Un ejemplo paradigmático: ImagÃnate que estás parado en una fila, para entrar a algún lugar. De repente una persona te pisa y escuchas que te dice perdón, fue sin querer.
El enojo, como muchas otras emociones, puede: Desencadenarse automáticamente, brotar sin que nos demos cuenta del momento en que se inicia, surgir sin que conozcamos la causa real que lo provoca. Sin embargo, son nuestros pensamientos los que lo aumentan, mantienen o disminuyen.
Con frecuencia, utilizamos el enojo para: evitar establecer relaciones cercanas, por no saber relacionarnos o por tener miedo de ser lastimados, sentirnos fuertes o capaces y enmascarar asÃ, un sentimiento de inseguridad o autoestima baja (como cuando tenemos una autoestima inflada). Nos enojamos con facilidad cuando no aprendimos a controlar nuestros impulsos, pensar antes de actuar, tolerar la frustración, manejar de otra manera la angustia o el miedo, reconocer que el enojo puede ser sÃntoma de depresión. Las consecuencias del enojo pueden abarcar todas las áreas de nuestra vida.
Es indispensable aprender a manejar el enojo, ya que los resultados de hacerlo inadecuadamente son: a nivel fÃsico, sufrimos un desgaste importante, cuando nos enojamos, nuestro organismo produce mayor cantidad de sustancias quÃmicas, entre ellas la adrenalina, que alteran el funcionamiento normal de nuestro cuerpo.
Esta alteración afecta nuestro sistema inmunológico, puede provocar contracturas y dolores musculares o de cabeza y nos hace más vulnerables a algunas enfermedades, como gastritis, colitis, dermatitis, etc. nivel familiar o social, nuestras relaciones se alteran o pueden terminarse.
Cuando estamos enojados, podemos lastimar fÃsica o emocionalmente, a los demás, dando como resultado resentimiento, deseos de venganza o alejamiento.
Cuando no podemos manejar adecuadamente el coraje, podemos desquitarnos con otras personas, aumentando asÃ, nuestros problemas. A nivel emocional: cuando sentimos que otras personas nos hacen enojar (o nos ponen tristes, tensos, etc.), les estamos dando todo el control de la situación, aumentando asà nuestra sensación de incapacidad y de coraje.
Revisa nuevamente tus listas y observa si, en cada situación o con cada persona, tu enojo te proporciona algún beneficio. Si te ayuda a obtener lo que quieres, si te protege o te hace sentir fuerte. Pero piensa, que hay formas mucho más adecuadas y menos desgastantes, de lograr tus objetivos.
En ocasiones nos cuesta trabajo reconocer nuestro enojo o su nivel, porque puede ser parte de nuestra forma de ser o porque creemos que es una respuesta lógica y natural ante la vida tan estresada que tenemos. Sin embargo, recuerda que el enojo daña tu salud, tus relaciones e impide que rindas en toda tu capacidad. Manejar el enojo no es fácil, pero sus beneficios valen la pena.
(*) Abogado, posgrados en Interculturalidad y Educación Superior, Docencia en Educación Superior, Conciliación y Arbitraje, FilosofÃa y Ciencia PolÃtica, doctor honoris causa, escritor.
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresÃa Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del dÃa en PDF descargable.
- FotografÃas en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.