Al final del texto, Navarro incluye una conferencia que dictó en Santiago del Estero (Argentina). En estas breves páginas se puede advertir las tempranas ideas acerca de su concepción del comunismo en el incario.
Según relata Navarro, en esos años de turbulencia polÃtica entre el ocaso del liberalismo y la emergencia polÃtica del republicanismo, tuvo que viajar en una "aventura lÃrica, cuando andaba errante y proscrito", se detuvo momentáneamente en Santiago del Estero, ahà conoció un núcleo entusiasta de jóvenes congregados en la "Sociedad Sarmiento", en donde pronunció su conferencia titulada: El concepto de la civilización americana entre los quechuas y El comunismo entre los incas.
La tesis que formuló Gustavo A. Navarro fue la "idea comunal" que estuvo muy desarrollada entre los quechuas, al grado de alcanzar -por poco- la "perfección sindicalista". Esta idea exigida "por todos los que sufren (�), por los que golpean con sus puños miserables las puertas del capital".
A decir de Navarro, en esta sociedad no "habÃa división de clases sociales", pero existÃa una casta superior que estuvo conformada por los sacerdotes adoradores del Sol y todos aquellos que prestaron servicios a su comunidad, Gustavo Navarro es enigmático y contradictorio en sus loas igualitarias en el incario al aceptar de modo positivo una casta "superior" destinada a gobernar de modo verticalista.
Con respecto a la vida cotidiana, Navarro alega que la "amistad falsa" y la "risa hipócrita" eran reprochables. HabÃa un respeto a los ancianos que era visto como una costumbre tradicional, en pocas palabras, en la sociedad del incario: "Todos se amaban, todos se querÃan. Es asà que se fundó el imperio del Tawantinsuyo".
Tras retornar a Bolivia de su destierro, el presidente Bautista Saavedra designó a Gustavo A. Navarro Cónsul en Francia (posteriormente en Italia y Escocia). Al llegar a ParÃs en 1921, el joven Navarro sintió en carne propia el inicio de la fiebre socialista.
La conquista, la colonia y la vida republicana trajeron "una serie de problemas e inquietudes que hasta hoy no se pueden resolver, que no se resolverán sino el dÃa que regresemos a la tierra y demos a cada habitante su independencia económica, es decir, junto con la tierra la idea del trabajo organizado y en comunidad", enfatiza Marof.
Se puede advertir que Marof no precisa de modo teórico lo que significó realmente el comunismo en el incario, sino cae en divagaciones que se disipan en largas peroratas que llegan a dogmatizar la idea celestial del imperio de los incas: "Del Estado son pues, las tierras, los animales, los pastizales, el oro, la plata, las piedras preciosas.
El inca reparte celosamente todos los productos y garantiza la existencia económica del imperio, administrándolo por medio de una contabilidad rigurosa. Todo llega a su conocimiento. Sabe cuántos habitantes tiene una comarca, cuantos nacen en un año, cuantos han fallecido. Una casta especial de empleados le pone al corriente de los Ãnfimos detalles". En este último punto, Marof es partidario del control polÃtico incrustado en el incario, que dio como resultado una restricción y censura a toda libertad polÃtica.
La única fórmula salvadora es esta: tierra al pueblo y minas al Estado". La idea de la nacionalización de las minas y expropiación fue replicada en el texto La tragedia del altiplano (Ediciones Claridad, Argentina, 1934).
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