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Viernes 23 de febrero de 2018

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Perspectiva Minera

Minería informal

23 feb 2018

Por: Dionisio J. Garzón M.

Pasan los años, los meses pasan, la "uva pasa", decían en mi pueblo cuando se esperaba la conclusión de una tarea, obra o trámite, que duraba más allá de lo esperado. Así ocurre con las expectativas que los bolivianos tenemos sobre el desarrollo del país en esta década de un gobierno que como dice el dicho, "mucho abarca pero poco aprieta". Hemos dejado atrás una década y seguimos esperando el cambio prometido con bombos y platillos, que aparece solo en la apabullante propaganda gubernamental en todos los medios de comunicación disponibles y que contrasta con una realidad que sigue tan dura como siempre y que solo en el mundo virtual se asemeja a la retórica de "logros" de la administración actual.

Quiero referirme a un tema recurrente en esta columna como es la informalidad; a nadie escapa que en nuestra economía no solo se la mira de reojo sino que indirectamente se alientan actividades informales como contrabando, legalización de autos "chutos", comercio callejero, toma de predios urbanos, avasallamientos de minas y en general a la minería informal. Esta última ya tiene carta de ciudadanía y significa más del tercio del movimiento económico total del sector minero y van por más. En la gestión que empieza los operadores mineros y titulares de derechos mineros deben ajustarse a la Ley 535 de Minería y Metalurgia y migrar a Contratos Administrativos y de Asociación con el Estado(Arts. 370 y siguientes de la CPE, Arts. 131 y siguientes de Ley 535), lo que significa que en pocos meses ya no regirán "Derechos Mineros" en el sentido estricto de propiedad y/o concesión para explorar, explotar, beneficiar o comercializar un área minera como se hacía antes y solo habrán contratos(sensu lato) con el Estado. Suena bonito, pero operadores del subsector informal (cooperativistas, mineros artesanales, garimpeiros, comercializadores e intermediarios, revendedores de maquinaria, etc.) que al parecer tienen un servicio de inteligencia más operativo que aquel de la minera estatal o del ministerio del ramo, se han dado a la tarea de entrar al juego que propone la Ley y están adecuando viejas concesiones de operadores privados que agobiados por la dura legislación actual las desactivan. También están solicitando contratos o licencias para explorar y explotaren áreas libres y/o en algunas de las áreas de uso exclusivo de Comibol (D.S. 1369) con mineralización de oro, plata y otros metales de alto valor (Columbita, tantalita, indio, galio, etc.).Esto ha llevado a que las cooperativas mineras que en 2008 eran 911 en 2017 sean 1.816 según datos oficiales; se han duplicado en número en menos de una década y si consideramos operadores mineros artesanales ilegales, en muy poco tiempo el sector minero nacional será esencialmente informal.

No sé si esto es lo que se planifica como política sectorial pero ya hay noticias de este tipo de cosas en regiones como Pacajes, Ulla-Ulla o Arcopongo para hablar del departamento de La Paz, donde ya se tienen explotaciones ilegales de oro en áreas cercanas y/o en áreas de proyectos mineros privados en statu quo por las razones expuestas. También hay solicitudes de nuevos contratos para acceder a este tipo de yacimientos. Pese a que hay visos de legalidad en estas solicitudes, el permitir acceder a zonas de proyectos mineros de gran escala con minería cooperativa y/o artesanal, significa destruir el trabajo realizado con miras a generar proyectos de escala mundial y poner en peligro el control ambiental y tecnológico que toda minería moderna tiene que observar. Compete al nivel central del Estado el solucionar este entuerto que, en sentido estricto, definirá el futuro de la minería nacional.

(*) Ingeniero geólogo, ex Ministro de Minería y Metalurgia

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