El derecho a poseer energía nuclear

Sobre la energía nuclear se habla mucho y, generalmente, sin consistencia a través de información sesgada y mal entendida. La energía nuclear o atómica es la que se libera espontánea o artificialmente en las reacciones nucleares. Sin embargo, este término engloba otro significado que es el aprovechamiento de dicha energía para otros fines, tales como la obtención de energía eléctrica, energía térmica y energía mecánica a partir de reacciones atómicas, y su aplicación, bien sea con fines pacíficos o bélicos. Estas reacciones se dan en los núcleos atómicos de algunos isótopos de ciertos elementos químicos (radioisótopos), siendo la más conocida la fisión del uranio-235 (235U), con la que funcionan los reactores nucleares, y la más habitual en la naturaleza, en el interior de las estrellas, la fusión del par deuterio-tritio (2H-3H).

Ahora, Corea del Norte, un país de Asia oriental, se encuentra en un proceso de desarrollo de armas nucleares con fines defensivos, otros países se oponen, principalmente Estados Unidos en una política hipócrita y desproporcionada. La tecnología existe y pretender que nadie la utilice, específicamente un Estado independiente, es una irracionalidad absoluta. Lo correcto, de acuerdo a la Carta de las Naciones Unidas, sería que ningún país posea armas nucleares y los que las tengan las destruyan, incluyendo a Estados Unidos, Rusia y China, además de India, Pakistán, Gran Bretaña, Francia, Israel e Irán. Estos países se niegan sistemáticamente a hacerlo, violentando principios universales. ¿Entonces qué derecho tienen a prohibir a otros su fabricación y hasta su uso en defensa propia? El Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares está equivocado ya que parte del principio del "statu quo", o sea que los que ya tienen este tipo de armas simplemente deben limitarse en su desarrollo, pero no destruir lo que tienen y los demás abstenerse de desarrollarlas. Se trata de una injusticia mayor, algo que Corea del Norte no acepta y no debería aceptar.

Para colmo de males, la Organización de Naciones Unidas (ONU) endureció sus sanciones contra Corea del Norte, limitando aún más su acceso a productos petroleros, vetando sus exportaciones en varios sectores y forzando a regresar al país a ciudadanos que trabajan en otros países. Las medidas son una respuesta al lanzamiento a finales de noviembre de un misil balístico de largo alcance, un tipo de proyectil que sería capaz de golpear cualquier punto del territorio continental de Estados Unidos.

Washington fue el gran impulsor de las nuevas sanciones y obtuvo el respaldo unánime de los otros catorce miembros del Consejo de Seguridad, incluidos China y Rusia. La resolución 2397 endurece de forma importante las amplias medidas que ya están en vigor contra Pyongyang, en un intento por dificultar a Corea del Norte la financiación de sus programas armamentísticos y forzarle a negociar. Sin embargo, las sanciones van contra la satisfacción de necesidades fundamentales del propio pueblo coreano, del Norte. El régimen seguirá impertérrito ante semejante despropósito y las grandes potencias continuarán amenazando al mundo con sus proyectiles nucleares. En realidad, mientras existan potencias nucleares, todos los países estarán en el derecho legítimo a agregarse a su grupo.