Felizmente, nos encontramos en un pequeño gran oasis de las excentricidades del tercer milenio, con nuestras propias hipervivencias en medio de la postmodernidad. Nuestra retroalimentación cultural y auto identificación con sistemas propios de prestigio, sociedad, costumbre y civilización. AsÃ, lo que para el resto del mundo pudiera ser una rareza es para nosotros tan cotidiana que quizá durante el año sea habitual acudir al bordador más que a un dentista.
De esto podemos colegir una primera pregunta para acercarnos al libro "Primera Salida", publicación a cargo de la Unidad de Industrias Culturales del Ministerio de Culturas, que antes que nada nos enfrenta a un choque conceptual. ¿ArtesanÃa versus industria?
Industrias culturales
Desde hace varios años, manejamos como paradigma la industrialización cultural. Es decir, mirar a la cultura como un movimiento económico sostenible dentro el juego permanente de adquisiciones, comercio y producción.
Una alternativa de desarrollo independiente de la extracción de recursos naturales, industria tradicional de producción en masa, rescatando el valor de la potencialidad cultural de nuestros pueblos para encarar la devastadora y arrasadora sociedad cada vez más deshumanizada; como una estrategia de supervivencia cultural y económica.
Vale decir que en los talleres de los artesanos se gesta el prototipo vigente de la identidad, de la auto sustanciación cultural. Ahà su radical importancia. La definición del estatus de tendencias y estilos. Una industria vigente y vigorosa que no va en desmedro de las prácticas ancestrales, todo lo contrario, las expande y las potencia.
"Extemporáneo o paradójico -podrÃa parecer- iniciar las investigaciones y mapeos en el campo de las Industrias Culturales y Creativas en Bolivia por el trabajo artesanal de bordadores y careteros de Oruro. Trabajo manual con formas tradicionales de producción, en plena era digital, en el marco de una revolución tecnológica e informática que nos impele forzosamente a una visión del mundo donde se modifican los modos de producción, el empleo del tiempo, las relaciones interpersonales y el imaginario social."
"El trabajo de bordadores y careteros se ubica en una posición limÃtrofe entre el objeto único de las artes y el seriado de la producción industrial, y comparte rasgos y caracterÃsticas de estos dos grupos de objetos. Al igual que la obra de arte, trabaja con elementos formales de la expresión visual: forma, color, texturas, composición, etc. y, al igual que un producto industrial, trabaja aspectos relacionados con su uso y utilidad: calidad, forma-función y capacidad de satisfacer la necesidad para la que fue creada.
Como trabajo creativo, tradicional y expresión de identidad, atraviesa por el enriquecimiento cotidiano, cambios y transformaciones que la sociedad y la demanda imponen. En la misma medida, aunque no siempre de forma consciente y sistemática, la innovación está presente, si bien, en algunos casos, sea este un factor a ser evaluado con respecto a la coherencia de determinadas apropiaciones.
En este marco, la fiesta -el Carnaval de Oruro y sus actividades concomitantes- se constituye en una gran generadora de producción y demanda, además de concebirla como actividad sociocultural generadora de capital social, empleo y dinamizadora de la economÃa nacional."
Los actores del carnaval
En un debate cada vez más arraigado a conflictos de grupo, en lugar de una visión sólida de unión regional, se enarbola que el danzarÃn es el principal actor del carnaval de Oruro. Tradicionalmente, la dinámica de nuestra principal manifestación cultural es un todo complejo, que por darse su propia metodologÃa se ha agrupado por sectores. Uno de ellos es el de los bordadores y careteros.
Siempre ligados a una tradición familiar, a una forma de trabajo exclusiva y tradicional, manteniendo el bordado a mano y eludiendo la maquinaria para poder dar un trabajo de fino acabado, el crecimiento del carnaval ha generado nuevas dificultades y con ello varios retos para los bordadores que deben cubrir con la demanda aproximada de cincuenta mil danzarines.
Actualmente ya no se ve ese traje; en realidad me parece que usaran trajes de noche, no tiene mangas, ya todas llevan modelos strapless, bastante coloridos. Bueno, en parte todo evoluciona pero ya no se lleva la misma esencia folklórica de nuestro paÃs."
La edición
La edición bajo el sello de Plural Editores, con un trabajo de investigación y fotografÃa exclusivo conforman una obra pulcra y sobria. Es el primer tomo de una colección de varios volúmenes pertenecientes al proyecto "CartografÃa de la Cultura Boliviana", de la unidad de Industrias Culturales del Ministerio de Culturas.
Afortunadamente, este no es el caso. Siendo una colección exclusiva de los trajes del carnaval de Oruro, se ha tenido el cuidado de aislar personajes y trajes, para su apreciación libre de cualquier tipo de contaminación visual, contando en su mayorÃa con danzarines activos de cada una de las especialidades del carnaval.
La edición está al cuidado de BenjamÃn Chávez, quien nos da el marco teórico conceptual que guÃa este trabajo, asà como el criterio rector de entrevistas y el hilo conductor del lenguaje iconográfico del libro. En su mayor parte, las fotografÃas están bajo la firma y talento de David Illanes.
Se trata de un documento que se ocupa de un paradigma actual: las industrias culturales, estudio que llena un vacÃo documental acerca del arte del bordado y la elaboración de máscaras y, lo más importante, una reconciliación de la mirada global de paÃs con el mejor carnaval del mundo, el Carnaval de Oruro.
* Sergio Gareca RodrÃguez.
Oruro, 1983. Poeta y escritor.
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