Pobreza, violencia y corrupción, síntomas de una ausencia de Estado
15 jun 2010
Por: José Ramiro Atahuallpa Vía
No es justo realizar análisis simplistas, referencialistas o apreciaciones antojadizas o finalmente hacer análisis de causa y efecto, sin realizar un discernimiento estructural de los hechos.
Lo ocurrido en UncÍa es un hecho ya anunciado, por lo siguiente; el actual modelo de Estado reinante en Bolivia, aunque llámenlo plurinacional socialista, es neoliberal, donde reina la total “desregulación” del mercado, con total soltura de la oferta y demanda. Hasta la fecha el actual gobierno no ha podido aterrizar en lo que respecta a qué modelo económico adoptar, no puede encontrar la receta propicia de qué modelo seria el aconsejable para un país dizque “comunitario”, cuando ni ellos mismos saben el significado ontológico de comunidad. Sin embargo para manejar a la res mansa deben de engañar usando muletillas “comunitaristas”.
El actual plan nacional de desarrollo del actual gobierno no contempla ni a mediano ni a largo plazo el empoderamiento del aparato productivo del país, me refiero que no existen planes para la incorporación de ingentes cantidades de desempleados al aparato “rentista” es decir contar con una fuente de trabajo y ser parte del asalariado. Por otro lado, el sueño americano de migrar ha acabado, la migración a la vieja Europa ha disminuido al contrario día que pasa se ven ingentes cantidades de familias que retornan. A la par, año que pasa se siguen sumando en Bolivia las personas en edad de trabajo, ¡pero no hay fuentes de trabajo!
Por otro lado, en el país ha existido territorios “sin Estado”, es decir la presencia del Estado es sólo nominal, pero institucionalmente nunca supo arraigar presencia, y uno de esos territorios es toda la región norte potosina, además de ser una zona reproductora de pobres de siempre. Una zona es pobre no porque sus tierras sean estériles como dice el defensor del pueblo, si así fuera Japón que tiene los suelos más pobres del planeta seria el país más pobre; pobreza significa ausencia de Estado, y esto es incapacidad de generar políticas efectivas para abordar la pobreza.
La actual política económica del gobierno beneficia a unos cuantos, entre ellos a los rentistas de siempre, pero también la actual política neoliberal beneficia a contrabandistas, comerciantes inescrupulosos, toda la cadena del narcotráfico y otros. Toda esta actividad que genera riqueza, son actos ilegales o son ilícitos, por tanto por donde se los vea son actos corruptos tipificados en la ley anticorrupción. Sin embargo esta generación de riqueza de manera ilegal es legítima a la hora de reducir la pobreza, algunos teóricos dirán que también los actos ilícitos generan empleo aunque informal e ilegal.
Ahora la corrupción se genera en muchos de los casos cuando la institución lo permite, y cuando se ve la desigual distribución de la riqueza Por tanto no es de extrañar que todos quieran subirse al carro de la corrupción, entre ellos policías, y otros; pues todos ven que no existen mecanismos efectivos que puedan controlarlos a ellos y sus acciones.
De esta situación ilegal e ilícita todo el mundo lo sabe, por todo ello, los pobres de siempre se cansaron de ser eternamente pobres y vieron una oportunidad de generar riqueza aunque para ello tengan que incurrir en delitos. La pobreza permanente, la desigualdad en el ingreso, el desempleo crónico, y sumado a ello la corrupción sostenible son caldos de cultivo para la emergencia de delitos. Pero también para ampliar radios de acción de los territorios sin Estado. Ni siquiera la ley anticorrupción podrá frenar la angurria del enriquecimiento ilícito, pues no existen controles efectivos para el enriquecimiento ilícito de chuteros, contrabandistas, narcotraficantes, comerciantes agiotistas y políticos inescrupulosos. Ante esta situación desigual, por supuesto y legítimamente que los demás, me refiero a funcionarios y policías también “quieren y desean” tener bienes suntuosos, que con sólo sus sueldos “jamás” podrían obtenerlos, sólo subiéndose al carro de la corrupción.
Lo acontecido en Uncia es únicamente el comienzo hacia un Estado sin derecho, y el sostenimiento de la espiral de la corrupción e institucionalización de ésta.
El gran desafío en la hora de las autonomías es para las gobernadurias, pues éstas están llamadas a ser verdaderos “agentes de desarrollo regional”. Por ello deben crear a corto plazo capacidad institucional para un abordaje con conocimiento y capacidad técnica, sin ello se seguirá improvisando y sus acciones caerán en saco roto. A largo plazo la gobernación deberá diseñar planes y programas de generación de riqueza en los territorios identificados como pobres sostenibles. La centralización de las políticas públicas ha sido nefasta para el desarrollo integral del país, las autonomías son una oportunidad para la generación de riqueza regional pues la autonomía significa “libertad” para la formulación y diseño de política pública, la gran interrogante es ¿estamos preparados para el ejercicio de la autonomía?
(*) Experto en desarrollo local
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