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Domingo 11 de febrero de 2018

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Revista Dominical

Artesofía andina del Carnaval de Oruro

11 feb 2018

Por: Ponciano Wilcarani

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El contexto social

Desde hace mucho tiempo vivimos una secuencia de crisis civilizatoria, tanto a nivel regional, continental, como global. Lo que el Club de Roma, en forma embrionaria había advertido en los años 1968. Hoy este vaticino estamos viviendo y observando con nuestros ojos: El desequilibrio ecológico manifiesto en cambio climático, el deteriorado de los fenómenos naturales que origina el calentamiento de la tierra, las inundaciones, sequías y la aparición de nuevas plagas forestales y enfermedades que transcurren a una velocidad cada vez mayor. Esta crisis ecológica viene acompañada de una crisis alimentaria, financiera, económica, identitaria, una crisis de legitimidad política en muchas partes del mundo, la crisis de valores, la crisis espiritual y la crisis de esperanza para superar las condiciones actuales de vida de la generación joven que mira el futuro de forma tenue e insegura.

Sin embargo, las manifestaciones colectivas traducidas en costumbres y tradiciones se encuentran incólumes, porque es una expresión de otra filosofía de vida y esperanza, pese a los problemas que sopesan en lo político-social, económico y sociocultural; la vida sigue su curso, el intersubjetivo de miles y miles de protagonistas del Carnaval de Oruro enfrenta con fortaleza esta crisis, esperanzados de encontrar tiempos mejores -el pachakuti- y con la frente altiva puesta al futuro que está en el pasado, mirando el cóndor de los Andes que vuela por las alturas hacia al naciente, que es su símbolo arribista, triunfador y luchador con ñeqe y qamasa.

Orígenes del carnaval

De acuerdo a una breve revisión literaria sobre el carnaval en el mundo, encontramos muchas versiones, como una fiesta popular de mayor tradición y arraigo social en la historia de la humanidad. Su origen de mayor aceptación está anclado a rendir culto a los dioses con rituales a Baco, -el Dios del vino-; también en las fiestas que se realizaban en honor al buey Apis en Egipto; o en las "saturnalias" romanas, en honor al Dios Saturno. Como podemos ver el carnaval fue sagrado, motivado en personajes visibles o imaginarios, acompañados de músicas, danzas y actos rituales en diferentes espacios y tiempos (Pacha).

El carnaval en el coloniaje

Algunos historiadores aseguran que los primeros carnavales se remontan a la antigua Sumeria de hace más de cinco mil años, pero el fenómeno de la transculturación de esta celebración llegó a Egipto y posteriormente al Imperio Romano, desde ahí se difundió por toda Europa, siendo traído a América por los navegantes españoles y portugueses (Invasores, 1492). En el periodo del coloniaje a partir del siglo XV tuvo notable influencia hasta lograr la vigencia de una tendencia religiosa cristiana, pero también sirvió para despojar, desconocer a las deidades locales, imponiendo gradualmente el Dios importado. Pese a la resistencia de los pueblos originarios al colonialismo, este proceso continúa sin retroceso, mediante la aculturación forzosa, mediado por la interculturalidad que da origen a la hibridación cultural, manifiesta en el sincretismo religioso.

Adopción y sincretismo

Este fenómeno dio origen a la aceptación del dios occidental, adoptando a los sistemas simbólicos espirituales de los pueblos como una forma de fusión de dos vertientes espirituales, creándose de esta forma la simbiosis cultural, mediante la práctica de los rituales de agradecimiento a la Pachamama, al sol, la luna y otras deidades andinas, sin descartar la práctica y asistencia a la misa cristiana concelebrada por los religiosos, manifestando de esta manera la interreligiosidad.

Este proceso en el transcurrir del tiempo valió para adoptar la tradición cristiana occidental precediendo a la cuaresma. Entonces el término carnaval proviene del latín de la edad medieval carnelevarium, caracterizada por la prohibición religiosa de consumir carne durante los días que dura la cuaresma, que es un compromiso social con la iglesia católica.

En la actualidad el carnaval representa la práctica híbrida de deidades andina-occidental en los meses febrero y marzo de cada año, una mezcla espiritual y con fuerte expresión de elementos de carácter social comunitario de los pueblos que predomina en su celebración; por ejemplo el respeto a los ciclos de celebración de las danzas acompasadas de la música interpretada con instrumentos propios construidos por ellos mismos que se toca en jallupacha Los rituales a la Pachamama y otras deidades se ofrecen con una llama blanca, cordero o un toro, la mesa blanca, la q´oa, coca, el alcohol y otras bebidas para la ch´alla, como expresión de agradecimiento a la Madre Tierra, a los serenos de la música, a los achachilas, cerros, montañas, ríos, colinas, montes y otros sitios sagrados.

El pepino como personaje del carnaval

El carnaval del periodo colonial durante el reinado de los Reyes Católicos, ya era costumbre disfrazarse en determinados días del carnaval, con el fin de protagonizar bromas en los sitios públicos, hasta que en 1523 el Rey Carlos I emitió una Ley, prohibiendo las máscaras y enmascarados, porque eran artificiosas y generaban conflictos. Posteriormente fue el Rey Felipe IV quien se encargó de restaurar el esplendor de las máscaras como un acto de corresponder a las necesidades de uso de la población.

Bajo ese antecedente histórico carnavalero, hoy se pueden observar a los pepinos disfrazados de atuendos cómicos, con antifaz y con caretitas diversas, que bailan con una persona femenina haciendo una pareja o en cambio solos y libres, improvisando coreografías al compás de la música andina o música popular sin necesidad de entrenamiento coreográfico.

El carnaval contemporáneo

Con el discurrir del tiempo, el carnaval ha tomado formas y estilos diferentes según el contexto social, pero la mayoría adoptó elementos externos a las características culturales propias de cada país. Así por ejemplo, en Latinoamérica fueron incorporando elementos originarios propios de los pueblos milenarios del Abya Yala, alcanzando ribetes místicos, espirituales ancestrales, como también se pueden ver adaptaciones de vestimenta occidental a las indumentarias y costumbres ancestrales.

Hoy la expresión popular se celebra en distintas partes del mundo, haciendo que los escenarios donde se desarrollan atraigan a miles de turistas de otras latitudes del mundo, para sentir, vibrar y cantar con el paso de los conjuntos o comparsas. Así, por ejemplo, en el carnaval de Rio de Janeiro en Brasil, el fastuoso carnaval de Oruro en Bolivia, el carnaval de Venecia en Italia, o el de Gualeguaychú en Entre Ríos de Argentina, son apoteósicas expresiones de transmitir el goce, la alegría y felicidad que los caracterizan haciendo que danzarines y espectadores se contagien con el andaluz rítmico de las "batucadas", disfrutando de un espectáculo emotivo lleno de brillo, colorido y sonidos melodiosos sin precedentes.

El Carnaval de Oruro

En una amplitud semántica la "Crisis" significa, "tiempo de decisión" y la filosofía, la crítica, valoración y proyección a futuro. Esa es la concepción andina de los pueblos, una posición contraria a los desajustes ambientales, económicos y debilidades de valores humanos, en nuestro país Bolivia. Ante ese problema se sobrepone la filosofía milenaria de las culturas antiguas como es la abundancia ante la miseria, la identidad ante la asimilación foránea, la convivialidad econbiótica, la vida comunitaria en compartimiento, la alegría mediante el arte, música, danza, la manifestación de multitudes que significa la mayor expresión cultural que es el Fastuoso Carnaval en la alta tierra de los Urus, exótico por cierto en su forma y contenido, confluyen mitos, leyendas, sistemas simbólicos espirituales y filosofía expresiva, ch´allas y rituales a la Pachamama (deidades andinas), la devoción a la Virgen del Socavón símbolo de la Virgen María (Religiosidad cristiana impuesta). La fusión de estos elementos culturales occidental-andino, genera el sincretismo y una expresión simbiótica con alto grado de elementos propios ancestrales.

La exégesis del carnaval nos permite acercarnos más para ver la adopción de rasgos externos. Una visión caleidoscópica diversa y mágica, creada y reconstruida con otras formas expresivas de la pluriculturalidad de los pueblos. En ese limbo, la filosofía de vida de los pueblos responde con fuerza categórica a la crisis civilizatoria, su sentimiento y visiones del otro mundo y la vida totalmente distinta que presenta peculiaridades. Las fraternidades conllevan en lo más alto la identidad y prestigio de cada conjunto de danza y su mágica interpretación musical, compuesto por maestros que dialogan con los serenos y los dioses de la música, para crear nuevas composiciones que acompaña a las diferentes danzas del carnaval. Retomando de esta forma su cosmovisión que es su naturaleza de vida. No se trata un mero ejercicio mental o acrobacia intelectual, más bien tratamos de filosofar la magnífica presentación del carnaval.

El balance de la economía

No estamos en el lodo de la maximización de las ganancias y el placer del disfrute y consumismo desenfrenado, llenando divisas monetarias a las arcas de la oligarquía neoliberal-capitalista. Si el carnaval mueve la economía popular es porque presenta estigmas de horizontalizar y balancear la dinámica de la economía popular, mediante la venta y compra de productos carnavaleros, redistribuir el dinero hacia la mayoría de la sociedad y a las que más necesitan, quienes encuentran el escenario propicio para paliar la economía doméstica familiar, mediante la venta de diferentes productos, como alimentos, bebidas, múltiples servicios y otros, a los visitantes y lugareños. Por otro lado, la confección de disfraces, la construcción de caretas y todo tipo de uniforme multifacético del carnaval tiene su precio, el acompañamiento de la música a cargo de las bandas compuesta de 30, 50, 100, 150 hasta 250 integrantes también tienen su costo.

Con esa entelequia del arte fascinante, el carnaval es una enacción cultural que existe, una ontología interactiva relacional que comparte el sentimiento, vive y disfruta con los demás, lo que se ha construido colectivamente con sus ideas, pensamientos y sentimientos propios, hecho con sus manos en el transcurrir del tiempo, una filosofía de vida paradoja a la ontología occidental. El tejido cultural y la trama simbólica patentizan como una obra maestra tangible e intangible de la humanidad de carácter mágico.

Música y danza

La artesofía es un neologismo que pretende explicar la forma de conocimiento intuitivo expresada a través de emociones, sentimientos, estados de ánimo, ideas y formas de pensar del virtuoso en un momento histórico de la vida. Cada etapa que transcurre influye en la cosmovisión del ser humano que crea y recrea el arte musical de forma caleidoscópica.

El enigma artístico origina una cadena de expresión de elementos musicales como la melodía, armonía sonora, construido en acordes de la escala pentatónica o diatónica, acompañado con un instrumento de percusión que marca el ritmo. La expresión sonora equivale a un estado sicológico de ánimo, una realidad intersubjetiva, una cuestión fenomenológica natural, que se producen en un hecho festivo del carnaval, una celebración, un ritual religioso, como circunstancias de la vida y también al hecho crucial de la muerte.

Para crear música se requiere un espacio libre sin ruidos, porque la inspiración suele llegar solamente en estado de quietud y contemplación. El proceso de componer una obra sencilla o compleja es enteramente un trabajo mental imaginario, que se transcribe en un pentagrama, punteando algunos esquemas armónicos, acompañado de un instrumento que le sirve para reproducir cada frase musical. La frase musical es un conjunto de sonidos que forman una idea musical con sentido propio; ésta comprende dos partes, una que actúa como pregunta y otra como respuesta. La pregunta tiene sentido de interrogación que tiende a ascender. La respuesta da sensación de final y tiende a descender.

Ahora ingresamos a la filosofía de la música. Según Arturo Hernández Platón, el gran filósofo griego, decía que: "La música es un arte educativo por excelencia, se inserta en el alma y la forma en la virtud". En otra oportunidad le preguntaron al genio de Bonn a Ludwig Van Beethoven, qué era la música, él respondió: "La música es una revelación más alta que la ciencia o la Filosofía". Son muchos los conceptos que se tienen sobre la música, pero este maravilloso arte fue motivo de una constante reflexión filosófica por grandes pensadores; lo que nos permite deducir que la expresión musical se halla vinculada a la Filosofía desde los albores de la vida humana, asociado al origen del Universo.

Para una exégesis del carnaval de Oruro, daremos un lugar especial para pensar y repensar, reflexionar sobre la filosofía de vida (Suma Qamaña) de los pueblos milenarios del Abya Yala, su sabiduría y cosmocimiento, protagonizados a lo largo y ancho de la pacha (tiempo-espacio), donde se crean y se tejen pensamientos y sentimientos (metafísica), la reproducción de las relaciones ecobióticas, lo más profundo del ser humano, su relación con el somos, la naturaleza y los seres metafísicos representados en personajes mitológicos del carnaval de Oruro.

Desde el paradigma cualitativo de la ciencia, tratamos de desentrañar los ethos y eidos culturales de la manifestación multitudinaria de los Andes como es el carnaval, protagonizado por mestizos de raíz Uru, kolla aymara, kichwa y otras nacionalidades que originan la simbiosis cultural para entender e interpretar la cosmo-convivencia en la tierra de los Urus, una expresión holística e integral en su manifestación. Una configuración multifacética, que con seguridad significa un sincretismo religioso, una fusión de dos vertientes culturales (andina-occidental), una trama muy peculiar con adopciones de lo atávico con lo contemporáneo, con elementos foráneos europeos y propios.

En ese escenario trataremos de explicar la complementariedad de elementos de la ciencia positivista (Del francés Augusto Comte) y con predominio de la fenomenología (Conciencia del individuo y las cosas como se manifiestan y se muestran), lo metafísico inconmensurable que es su naturaleza de ser como expresión espiritual, cargada de mitos y símbolos espirituales tejidas en el secular del tiempo.

Filosofando el arte musical del carnaval de Oruro encontramos una riqueza inmensa del arte milenario que todavía falta conocer y entender sus mensajes y sus sistemas simbólicos, la simbiosis del arte, la resistencia a la asimilación del repertorio occidental, la adopción de elementos sonoros a los esquemas melódicos y armónicos nuestros.

La vertiente musical andina

El análisis técnico académico musical nos ha permitido conocer a profundidad, que la denominada música boliviana está estructurada en base a la vertiente musical pentatónica andina, sobre la cual giran todas las músicas populares, agregando el sexto y séptimo tono que sirve solo de ornamento. En esa premisa, las diversas creaciones de nuestra música tiene raíz aymara, Kichwa y otras culturas ancestrales, sean marchas, valses, boleros adaptados en el gran continente Abya yala, cumbias, baladas, cuecas, wayños, morenadas, diabladas, caporales, tinkus, phujllay y todas las formas musicales del carnval. También es digno mencionar la presentación de pinkilladas, o tarqueadas, como mozeñadas, ajustados al tiempo de lluvias y humedad conforme al calendario festivo de nuestros pueblos. En tiempo seco se tocan todas las músicas del Siku y sus derivados.

Lo asombroso es, que la música pentatónica no ha perdido su esencia, estudios revelan que la cualidad del arte musical ancestral se transmite vía herencia genética, por tanto el arte musical atávica solo puede extinguirse con la muerte física de los pueblos, mientras vivan habrá siempre música pentatónica, pentafóinica, pentamodal. Pero con grandioso engaño nos metieron a cabeza eso de manifestación folklórica de los pueblos según el inglés William John Thoms, que según este autor corresponde a los pueblos, que por su carácter etnocétrico colonial, no encaja al pensamiento de la manifestación del arte andino-amazónico, porque desjerarquiza social y artísticamente.

Lo esotérico de la armonía

Los músicos del Abya yala crearon la octava que es la base inicial de la armonía que hoy está vigente en todo el mundo, una prueba de ello es la distancia de ocho sonidos que existe entre la sanka de sonido profundo (bajo) de la tarka y la 8va que es el chili o ch´uli de sonido alto agudo (tenor), en la misma nota, en el siku ocurre lo mismo, los maestros que construyen estos instrumentos conocen a la perfección esta afinación. Por otro lado la 4ta justa que desempeña el instrumento intermedio denominado mala en tarka como una gama melódica muy peculiar que armoniza y que en ninguna parte del mundo se puede escuchar esta armonía.

La integración

Sin apasionamientos el carnaval de Oruro en la actualidad se ha consagrado en la expresión cultural más grande de estos tiempos, por sus valores socioculturales y la participación de extranjeros que bailan en las diferentes fraternidades de danza, la visita de turistas de los más de tres continentes del mundo. Un escenario social de convergencia de pensamientos y sentimientos; se ha convertido en la integración de identidades, la naturaleza de convivir en comunidad (Fraternidades de danza), lo que no se puede ver en la vertiente civilizatoria occidental. Estos colectivos que crean y reconstruyen de forma permanente su identidad propia con relación a las demás agrupaciones, se diferencian por sus temas propios, como morenadas, diabladas, caporales, tinkus, tobas y otras danzas. La coreografía incomparable; la indumentaria diversa de matiz multicolor y modelos de caretas que les distinguen de los demás y lo más importante es el cariño y amor al conjunto que le dan los directivos y fraternos, no importa el costo económico y el tiempo que destinan para organizar, ensayar y presentar con eximios despliegues que reafirma su prestigio en el antruejo carnavalero.

Es una manifestación cultural que fusiona espiritualidades, pensamientos y sentimientos, filosofías de la vida, manifiesta en la acción de vivirla, disfrutarla llegando al deleite sin límites, porque se siente en lo subjetivo de quienes son protagonistas de este evento de mayor alcance internacional.

Lo comunitario

En el carnaval podemos ver la reedición de las relaciones parentales espirituales socialmente valoradas en el seno comunitario, caracterizada por su forma horizontal con equilibrio. Sin prejuicios, sin ambages. Sin sobreposición de estratos sociales, ni acondicionamientos externos, ellos construyen las reglas para todos los participantes de organización de danza. Por otro lado, es el escenario de la reedición del ayni o la reciprocidad, cuando uno invita un par de botellas de cerveza se retribuye o se devuelve el doble, que adquiere su naturaleza de relacionamientos en creces, porque permite conocer amistades, entablar conversaciones sobre múltiples temas, llegando a crear familias espirituales y así se construyen las redes sociales parentales de todo tipo para fortalecer el colectivo de danza. El compartir entre fraternos y hermanos y hermanas de la fraternidad permite destocarse de prejuicios y cargas sociales.

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