia a la creación de la idea occidental de la libre personalidad y humanidad, la cual no se basa en ningún estatuto de los hombres sino directamente en el conocimiento de la suprema norma". Esta suprema norma es el conocimiento. Paideia es un término vago, pero puede ser entendida como civilización, cultura, tradición, literatura y educación, pero hay que emplear todos a la vez para entender el término. Apoyándome en Jaeger, afirmo que paideia es el proceso de construcción consciente del ser humano, lo que más se acerca al idioma germano es Bildung, que en líneas generales significa formación. Los pensadores clásicos como Sócrates, Platón y Aristóteles atacan la indiferencia moral de la retórica y su puro formalismo. Curiosamente estas cualidades hicieron de la retórica un valioso instrumento para la lucha sin escrúpulos que es la vida política. Los clásicos por el contrario sostuvieron que la única retórica verdadera es la filosofía. Entonces la educación política es el ideal panhelénico: educar para la política.

Por todo lo expuesto, considero que en Bolivia debemos utilizar y aplicar estos argumentos porque la educación no es algo individual sino que pertenece por su esencia a toda la comunidad. La educación es el producto de la conciencia viva que rige una comunidad. Debemos aplicar en Bolivia una educación con conciencia de nosotros mismos en la búsqueda de transformaciones cualitativas para lograr convertirnos en sujetos libres, críticos y racionales para construir un mejor país.

A comienzos del siglo XX todos los autores importantes de Latinoamérica se percataron de que las normativas y los valores de la Ilustración tenían una vigencia muy relativa en los países del Nuevo Mundo. Por ello Alcides Arguedas y su grupo (Armando Chirveches, Alberto Gutiérrez y otros menos conocidos) prestaron atención a los vínculos entre libertad política y justicia social, entre progreso económico y educación pública, entre consolidación nacional y unificación regional. Según las reflexiones de Blithz Lozada Pereira, hoy ya no se puede pensar en educación sin conocer las tendencias de las ondas K (en honor a Nicolai Kondratieff: la economía estuvo precedido por descubrimientos científicos), porque es la base para generar e implementar políticas científicas y tecnológicas de cara al futuro. Es imprescindible saber qué hay que investigar para el mundo de mañana; por ejemplo, que la era del petróleo llegará a su fin relativamente pronto, que la energía nuclear no es rentable; y que los países que formen a sus científicos, ingenieros y técnicos en las disciplinas y subdisciplinas cruciales, ocuparán los sitiales superiores en el desarrollo económico, el crecimiento y el bienestar. El autor considera que es de vital importancia reflexionar sobre la educación, los profesores y el cambio de la sociedad. Para él es importante diferenciar política de Estado y de política de gobierno porque ve a la educación como generadora de transformación.

Las reformas educativas de América Latina en el siglo XXI se debaten entre el desgaste, la indiferencia y el no saber cómo profundizar sus logros más positivos. Es por esta razón que Franco Gamboa y Marcelo Peralta (en su libro: Política de la Globalización. Los perfiles complejos de las relaciones internacionales, La Paz 2017) piensan a la educación: entre el conflicto, las incertidumbres y las reformas. Ellos se refieren a que ningún objeto cultural e ideológico es tan valorado y disputado como la educación, pues se cree que el capital educativo impulsa el crecimiento económico. Las políticas educativas llegaron a transformarse en aceleradores de cambio y reaccionan favorablemente a los cambios tecnológicos del siglo XXI. "La educación es un baluarte estratégico que permite a todo tipo de clases sociales integrarse de la mejor manera en el competitivo mercado laboral o en las estructuras culturales [�]". Siguiendo a estos mismos autores, se puede señalar que las reformas educativas del siglo XXI en América Latina deben identificar a los maestros gestores de talentos, capaces de amalgamar la tecnología de internet en las aulas, la tolerancia ideológico-teórica y el estímulo de una conciencia de autolimitaciones para desarrollar un modelo de gestión de talentos. La nueva teoría educativa debe identificar cuáles son los aspectos del orden social y político en América Latina que frustran o impiden el logro de fines racionales. La transmisión de conocimientos también implica una enseñanza guiada por la racionalidad y el propósito de reducir los conflictos irracionales. Toda reforma educativa estará determinada por aquello que se aplica en la práctica cotidiana nacional, regional o local. Por ejemplo en Bolivia, Perú, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Haití y Venezuela se obstaculiza o entorpece el proceso creativo.

El reto más difícil descansará en la transformación de las estructuras rígidas del razonamiento y transmisión de verdades absolutas. Se tendrá que descubrir si las estructuras rígidas del aprendizaje refuerzan actitudes conformistas en los estudiantes y padres de familia (la ley del menor esfuerzo). Como primer paso se debe romper con los estilos memorísticos de enseñanza y aprendizaje, así como con las tendencias que privilegian un acomodo de los estudiantes a los contextos autoritarios de una escuela. Hay que tolerar la incertidumbre como antídoto para reducir los conflictos y la resistencia de las actitudes más tradicionalistas. Las estructuras educativas de América Latina están llenas de estudiantes y docentes conformistas con temor a cometer errores o fracasar, falta de estimulación, baja o ninguna autoestima. Las presiones sociales impiden el desarrollo de la creatividad y un ambiente de libertades en la enseñanza y los aprendizajes se deterioran, cuando las estructuras educativas fomentan la conformidad con la conducta colectiva. Prefieren tomar el camino más seguro, conocido y cómodo, lo cual impide desarrollar un conjunto de capacidades más flexibles para aceptar el conflicto entre lo conocido y lo desconocido de aquellos problemas que se quiere resolver. Hasta ahora las reformas educativas en América Latina dejaron de lado la estructuración de programas que movilicen diversos recursos psicológicos relacionados con el comportamiento creativo. En el ámbito mundial, existen tres grandes tipos de estándares educativos que guardan estrecha relación entre sí: estándares de contenido o curriculares, estándares de desempeño y estándares de oportunidad para aprender o transferencia escolar. La construcción de un sistema educativo orienta a las sociedades modernas a generar altos niveles de enseñanza y aprendizaje que satisfagan plenamente las necesidades y expectativas de una competitividad mundial. Como dicen Gamboa y Peralta, un modelo educativo que genere estándares excelentes de aprendizaje en la sociedad debe considerar los siguientes factores: visión, liderazgo, gestión de talento, gestión curricular, gestión de los recursos materiales, alianzas estratégicas y evaluación de resultados.

Como ya lo mencioné al principio de este texto apoyándome en José Ferrater Mora, considero que podemos avizorar una filosofía de la educación con dos teorías radicales y extremas que se enfrentan. Según una hay que dar rienda a la espontaneidad individual, pues de lo contrario la asimilación de los bienes culturales es forzada y, en última medida, contraproducente. Según otra, hay que "conducir" o "educar" al individuo tratando de hacerle asimilar los bienes culturales, inclusive, si es menester, con amenaza o castigos, pues de lo contrario los bienes culturales se asimilan insuficientemente, o imperfectamente. La primera teoría ofrece tendencias llamadas "progresistas"; la segunda teoría, tendencias llamadas "tradicionalistas" o "conservadoras". Unas, pues, destacan y fomentan la espontaneidad y libertad; otras, la disciplina y la autoridad. Frente a esta situación podemos decir que tratar de entender lo Otro no significa disculpar sus lados oscuros y menos aun justificarlos. Un relativismo cultural de carácter radical nos haría imposible conocer y apreciar otros sistemas culturales y sociales, incluyendo su filosofía y literatura y sus obras de arte. La labor intelectual tiene que ser también el ensayo de traducir fidedignamente de una cultura a otra. La traducción es, como dijo Humberto Eco, la metáfora de una visión tolerante del mundo. Es al lector a quien corresponde formarse libremente criterios adecuados y pertinentes sobre la mejor forma de educarse y promover una filosofía de la educación para las generaciones que vienen en aras de un mundo mejor.

Fin

* Erika J. Rivera. La Paz. Escritora.

Para tus amigos: