El Tinku, encuentro y ritual de los pueblos guerreros

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Varias corrientes antropológicas tratan de responder a los cuestionamientos o la simbología tradicional del Tinku. Empecemos en un concepto que a lo largo de los años fue constituyéndose para una comprensión universal, es decir por los criterios de los hechos simbólicos tradicionales que generarían el Tinku, pues explican que si bien son formas colaterales e incompletas, no dejan por ello de tener importancia.

EL MACHISMO

Según el antropólogo orureño, Antonio Revollo, el machismo como principio comprendería la hegemonía del "khari" u hombre, sobre sus inter-pares, expresión simbólica del "chachacpende", es decir, un acto resolutorio unilateral del hombre como sinónimo de mando o gobierno. Sin embargo, este principio no es conocido en las prácticas de los pueblos andinos, sino que por el contrario es dual y complementario.

También se explica la práctica del Tinku como fenómeno ritual de carácter obligatorio dentro de una comunidad para alcanzar la mayoría de edad, en la que el individuo sea capaz de contraer obligaciones y adquirir derechos.

Volviendo al concepto de encuentro, también hace inherente a un significado de características guerreras siendo una particularidad dentro de las costumbres de los pueblos del Norte de Potosí y del Sur de Oruro, donde en una temporada determinada se convierten en escenarios de sangre para solicitar abundancia y fertilidad de la tierra.

Ya en un contexto más propio, el Tinku es una danza que la integran hombres y mujeres siendo una de las especialidades que hacen al Carnaval de Oruro una manifestación muy particular, única en el mundo, cuya agrupación o conjunto folklórico más antiguo destaca a los Tinkus Tolkas fundado en agosto de 1981, siendo un punto de partida para la creación de otros de la misma especialidad hasta la actualidad.

DANZA

La agilidad y dureza de los pasos es la principal característica en la danza del Tinku, cuyos bloques son integrados por la juventud, no solo de Oruro, sino que también arriban del interior y exterior del país innovando coreografías donde los danzarines ejecutan pasos, específicamente agachados, algunos con monteras o cascos fabricados con piel de oveja, otros con los puños cerrados y guantes de cuero animal imitando la furia antes de iniciar una pelea.

Los Qaqachacas, Laimes, Jukumaris son representados por jóvenes de porte singular, denotando por un lado el ritual de la pelea del Tinku, y la danza costumbrista regional del occidente que con el paso de los años continúa adquiriendo mayor fuerza.

No es extraño hacer referencia de la práctica de esta danza fuera de nuestras fronteras, donde algunas expresiones aseguran que dio lugar a la existencia de tergiversaciones, pero a su vez en un fundamento positivo al ser una forma de significar otra tradición o rito de algunos pueblos de Bolivia, ya que la misma se hizo popular inclusive en el exterior, donde sin conocer su significado bailan al compás de la música boliviana.

Fuente: LA PATRIA