Sin lugar a dudas, uno de los criminales más famosos de la historia fue Alphonse Gabriel Capone, más conocido como Al Capone y cuyo apodo, "cara cortada" dio título a dos películas, una de ellas incluso con referencias a nuestro país. Fue un individuo que en las primeras décadas del siglo XX se convirtió en un verdadero dolor de cabeza para la justicia norteamericana, el FBI y hasta la administración gubernamental.
En el año 1919, por razones más políticas que económicas o morales, el Acta Volstead declaró ilegales la fabricación, distribución, consumo y venta del alcohol, para poder dar fin a la degradación moral de la que Estados Unidos había sido víctima, sobre todo con la llegada de nuevos migrantes oriundos del sur de Italia. Sicilianos, napolitanos y palermitanos entre otros llegaron al país de las oportunidades e inmediatamente se ubicaron en guetos, donde continuaron el modus vivendi de la Mafia Italiana, formando pandillas que tendrían en vilo a las grandes ciudades como Nueva York y Chicago fundamentalmente.
Desde sus 14 años fue un auténtico pillo y sus muchas fechorías a temprana edad hicieron que el capo de Nueva York, Johnny Torrio ponga sus ojos en él, formándolo a su imagen y semejanza, y creando un monstruo que luego fue muy difícil de controlar. Para cuando tenía 26 años, era prácticamente el amo y señor del negocio del alcohol, rentable como ninguno y cuando Torrio murió víctima de un atentado, Capone se convirtió en el gánster número uno de América.
Así como hoy el aliado principal de los delincuentes es la tecnología, en aquellos tiempos, la aparición de los automóviles más veloces y compactos, el teléfono y la ametralladora Thompson, fueron el triunvirato con el que Capone rindió a la policía y la sociedad y ya sea con sobornos o amenazas tenía controlada y sometida a la sociedad y sus autoridades en general. Quien se le oponía o quería hacerle competencia firmaba su sentencia de muerte y la masacre de San Valentín fue una de las más claras muestras de su poder.
Ante tal situación el Estado acudió a J. Edgar Hoover, dándole la condición de Federal al FBI y la autorización para que forme un grupo especial que pueda dar fin con la Mafia en general, puesto que aparte de Capone, hombres como Maranzano, Masseria, Costello, Luciano o Dillinger, eran problemas terribles en tiempos en los que la recesión económica destrozaba por completo la moral ciudadana.
Hoover formó, con Eliot Ness a la cabeza, un grupo denominado "Los Intocables" por su alta efectividad y su fama de incorruptibles que los hizo la primera policía de élite con súper poderes y grandes recursos tecnológicos (en lo que cabía durante aquellos años).
Ness luchó con eficacia contra muchos de ellos, y supo capturar y hasta aniquilar a varios de sus objetivos, pero cuando Capone fue asignado como su misión específica es cuando comenzaron sus problemas.
Resulta que el capo italiano, comandaba un imperio desde un lujoso hotel, protegido por más de 700 hombres armados que hacían inexpugnable su cuartel. Vincularlo directamente con alguna actividad criminal, era más que imposible, el sólo daba órdenes y nadie se atrevía ni por asomo a traicionarlo de manera que buscarlo por la vía del delito era un empeño sin razón.
La vida de lujo y derroche del capo era más que evidente, sin embargo el hombre no tenía ni una sola propiedad a su nombre, no inscribía sus bienes ni gastaba dinero directamente de manera que el enriquecimiento ilícito y la evasión de impuestos abrían una puerta que podía ser la vía que la justicia buscaba para atrapar al bandido.
El investigador Elmer Irey encabezó un grupo de agentes impositivos que tuvieron una gran idea. Ness capturó a Capone a la salida de un cine y lo acusó de portación ilegal de armas sacando al mafioso de circulación por un año que duró preso. Ese tiempo fue aprovechado por Irey para infiltrar a su gente en la banda y obtener datos y nombres que le servirían más adelante.
En una de las requisas se confiscaron 3 libros en los que estaban minuciosamente anotados cuantiosos ingresos por apuestas en los garitos clandestinos, carreras de caballos, beisbol y cuanta actividad se daba para el desafío. Descubrieron quien era el dueño de la caligrafía y cuando tuvieron en sus manos a Leslie Shumway y Fred Reis, con ofertas y algunas medidas de presión, lograron que declaren contra Capone en el juicio que se inició el 5 de junio de 1931.
El gánster, fiel a su estilo, no se quedó durmiendo y para cuando llegó la audiencia, los 17 miembros del jurado estaban debidamente sobornados. Lo que no esperaban es que al ingresar en sala el Juez James Wilkerson llamó al guardia y le dijo: Agente, al lado el Juez Edwards tiene un jurado en un juicio por instalarse también, lleve usted a estos 17 ciudadanos y traiga a los del Juez Edwards conmigo. Una gota de sudor frío recorrió la espalda del terrible asesino. La justicia lo tenía en sus manos y luego de las oratorias fue sentenciado a cumplir 11 de prisión por los 3 cargos que le imputaron, todos ellos por evasión de impuestos y le tocó ser nada menos que uno de los prisioneros más notables de la famosa cárcel de Alcatraz.
Uno de los hombres más poderosos del crimen había caído en manos de la Ley, pero no precisamente por sus delitos más perversos, por los cuales seguramente se le habrían acumulado muchas cadenas perpetuas, pero así hubiera sido por un corto tiempo, la imaginación y tenacidad de los hombres que habían ubicado al delincuente entre ceja y ceja logró que pague sus culpas y que la sociedad vuelva a creer en la Ley en la Justicia.
Después de la sentencia 0084/2017 del Tribunal Constitucional que contra todo pronóstico, contra todo precepto legal, contra todo alcance de sus funciones y contra la voluntad del electorado llamado a sufragar el 21 de febrero de 2016, ha vulnerado la carta magna, todo parece estar predestinado para que don Evo Morales, a como dé lugar, figure en la papeleta de votación del año 2019.
Sin embargo, aún le resta a la gente que este pasado miércoles salió a las calles a reivindicar su voto, la esperanza de que algún asesor legal asista al ?rgano Electoral Plurinacional y les recuerde la obligación que tienen de hacer respetar los resultados del tan mentado referéndum del 21F.
Tres factores serán decisivos en esta situación, por un lado la obligación que tiene el ?rgano de hacer respetar el voto de la ciudadanía, puesto que ello no solamente es la base primordial de la democracia y la convivencia política, sino porque si no se acata ese resultado, ¿qué garantía tenemos de que no hagan lo mismo en las próximas justas?
Lo vinculante, es decir, la obligación implícita que existe de que los resultados que se obtengan de un plebiscito, sean acatados sin argumentación alguna, peor aún, si el pretexto de la desobediencia es tan burdo como el basado en la famosa mentira del niño que no fue.
Pero la tercera y más importante y es a la que le doy una valía singular y sustancial, es que este referéndum le significó un enorme gasto al Estado al erogar la suma de 153 millones de bolivianos. La segunda elección más cara de nuestra historia, y como todo gasto que hace la nación genera en los actores que deben administrar los fondos, la obligación de rendir cuentas no solamente de la forma en que fueron empleados estos medios sino fundamentalmente que hayan tenido el fin para el que fueron dispuestos, el ?rgano están en la obligación legal de hacer respetar el resultado o caso contrario incurrirán en varios delitos, como daño económico al estado entre otros.
Quién sabe si al final, al igual que a Capone, resuelta que no agarramos al toro por las astas sino por la cola, pero finalmente lo enlazamos y lo ponemos en el corral donde prometió estar si es que perdía la consulta que él mismo llamó y que le dejó en claro que Bolivia ya no lo quiere.
(*) Paceño, stronguista y liberal
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