Voluntad terrorista

I. Recientemente un joven de 19 años, en la que ha venido a llamarse «masacre de San Valentín», mató a 17 personas, y dejó heridas a otras 14, en un colegio de Florida. Aunque quienes lo conocieron de cerca, afirman que en Nikolas Cruz nunca vieron señales peligrosas, en las redes sociales su historia era otra, «publicó fotografías portando armas de fuego, también hacía comentarios en otros medios y sitios web de ideología extremista, indicando que algún día mataría a un agente policial, que quería morir luchando y matando un montón de personas y presumía de un arma estilo militar similar a la que la policía dice utilizó en la masacre. En un comentario en Youtube aseguraba que él sería un pistolero de escuelas profesionales».

«Un solitario, problemático y loco por las armas», así lo definen estudiantes de la escuela donde ocurrió la matanza. Siempre llevaba armas con él, y no tenía reparos en mostrarlas.

Sin embargo, como dice Eugenio Trujillo Villegas, Director de la Sociedad Colombiana Tradición y Acción: «dicho Acuerdo consagra la impunidad más absoluta a los terroristas, legaliza las grandes fortunas obtenidas por las FARC por cuenta del narcotráfico, los convierte en un partido político armado, pues la acordada entrega de armas no parece creíble. Además, en un verdadero absurdo, el Congreso de Colombia aprobó una reforma a la Constitución, por medio de la cual el Acuerdo firmado entre el Gobierno y las FARC se convierte en parte integrante de la misma Constitución, lo cual comienza a producir un verdadero terremoto jurídico e institucional, pues eso obliga a la transformación forzada de casi todas las instituciones políticas y administrativas de la nación, que se acomodarán así a la nueva Carta Política».

En medio de ese cuadro artificialmente deformado, la izquierda liberticida termina instalando a sus activistas y a sus cómplices en la cúpula de las instituciones involucradas. Una exitosa operación psicopolítica, que presenta a los narco-guerrilleros como idealistas, generosos, sensibles, etc., satanizando a los defensores de las libertades pintándolos como monstruos genocidas.

III. En su sentido más amplio, el terrorismo es la táctica de utilizar un acto o una amenaza de violencia contra individuos o grupos para cambiar el resultado de algún proceso político. La tipología del terrorismo es compleja y controversial ya que los actores pueden caracterizarse a través de múltiples variables. Ahora bien, el terrorismo puede ser definido de manera más específica teniendo en cuenta diferentes aspectos.

Schmid (1983) compiló 109 definiciones académicas de terrorismo, sugiriendo que hay tantas definiciones disponibles como expertos en el mundo. Schult (1980) propuso siete de esas variables:

- Terrorismo de Estado: es el desarrollado con el fin de la conservación del poder de un grupo dominante, se puede citar como ejemplo, los regímenes del terror implantados por Hitler, Stalin, Mao, los Castro, Maduro.

- Terrorismo revolucionario: es el encaminado a la conquista del poder mediante la destrucción de las estructuras políticas, económicas y sociales existentes en un Estado. Como ejemplo, podríamos citar los movimientos de guerrilla en Latinoamérica.

- Terrorismo independentista o separatista: es el que busca la separación de una región o una etnia de un Estado, se puede citar como ejemplo a ETA o al IRA.

- Terrorismo social: es el terrorismo desarrollado con el objetivo de lograr reivindicaciones laborales y sociales.

- Terrorismo militar: es el realizado por un ejército de ocupación con la finalidad de exterminar a la población local, se puede citar como ejemplo la actuación de la Wehrmacht y el Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial.

- Terrorismo religioso: es el realizado en defensa de una fe o en la creencia de cumplir designios divinos de algún tipo, como por ejemplo el grupo japonés Aum Shirynkio (7), que realizó los atentados con gas sarín en el «metro» de Tokio o grupos fundamentalistas islámicos.

- Terrorismo internacional: es el terrorismo de cualquier tipo que lleva la lucha fuera de las fronteras de un Estado, se puede decir que es la «globalización» del terrorismo, como por ejemplo, la piratería aérea, la invasión de embajadas o los atentados del 11 de septiembre (Cf.: Terrorismo internacional, Javier Feal Vásquez).

La fuente del consenso es, hasta cierto punto inexcusable, dada la heterogeneidad de los comportamientos terroristas, la variedad de motivaciones declaradas o asumidas, y la cuestión del punto de vista, también conocido como "el terrorista de un hombre es el luchador de otro hombre por su problema de libertad" (Jenkins 1982, Hoffman 1998). Sin embargo, dos elementos comunes se encuentran generalmente en las definiciones contemporáneas: (1) que el terrorismo implica agresión contra los no combatientes y (2) que el terrorista no espera de su acción en sí misma, conseguir su objetivo político, sino influenciar e inducir al público a cambiar su comportamiento de manera que sirva a los intereses del terrorista (Badcy 1998; Laqueur 1999).

IV. El terrorismo es condenable, venga de donde venga, y de la manera más absoluta, ya que desprecia absolutamente la vida humana, y ninguna motivación puede justificarlo, ya que el hombre es siempre fin, y nunca medio. «Existe por tanto, un derecho a defenderse del terrorismo», sea éste, terrorismo armado o psicológico.

El Compendio de la Doctrina Social Católica señala: «La identificación de los culpables debe estar debidamente probada, ya que la responsabilidad penal es siempre personal».

german_mazuelo_leyton@yahoo.com