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A su corta edad, estaban condenados a sufrir los horrores del Holocausto; sin embargo, alguien se interpuso entre un grupo de niños internados en Auschwitz y su terrible destino. Fue Fredy Hirsch, un judÃo que construyó "un paraÃso" infantil en medio del infierno nazi.
En el más emblemático campo de exterminio habÃa un barracón diferente de los demás. TenÃa el número 31 y estaba decorado con un mural de Blancanieves, que rodeaba el espacio donde niños checoslovacos aprendÃan música, geografÃa e historia de la mano de Hirsch.
"Fredy negoció con los alemanes una especie de escuelita para niños donde los maestros eran escogidos entre los internos. Asà logró hacer un espacio totalmente inaudito en medio del infierno", explicó a Efe Aarón, director del documental.
"Los niños pudieron vivir una situación en la que aprendieron a compartir, a tolerar, y se educaron en humanidades y arte. Gracias a esa experiencia que tuvieron, pudieron emerger de la muerte y tener una vida digna y sana", explicó Esther, la productora.
Admitió que el tÃtulo del filme es "controvertido" al juntar las palabras "paraÃso" y "Auschwitz", pero argumentó que tras escuchar los 13 testimonios del documental, el tÃtulo cobra sentido.
Alfred "Fredy" Hirsch, nacido en 1916 en Alemania, huyó de su paÃs tras la promulgación de las leyes de Nuremberg que discriminaban a los judÃos y se trasladó a Checoslovaquia, donde se dedicó a la educación infantil dirigiendo un grupo de "boy scouts judÃos".
En 1941, con la ocupación nazi ya consumada, fue deportado al gueto checoslovaco de TerezÃn como parte de un comando encargado de organizar actividades para embellecer el lugar ante la inminente visita de la Cruz Roja Internacional.
"Consiguió dar clases de música, literatura, gimnasia y deportes para distraer a los niños de la terrible situación del gueto, donde morÃa gente por enfermedades y hacinamiento", relató el director.
En 1943, un primer cargamento de 5.000 judÃos de TerezÃn, entre los que se encontraba Hirsch, fueron deportados hacia la fábrica de la muerte de Auschwitz, donde fueron ubicados en un "campo familiar" que simulaba mejores condiciones para los internos con el objetivo de engañar a los organismos internacionales.
Las condiciones eran igualmente inhumanas en esa zona de Auschwitz, donde los nazis simulaban repartos de comida que los internos tenÃan prohibido comer. Sin embargo, Hirsch aprovechó esas circunstancias y su dominio del alemán para convencer a los carceleros para montar su "escuelita".
"En Auschwitz no fueron seleccionados entre los que iban a la cámara de gas y los que sobrevivÃan, sino que fueron mandados a un campo familiar. Al saber eso, nos dimos cuenta de que habÃa una historia que contar y asà nació el documental", relató Aaron.
Los Cohen comenzaron a perseguir la pista de Hirsch en 2008, cuando un amigo familiar y superviviente del Holocausto les contó de primera mano la historia de ese insólito campamento.
Entonces comenzaron a tirar del hilo. Acudieron al archivo del director Steven Spielberg compuesto por 50.000 testimonios digitales de vÃctimas del Holocausto y encontraron seis que hablaban de Fredy Hirsch. Posteriormente entrevistaron a seis supervivientes más en República Checa, Israel y Estados Unidos, en un proceso que duró ocho años.
"La historia está contada en el documental como un coro griego en el que los testimonios se complementan. Pero lo más impresionante es que en diferentes tiempos y espacios la historia que cuentan coincide completamente", aseveró Esther.
"Se les iluminaba la cara cuando hablaban de Fredy. No querÃan hablar de lo que vivieron en Auschwitz sino de Fredy y de lo que hizo por ellos", añadió la productora, quien señaló que Hirsch "les enseñó a valorar lo que tenÃan a su alrededor".
Los documentalistas sospechan que la historia de Hirsch permaneció oculta durante mucho tiempo por su condición de homosexual, algo poco tolerado en los regÃmenes comunistas posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Pero Aaron y Esther desempolvaron este relato para retratar "el proceso de deterioro" que se vivÃa en Auschwitz y evitar que vuelva a ocurrir otro genocidio, pues "cuando la historia se olvida, tiende a repetirse".
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