Sin embargo, distinguimos lo que es común al babuino y al humano -al mono y al Papa-. Para hacerlo, podemos recurrir a las lecciones que da la fisiologÃa (las razones del cuerpo) y la etologÃa (la lógica de los comportamientos humanos esclarecidos por los de los animales). Esas dos disciplinas informan sobre lo que, en cada uno de nosotros, procede y se deriva todavÃa de la bestia, a pesar de siglos de hominización (el hecho para el hombre de hacerse cada vez más humano) y de civilización. Babuino en el original: mono africano de mandÃbula prominente, pelaje gris o pardo, con llamativas callosidades rojas en las nalgas.
Imposible sustraerse a ellas sin poner en peligro nuestra supervivencia. La necesidad de restablecer fuerzas por el alimento, la bebida y el sueño señala la identidad entre el cuerpo animal y el cuerpo humano. Los dos funcionan a partir de los mismos principios, como una máquina en combustión que exige repostar regularmente sus fuerzas para poder continuar existiendo.
De igual modo, la psicologÃa muestra una necesidad sexual activa tanto en el primate como en el hombre. Sin embargo, esa necesidad natural no es indispensable para la supervivencia individual, sino para la de la especie.
Dejar de beber, de comer y de dormir pone en peligro la salud fÃsica de un cuerpo. No tener sexualidad no merma en nada la salud fÃsica -no diremos lo mismo de la psÃquica-. Si el individuo no teme nada de la abstinencia sexual, la humanidad arriesga con ella su supervivencia. La copulación de los animales asegura la transmisión de la especie, la de los hombres, por otras vÃas (el matrimonio, la familia monógama, la fidelidad presentada como una virtud), persigue exactamente los mismos fines.
Por su parte, la etologÃa enseña que existen comportamientos naturales comunes a los animales y a los humanos. Muchas veces creemos que es la conciencia, la voluntad, la libre elección lo que nos pone en movimiento.
Cuando, en realidad, casi siempre obedecemos a movimientos naturales. Asà ocurre en las relaciones violentas y agresivas que podemos tener con los otros. En la naturaleza, los animales se matan unos a otros con el fin de dividir el grupo en dominantes y dominados, adoptan posturas fÃsicas de dominación o de sumisión, combaten para gobernar territorios. Los hombres hacen lo mismo... La maldad, la agresividad, las guerras, las relaciones violentas se alimentan de las partes animales que hay en cada uno de nosotros.
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