La oposición y su rol pseudo democrático en el infierno populista
28 feb 2018
Adhemar Ávalos Ortiz
Las contradicciones existentes en la sociedad boliviana actual se van reduciendo, de manera vulgar y simplista, a una oposición falsa y carente de profundidad teórica y política entre "el Gobierno del cambio" y la "arremetida de la derecha neoliberal", ninguneando y empujando al resto de los actores políticos, sean de derecha o de izquierda, a la marginalidad más absoluta, al precipicio de la inoportunidad. Se parte de prejuicios arraigados en el tiempo, además de visiones ya superadas por la historia. Los conceptos clásicos de izquierda y derecha son irrelevantes hoy ya que han sido despojados de contenido desde hace muchas décadas por la democracia neoliberal y la pseudoizquierda sindical. En los años 60´s otra era su naturaleza intrínseca, la de la Revolución en ciernes, la del comunismo como hijo digno de ver al Mundo como utopía de la distribución justa de espacios estratégicos en una percepción de asumir un Universo nuevo, aunque sea parcial en la perspectiva histórica. Soñar vale aunque sea en el amanecer.
Lo que sucede hoy en Bolivia, después de décadas de regresión pseudodemocrática es pantomima de participación para transformar la sociedad. El MAS nos vende simbólicamente la idea de que los derechistas que gobernaron entre 1985 y 2006 eran los "bandidos de la película" y cometieron los peores crímenes en aras de la "libertad de empresa". Ni lo uno ni lo otro, simplemente fueron producto de un sistema nacido ya en el tiempo de la expoliación española y actuaron de acuerdo a su formación elitista. Pero, había que luchar contra una oligarquía retrógrada y antinacional en términos de emancipación de todos lo sujetos sociales, incluyendo a la propia "michi burguesía", la clase desprovista de Norte histórico, la que no supo asumir un rol acorde a los términos de una nación.
Escriben y hablan algunos errados intelectuales con opiniones lapidarias: "Hay que renunciar al mar", "Bolivia es una realidad falsa", "No debemos luchar por nada porque somos el país 160 o 200 del mundo", "El Dakar es una pantomima que no atrae turismo", "Nuestro Ejército sería derrotado en 24 horas" y "Hay que volver al Imperio inca". Son criterios pesimistas que nos llevan a la tragedia y son malos, en realidad perversos, estos sujetos no saben dónde nacieron y a qué van. En realidad no sirven porque un pueblo debe mantener banderas de futuro digno. Algunos periodistas y críticos de columna, en una posición legítima pero criticable, se encubren en declaraciones de pantalla ajenas a una Patria, no la sienten. Lamentablemente lo que hizo una derecha perdida fue, y es, revivir a un monstruo prehispánico, algo ya enterrado en el tiempo, a un engendro que se debe destruir por su carácter etnocentrista, nos guste o no. Y el MAS lo reproduce pérfidamente.
Bolivia no necesita de apelaciones a organismos internacionales, como la CIDH, ya bastante vapuleada por gobiernos utilitarios de derecha o izquierda falsa. La oposición se mete zancadillas a sí misma. Da pelea en un escenario insulso. Si fuera consistente se saliera del Parlamento populista, tuvo la oportunidad de convertirlo en arena de la disputa política frontal, pero la misión le resultó incómoda y perdió en su ineptitud. Ahora debe recogerse en sus miedos atávicos y concentrarse en su obligación transitoria, y otra gente agarrará las banderas de la liberación para todos, en un sentido histórico que no tema al rival, sino que lo confronte en la palestra política fundamental, la del poder.
Ahora Revilla y Patzi apuestan por alternativas electorales, no de poder, que se tornan en frágiles a la luz de la realidad. Piensan soberbiamente que alcanzarán el "trono": ¿el de las cloacas políticas? Nada más falso, solamente entronizarán al mismo delincuente, al que se ríe del pueblo boliviano. Deben reflexionar y pensar en el enemigo principal. Siempre habrá tiempo de solucionar discrepancias en un escenario más democrático, el de los hechos concluyentes de las libertades rescatadas con sacrificio mayor. Bolivia se merece un destino mejor y lo tendrá no por estos actores de teatro cómodo, de encuentros con el poder espurio, sino de rescatar una unidad transitoria pero necesaria en la coyuntura. Después los puños servirán en el cementerio del populismo barato. Y la verdadera izquierda tiene que ver con este escenario complejo, pero necesario.
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