Para los orureños ya no resulta extraño que varias personas, comenzando de las propias autoridades nacionales, se hayan puesto de acuerdo para realizar una metódica actividad que melle la dignidad de nuestro pueblo.
Esa confabulación es cada día más evidente si desde los medios audiovisuales no hay momento en que se hable mal de Oruro, referido especialmente, al Carnaval.
Se da amplia cobertura de apoyo a la dama que ha blasfemado injuriosamente contra la sagrada imagen de la Virgen del Socavón en una muestra de falta de respeto y consideración a la Iglesia Católica.
No puede ser que la señorita Rilda Paco goce del amparo y condescendencia de las esferas gubernamentales llegando al extremo de especularse que, inclusive, el Presidente Evo Morales debe concederle una distinción por su "gran iniciativa", textual.
Es doloroso que haya personas advenedizas que se pongan al servicio de una causa destructiva de los valores intrínsecos de la humanidad y la religión, como parte de un contubernio vituperable en marcha para desvirtuar el mérito que tiene la Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
Lo que más llama la atención es el hecho de que otras apreciaciones sobre el tema se hallen concatenadas con el deseo, si se quiere, que el Carnaval de Oruro pierda la importancia merecida en el firmamento cultural como una expresión de fe y devoción, para dar paso a otras interpretaciones folklóricas que se llevan adelante en otras ciudades del país, particularmente en La Paz con la entrada del Señor del Gran Poder.
Por esa situación, se puede afirmar que el haber dicho que los orureños somos enemigos del carnaval por un funcionario de la Alcaldía Municipal, y otros sucesos hasta ahora no aclarados, sean parte del engranaje concebido para hacer que Oruro ya no sea la Capital Folklórica de Bolivia.
Como se puede advertir existen fuertes corrientes que a toda costa quieren lograr un propósito innoble, al extremo de afirmarse con toda desfachatez que "hasta los periodistas orureños valoran en alto grado el trabajo de Rilda Paco, cruel afirmación rechazada por el Sindicato de Trabajadores de la Prensa ante la agresión regional de que somos objeto por identificados personajes de la diatriba, interesados en lanzar ataques violentos contra Oruro, con fines inconfesables.
De igual forma, la Asociación de Conjuntos Folklóricos y el Comité de Etnografía y Folklore, no pueden ver de palco lo que está ocurriendo, siendo oportuna la ocasión para pedirles renovar sus cuerpos directivos con gente nueva y no seguir dando paso a una especie de dictadura al interior de estas dos instituciones, al sostener que solo un clan escogido de hombres y mujeres, es el encargado de conducirlas, situación que aprovechan los detractores para conseguir su objetivo imperdonable.
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