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Domingo 25 de febrero de 2018

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Cultural El Duende

Bordados y caretas

Apuntes sobre el libro "Primera salida"

25 feb 2018

Sergio Gareca

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Si no fuésemos naturales de esta hermosa tierra, imagino que al llegar a ella en época previa al carnaval, nos extrañaría sobremanera comentarios como: "Vamos al caretero". "El bordador aún no tiene listo mi traje" pues, por la modernidad y la industria inclemente, se han perdido en el tiempo y en el mundo tantos bellos oficios absorbidos hasta su extinción, con la producción en masa que han arrinconado a los artesanos para que sólo un grupo privilegiado pueda gozar de sus obras.

Felizmente, nos encontramos en un pequeño gran oasis de las excentricidades del tercer milenio, con nuestras propias hipervivencias en medio de la postmodernidad. Nuestra retroalimentación cultural y auto identificación con sistemas propios de prestigio, sociedad, costumbre y civilización. Así, lo que para el resto del mundo pudiera ser una rareza es para nosotros tan cotidiana que quizá durante el año sea habitual acudir al bordador más que a un dentista.

De esto podemos colegir una primera pregunta para acercarnos al libro "Primera Salida", publicación a cargo de la Unidad de Industrias Culturales del Ministerio de Culturas, que antes que nada nos enfrenta a un choque conceptual. ¿Artesanía versus industria?

Industrias culturales

Desde hace varios años, manejamos como paradigma la industrialización cultural. Es decir, mirar a la cultura como un movimiento económico sostenible dentro el juego permanente de adquisiciones, comercio y producción.

Una alternativa de desarrollo independiente de la extracción de recursos naturales, industria tradicional de producción en masa, rescatando el valor de la potencialidad cultural de nuestros pueblos para encarar la devastadora y arrasadora sociedad cada vez más deshumanizada; como una estrategia de supervivencia cultural y económica.

Los bordadores y careteros de nuestro maravilloso carnaval revelan un ejemplo de este ejercicio de dignidad que preserva la cultura cotidiana y ritual, con una sostenibilidad económica y estética permanente, estable, constantemente renovada. Además de mostrarnos un soporte visible de cultura, su fuerza e impacto incide en todo el entorno. Es el carnaval de Oruro con sus trajes el que impone la moda en las demás fiestas menores limítrofes.

Vale decir que en los talleres de los artesanos se gesta el prototipo vigente de la identidad, de la auto sustanciación cultural. Ahí su radical importancia. La definición del estatus de tendencias y estilos. Una industria vigente y vigorosa que no va en desmedro de las prácticas ancestrales, todo lo contrario, las expande y las potencia.

Es una nota favorable la mirada inmediata del Ministerio de Culturas a nuestro carnaval, después del soslayo de anteriores administraciones. Dentro este espectro conceptual, la publicación da luces a través de Roxana Moyano que apunta:

"Extemporáneo o paradójico -podría parecer- iniciar las investigaciones y mapeos en el campo de las Industrias Culturales y Creativas en Bolivia por el trabajo artesanal de bordadores y careteros de Oruro. Trabajo manual con formas tradicionales de producción, en plena era digital, en el marco de una revolución tecnológica e informática que nos impele forzosamente a una visión del mundo donde se modifican los modos de producción, el empleo del tiempo, las relaciones interpersonales y el imaginario social."

"El trabajo de bordadores y careteros se ubica en una posición limítrofe entre el objeto único de las artes y el seriado de la producción industrial, y comparte rasgos y características de estos dos grupos de objetos. Al igual que la obra de arte, trabaja con elementos formales de la expresión visual: forma, color, texturas, composición, etc. y, al igual que un producto industrial, trabaja aspectos relacionados con su uso y utilidad: calidad, forma-función y capacidad de satisfacer la necesidad para la que fue creada.

Como trabajo creativo, tradicional y expresión de identidad, atraviesa por el enriquecimiento cotidiano, cambios y transformaciones que la sociedad y la demanda imponen. En la misma medida, aunque no siempre de forma consciente y sistemática, la innovación está presente, si bien, en algunos casos, sea este un factor a ser evaluado con respecto a la coherencia de determinadas apropiaciones.

En este marco, la fiesta -el Carnaval de Oruro y sus actividades concomitantes- se constituye en una gran generadora de producción y demanda, además de concebirla como actividad sociocultural generadora de capital social, empleo y dinamizadora de la economía nacional."

Los actores del carnaval

En un debate cada vez más arraigado a conflictos de grupo, en lugar de una visión sólida de unión regional, se enarbola que el danzarín es el principal actor del carnaval de Oruro. Tradicionalmente, la dinámica de nuestra principal manifestación cultural es un todo complejo, que por darse su propia metodología se ha agrupado por sectores. Uno de ellos es el de los bordadores y careteros.

Siempre ligados a una tradición familiar, a una forma de trabajo exclusiva y tradicional, manteniendo el bordado a mano y eludiendo la maquinaria para poder dar un trabajo de fino acabado, el crecimiento del carnaval ha generado nuevas dificultades y con ello varios retos para los bordadores que deben cubrir con la demanda aproximada de cincuenta mil danzarines.

Dentro la recopilación de información oral, tenemos el importante aporte de Carlos Espinoza en una entrevista por David Aruquipa, también diálogos con Fernando Llave, bordador de trajes de moreno y Jannette Soria, bordadora de trajes para diablada. Por último al caretero de máscaras de diablo, Alfredo Flores. Veamos una muestra de Carlos Espinoza acerca de la aparición de la china en la morenada:

"Bueno, mayormente bailaban señores que tenían familia, esposa e hijos y conformaban grupos de dos personas, en el mayor de los casos tres, pero eran afines a la Morenada que, por entonces, era la Morenada Cocanis. La particularidad de la ropa que usaban ellos era de telas gruesas, por decir astracán, que por entonces se usaba. Polleras bastante largas y la chaqueta, como mencioné anteriormente.

El sombrero era de copa bajita y tenían dos barrilitos a cada lado, barrilitos de plata; luego tenían la botita que era bastante corta, con taco de unos 4 a 5 centímetros y siempre llevaban unas enaguas blancas sobresaliendo de la pollera. Esa era la particularidad de la figura en ese entonces, de las chinas morenas. El baile era de puntas, tenían esa característica muy especial en el recorrido porque ellos bailaban de puntas; lo recuerdo con bastante claridad, como si fuera ayer, esa era la particularidad de las figuras. Posteriormente fue modernizándose y también, a la vez, distorsionándose la ropa de las figuras.

Actualmente ya no se ve ese traje; en realidad me parece que usaran trajes de noche, no tiene mangas, ya todas llevan modelos strapless, bastante coloridos. Bueno, en parte todo evoluciona pero ya no se lleva la misma esencia folklórica de nuestro país."

La edición

La edición bajo el sello de Plural Editores, con un trabajo de investigación y fotografía exclusivo conforman una obra pulcra y sobria. Es el primer tomo de una colección de varios volúmenes pertenecientes al proyecto "Cartografía de la Cultura Boliviana", de la unidad de Industrias Culturales del Ministerio de Culturas.

De un tiempo a esta parte hemos visto publicaciones del carnaval de Oruro por instituciones públicas que, a pesar de haber aspirado a ediciones de lujo, han confundido la impresión en cuché de fotografía aficionada con una verdadera compilación de estudio, por falta de criterios estéticos y metodológicos de sistematización de la información.

Afortunadamente, este no es el caso. Siendo una colección exclusiva de los trajes del carnaval de Oruro, se ha tenido el cuidado de aislar personajes y trajes, para su apreciación libre de cualquier tipo de contaminación visual, contando en su mayoría con danzarines activos de cada una de las especialidades del carnaval.

Otro factor especial es la recopilación de testimonios de los directos artesanos, además de contar con el apoyo institucional del Comité Departamental de Etnografía y Folklore de Oruro, la Asociación de Bordadores en Arte Nativo (ABAN) y personalidades como David Aruquipa, Oscar Cervantes, Keiver Chávez, Carlos Condarco, Oscar Elías Siles, Alfredo Flores, Marcelo Lara, Fernando Llave, David Mendoza, Wilfredo Roque, María Elena Serrudo, Jannette Soria y Lorena Ticona Arias.

La edición está al cuidado de Benjamín Chávez, quien nos da el marco teórico conceptual que guía este trabajo, así como el criterio rector de entrevistas y el hilo conductor del lenguaje iconográfico del libro. En su mayor parte, las fotografías están bajo la firma y talento de David Illanes.

Se trata de un documento que se ocupa de un paradigma actual: las industrias culturales, estudio que llena un vacío documental acerca del arte del bordado y la elaboración de máscaras y, lo más importante, una reconciliación de la mirada global de país con el mejor carnaval del mundo, el Carnaval de Oruro.

* Sergio Gareca Rodríguez.

Oruro, 1983. Poeta y escritor.

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