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Domingo 11 de marzo de 2018

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Revista Dominical

Empoderar a una mujer no es volverla marimacho u odiadora

11 mar 2018

Por: Ximena Miralles Iporre - Directora de LA PATRIA

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"No queremos flores ni bombones, queremos respeto", se puede leer en un post de las redes sociales y otros mensajes con tinte parecido, a través de los cuales muchas mujeres reclamaban su derecho a una vida segura, a poder salir a la calle sin miedo, a que se respete tanto sus derechos, su cuerpo, como su dignidad, y también protestaban contra los feminicidios impunes que van en aumento, contra el maltrato y la violencia que se ejerce hacia muchas féminas.

Los mensajes más extremos inclusive señalaban "en el Día de la Mujer no aceptes que te feliciten", "quien acepta que le feliciten en el Día de la Mujer es porque leyó la historia", y otros por el estilo.

Obviamente, la reacción de los varones no se hizo esperar, algunos en tono de protesta escribían "tanto reclamaban flores y bombones y ahora resulta que ya no quieren", otros en tono de burla se reían y algunos confundidos por esa actitud preguntaban "¿Cómo es que siempre reclaman y ahora resulta que no quieren flores?", "ahora no dejan que ni siquiera se las felicite".

Quienes asumieron la campaña para no recibir felicitaciones o regalos como flores y bombones, explicaron que no se quería que ese día se convierta en una jornada corriente de festejos superficiales, porque no se celebraba el hecho de ser mujeres, sino que se trataba de la conmemoración de la vida que ofrendaron cientos de ellas en la lucha por el respeto a sus derechos y por la igualdad de oportunidades, recordando sobre todo a aquellas que murieron quemadas en un incendio ocurrido en la fábrica de camisas Triangle, en Nueva York, Estados Unidos, el año 1911, porque fueron encerradas y no tuvieron posibilidad de salir.

En algunas ciudades de Bolivia se conmemoró el Día Internacional de la Mujer Trabajadora con marchas pacíficas para pedir respeto a la vida, a los derechos y a las oportunidades de las mujeres, señalando que es una lucha que no ha terminado y que debe continuar para evitar que siga la violencia contra las féminas, pues en los dos primeros meses de este año 2018 ya son 25 fallecidas, la mayoría a manos de sus parejas.

Lo cierto es que si bien se ha avanzado en la equidad, aún hay mucho por hacer, pues el pensamiento machista difundido desde la antigüedad; que consideraba a la mujer como un ser inferior y falta de raciocinio, que la colocaba en una categoría inferior a la de los animales; ha sido heredado e hizo que hoy en día la lucha tenga que continuar por la igualdad de derechos, oportunidades y obligaciones, para que se deje de separar a la sociedad en hombres y mujeres, y se comience a mirar a seres humanos.

A tal punto llegó la misoginia de algunos hombres que en algunas sociedades se mataba a bebés si es que nacían mujeres, la violencia hacia ellas estaba tan normalizada que no se reclamaba, no se denunciaba y es más, se culpaba a las mismas féminas de los maltratos que recibían, con frases como "ella se lo buscó", "ella lo provocó".

Sin embargo, empoderar a una mujer no quiere decir volverla un varón en versión femenina, no quiere decir que ella aprenderá boxeo o judo para ir a golpear a los varones, tampoco se trata de convertirse en hombre, de vestirse como ellos, adoptar actitudes varoniles o medir fuerzas haciendo exactamente lo mismo que hacen ellos.

Empoderarse como mujer significa volver a su esencia, ser femenina, aceptar y valorar el hecho de ser dama, y más aún, reconocer su valía por la simple razón de ser humana, de que está en este mundo con una misión como cualquier persona.

Como su nombre lo dice empoderar es dotar de poder. El poder de las personas está en su interior, en la auto aceptación, en el valorarse a uno mismo, en el amor propio, en su crecimiento como humanos.

Además que para empoderarse no es necesario pisotear a nadie, ni a la persona ni sus derechos, no significa devolver mal por mal, sino todo lo contrario, una persona humilde y compasiva tiene mucho más valor, más poder que alguien que por surgir humilla, maltrata o pisotea a los demás, sobrepasa sus derechos e invade los del otro.

Colette Dowling, en su libro El Complejo de Cenicienta. El miedo de las mujeres a la independencia, cuenta su propia experiencia de cómo siendo una mujer independiente que se encargaba de sus hijos, de su hogar y de su trabajo, forma una nueva pareja y se convierte en una esposa abnegada y dependiente, que siendo una periodista free lance termina haciendo resúmenes y reportes para su esposo en lugar de lanzarse ella como escritora, hasta que se da cuenta del porqué sucede eso y decide cambiar su situación.

Dowling muestra cómo las mujeres temen ser independientes porque el mundo de afuera, más allá del hogar, está dominado por hombres que han sido entrenados para enfrentarlo y no temen caerse y volver a levantarse, que no temen quedarse sin nada y comenzar de cero. Pero ellas no, ellas fueron entrenadas para atender el hogar, ocuparse de las necesidades de los miembros de la familia, a mantenerse en esa zona de confort que puede no ser muy agradable pero al menos es una realidad que conocen y por lo tanto no es aterradora ni amenazante.

Muchas mujeres se creen el cuento de que están mejor bajo la protección de un hombre que las mantiene, que les da un estatus de "señora", que es mejor hacer el "trabajo sucio" con tal de no tener que enfrentarse al estrés de pagar cuentas a fin de mes, que es más cómodo hacerse de la vista gorda ante una infidelidad que perder la comodidad que tienen en su hogar y su estatus de esposa, más aún si se trata de una persona mayor que considera que no la aceptarán en ningún trabajo precisamente porque ya no está en edad laboral, o piensan que ya quemaron su juventud por lo que tienen y no pueden dejarlo ir con tanta facilidad.

Otras se cuentan la mentira de que aguantan lo que sea por sus hijos, aunque ellos ya tengan su propia vida, hecha y derecha.

Todas esas actitudes le quitan su poder a la mujer, y muchas inclusive acaban en un hospital o en una tumba, porque no tuvieron el valor de decir basta, de irse del ambiente hostil en que vivían o de frenar la violencia a la que se ven sometidas.

El empoderar a una mujer no quiere decir volverla marimacho o hacer que odie a los hombres, sino significa que se convertirá en una persona quien más bien aprecia y valora a los varones por el hecho de que son humanos igual que ella, quien desde su feminidad aporta con su sabiduría, quien es capaz de crecer y ayudar a que lo hagan quienes la rodean, desde la independencia y no desde la necesidad, quien se reconoce como alguien capaz y merecedora de dejar su impronta en la sociedad, quien acepta su propia valía y no necesita tener una pareja para que la valide como ser humano, alguien que puede alcanzar sus sueños y vivir su propia existencia disfrutando al máximo lo que hace, sola o acompañada, quien puede formar pareja desde el amor y no desde la necesidad.

Como decía Eduardo Galeano, "el machismo es el miedo de los hombres a las mujeres sin miedo" y una mujer empoderada es una mujer sin miedo o quien lo ha vencido, enfrentándolo.

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