¡Como gustarÃa escribir sobre asuntos de cultura o sobre mis nuevos viajes por el continente, sobre los años 60 o sobre las nostalgias y las esperanzas! No es posible, lo urgente posterga lo importante. Vuelvo al tema de las agresiones del Movimiento al Socialismo (MAS) contra La Paz obligada por el amor a mi ciudad y por mi indignación de contemplar dÃa a dÃa el estropicio patrocinado desde el poder central contra la que quisiera ser "ciudad maravilla".
Atrás quedaron los tiempos del masismo solidario, esencialmente del pionero Instrumento por la SoberanÃa de los Pueblos, que conquistó palmo a palmo alcaldÃas en las provincias. Un caso como el de Edmundo Novillo sacando adelante a la maltrecha Totora en Cochabamba está lejos de repetirse.
Desde la derrota de la candidata masista Elizabeth Salgueiro en 2010, el gobierno central decidió asfixiar a la sede de gobierno con toda la artillerÃa a su arbitrio: procesos a las autoridades locales, aún sobre temas del siglo pasado; controles permanentes de funcionarios de la ContralorÃa para demorar procesos; convocatorias a rendir informes al Poder Legislativo (Sólo al alcalde La Paz, no a los demás); boicot a los programas sociales; agresión a las soluciones de largo plazo a temas sensibles como transporte público o salud; amenazas a agencias internacionales para que no financien obras municipales. Todo ello con un alto costo para la eficiencia y la eficacia del Gobierno Municipal de La Paz que debe distraer esfuerzos en responder al MAS.
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