Lo que aconteció en pasadas horas, es una mezcla de hechos reales que son parte de un sino asà establecido y que se cumple inexorablemente, el destino, como manifiestan muchas personas que en una jornada especial permitió a centenares de personas disfrutar de la fiesta devocional de Oruro, para otras servÃa como un medio de lograr algunos recursos extras para el hogar y para ocho personas representó una tragedia fatal que además complicó a otras 40 que resultaron heridas.
Todo se desarrollaba de la manera prevista con la participación de los conjuntos folklóricos cumpliendo el recorrido de cuatro kilómetros para llegar a los pies de la Virgen del Socavón, en cumplimiento de su promesa y esperanzados plenamente que sus pedidos a la Patrona se cumplirán en tiempo breve. Es la fe que hace posible la participación de miles de personas, en una simbiosis inigualable que une devoción, esfuerzo fÃsico, gusto coreográfico, respeto a tradiciones y sobre todo una creencia absoluta en la respuesta que cada quien- y son miles- espera al cumplimiento de los tres años de baile en alguno del medio centenar de conjuntos que tienen casi una veintena de especialidades de variada esencia, sentido y contenido humano, difÃcil de imitar en otras latitudes.
Este movimiento que se produce en la alta tierra de los Urus anualmente y que reúne a miles de visitantes, nacionales y extranjeros, es propicia para realizar paralelamente una variedad increÃble de negocios, desde los que se producen con caracterÃsticas industriales y de amplio mercado comercial, especialmente las bebidas alcohólicas, como otros negocios de menor cuantÃa pero de intenso movimiento a requerimiento directo de los más de cincuenta mil danzarines que están deseosos de tener todo listo en materia de disfraz, máscara, y en el caso de las mujeres, un toque final de maquillaje y arreglos de acuerdo a los grupos de danza en que demuestran sus habilidades.
Los negocios de carnaval se dan de ese modo y por supuesto, la ocasión festiva de algunos dÃas, pero principalmente de sábado y domingo, permiten a gente de escasos recursos obtener un ingreso adicional que por supuesto es de beneficio en muchas familias no sólo orureñas, pues se sabe que muchos comerciantes vienen de otros distritos para aprovechar la coyuntura de temporada.
Una relación lamentable de algo que sucedió como producto seguramente de un descuido, de cierta imprevisión, pero al mismo tiempo como parte de una jornada en que se mezclaron fiesta, necesidad y tragedia. Destino inevitable, pero que tampoco justifica que gente necesitada exponga su vida y la de otras circundantes, porque lo que falta en muchos hogares, son recursos para que sobrevivan familias.
Fuente: LA PATRIA
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