Jueves 22 de febrero de 2018
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Ingratamente los orureños somos calificados como enemigos del Carnaval, algo inconcebible si desde niños conocemos y sabemos de la trascendencia que tiene la Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
Es posible que al calor del momento especial que vive como autoridad y a fin de conservar su puesto y quedar bien con su jefe, un conocido nuestro, se atrevió a manchar la personalidad de cada orureño como si fuera responsable de algo que atañe a los organizadores de la fiesta religiosa.
No está demás recordar que los verdaderamente orureños somos los primeros o tal vez los únicos que sentimos y mostramos respeto en grado superlativo a la Virgen del Socavón al extremo de no escatimar esfuerzo alguno para que la peregrinación al Santuario sea algo que dignifique la grandiosa demostración folklórica.
Por tanto, no se puede afirmar con mucho desprecio que el propio orureño sea contrario a lo que en derecho le corresponde, conociendo que hay gente infiltrada que busca deslegitimar el antruejo vernacular, actuando desconsideradamente al extremo de denigrar y destruir el nombre de Oruro, después de haber obtenido buenos dividendos económicos a costa del Carnaval.