Jueves 22 de febrero de 2018
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Editorial y opiniones
Auguste Rodin: su intimidad como confesión
22 feb 2018
Raúl Pino-Ichazo Terrazas
1917 es el año del centenario de la muerte de Auguste Rodin, un escultor notable, contestatario a su época y singular en sus creaciones. La impronta de Rodin es su amor por lo inacabado, incompleto e imperfecto, leal admirador de Miguel Ángel Buonarotti, por el cual se dejó influenciar voluntariamente que, en antítesis a Rodin, su amor era la perfección excelsa que deseaba transmitir en sus esculturas.
Auguste Rodin nunca negó el beneficioso aprender de técnicas e influencia de Miguel Angel que definió su personalidad y tendencias artísticas de sus propias esculturas, imperfectas pero de asombroso impacto visual; un ejemplo ilustrativo es la escultura de "Los amantes" "Die Liebenden", en la cual no se disimula la influencia notoria de Miguel Ángel que Rodin nunca negó y presentó sus esculturas con imperfecciones distanciándose de su maestro paradigma, empero, nadie es reticente a apreciar la belleza de su concepción singular, caprichosa y sensual, atributo, este último, contestatario a la sociedad moralista y conservadora.
"El Pensador", es una de sus obras más difundidas, debido a que fue utilizada en millones de impresiones como imagen para otros propósitos, sobre todo para libros académicos, es también imperfecta, pues si se circunda la misma se observarán labios deformados y nariz rota, chata y torcida, además de unos pómulos desiguales, ¿Por qué?, porque su modelo fue un boxeador, nada feliz en sus intervenciones pugilísticas, al cual le rompieron la nariz varias veces, por ello, la tendencia de Rodin no era interpretar al hombre ideal y sus esculturas son escandalosas y sensuales para la época.