Cuando se habla de la canasta familiar, lo importante es que debe considerarse su valor real, o como las amas de casa señalan?en efectivo, porque sucede que las cifras que se manejan teóricamente, están distanciadas de la realidad, es decir de los precios que se cobran en los centros de abasto y las cantidades de productos que se pueden comprar con ciertos presupuestos.
Un dato referencial que manejan organismos como el INE, por ejemplo, relacionan en el cálculo el Índice de Precios al Consumidor (IPC), como el dato más accesible al manejo de los costos de productos, pero tomando en cuenta una serie de factores que para la administradora de los recursos hogareños, están fuera de su cálculo elemental, pero muy cerca de la realidad que implica comprar y pagar al contado, calculando la tirantez del presupuesto familiar.
El IPC es el factor económico en el que se otorga un valor especial al precio de uno o varios productos que son elementales en el consumo masivo, a lo que se añade otra cifra que tiene que ver porcentualmente con lo que cuestan los servicios sociales que hace uso una familia y que significa una resta obligada al presupuesto del salario mensual, quiérase o no, calculado en función a normas de cierta rigidez que al incumplirse, causan contratiempos entre los usuarios, caso de la luz, el agua o teléfonos, lo que de "rebote" disminuye el valor de la asignación salarial, alterada por variantes en el costo de la canasta familiar.
Como se puede apreciar y es lo que sucede generalmente, los índices que se emiten a través del INE o por algún ministerio afín al movimiento económico ciudadano, además de la óptica que sobre el caso tiene el Banco Central, de manera general, está muy lejos de lo que tiene y gasta una familia "tipo". El IPC mide los cambios en el nivel o tope de la canasta de bienes de consumo y servicios que son utilizados por la comunidad y que se obtienen a través de encuestas que no reflejan la realidad, de lo que cuesta la canasta familiar, "en efectivo", incluyendo el pago por servicios.
Considerando el proceso de cálculo del IPC, que no incluye precios de productos intermedios y tampoco considera de manera regular alteraciones que se dan en un juego de "sube y baja", que además se relaciona con periodos especiales en el movimiento económico familiar, resulta muy complejo establecer un verdadero valor de la canasta familiar, por lo mismo no es prudente, según dirigentes laborales por un lado y de los empresarios por otro, pronosticar el factor de crecimiento del IPC, que permita el pago de un segundo aguinaldo, cuyo uso, altera los factores reales de un beneficio que contribuya a la economía de las familias de menores ingresos, lo que parece una paradoja y sin embargo es una realidad inobjetable.
Esa realidad que siente un ama de casa al realizar sus compras y establecer que en cuestión de una semana se registra una elevación de precios en productos de consumo masivo y de primera necesidad, hace palpable, por así decirlo la reducción paulatina del valor adquisitivo de su canasta familiar, situación que no se frena de modo alguno, con cifras relacionadas al IPC.
Hay necesidad de ejercer un estricto control de precios en los centros de abasto, almacenes de abarrotes, supermercados y hasta en tiendas de barrio, para frenar un proceso de inflación que desajusta el valor de la canasta familiar.
Fuente: LA PATRIA
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