¡Mujer, ahí tienes a tu hijo! ¡Juan, ahí tienes a tu madre!
10 feb 2018
Miguel Manzanera SJ
En 1993 la Iglesia Católica instituyó la Jornada Mundial del Enfermo y la unió a la celebración de la Virgen de Lourdes, el día 11 de febrero. Para este año 2018 el Papa Francisco ha elegido como lema las palabras que antes de morir Jesús, clavado en la cruz, dirigió a su madre María y a Juan, el discípulo amado: "Mujer, ahí tienes a tu hijo... (Juan) ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa" (Jn 19,26-27). Hacemos un resumen del mensaje papal con algunas reflexiones personales.
Jesús moribundo mostró que la cruz, lejos de ser una tragedia sin esperanza, fue el lugar donde culminó su vida de amor. La Virgen María, calificada por Jesús como "Mujer" adquiere un rol esponsal. Al pie de la cruz el corazón de María fue también traspasado místicamente por la lanza que abrió el costado de Jesús (cf. Lc 2, 35). Ella renació por el agua y la sangre que juntamente con la Rúaj (Espíritu) brotaron del corazón de Jesús (cf. Jn 3, 5). Así María fue constituida Esposa de Jesús y al mismo tiempo madre de Juan, el discípulo amado, quien representa a la Iglesia que nace de esa unión mística.
50 días después, en la fiesta de Pentecostés, la Trinidad Divina envió al Espíritu (Rúaj) para confirmar la fundación de la Iglesia como la nueva Familia de los Hijos de Dios. En ella María es la imagen visible de la Rúaj Divina. Los apóstoles con los hermanos y hermanas de Jesús formaron la nueva comunidad de la Iglesia con la misión de hacer el bien y de evangelizar.
Con ello queda constituida la primera comunidad eclesial que no era simplemente una organización humana, sino que inició la Familia de los Hijos de Dios. Desde sus comienzos la Iglesia siguió el ejemplo de Jesús que con amor preferencial llamó a los pobres, a los enfermos y a los pecadores. Los enfermos corporales eran sanados (cf. Jn 5,6), los muertos, resucitados (Jn 11), los pecadores, perdonados (cf. Jn 8,31-39) y los endemoniados, liberados (Mc 5, 1-20). Con ello se mostró el infinito amor misericordioso de la Familia Divina a los hombres.
?l mismo, Jesús envió a sus discípulos a proclamar el Evangelio del Reino, dándoles poder de curar y de perdonar: "A los que crean, les acompañarán estos signos: impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos" (Mc 16,17-18), tal como realizaron Pedro (cf. Hch 3,4-8) y Pablo (cf. Hch 14,8-11). Además les dio poder de perdonar: "A quienes perdonen los pecados, les serán perdonados" (Jn 20, 21-23).
Los cristianos debemos acoger con cariño a las personas enfermas con las que Jesús se identifica (Mt 25, 35-46). Para ello se necesita una gracia especial. De hecho la Iglesia durante toda su historia casi bimilenaria ha mantenido vivo ese amor preferencial hacia los enfermos en todo el mundo. En muchos países donde los sistemas sanitarios son inadecuados o inexistentes, la Iglesia se esfuerza por suplir esa deficiencia atendiendo a las personas pobres, ofreciendo una mejor atención sanitaria y haciendo crecer la atención hacia ellas. Hay médicos cristianos que subrayan el respeto a la vida y a los valores morales, combatiendo el aborto y la eutanasia.
Hay congregaciones religiosas que incluyen en su misión la atención a los enfermos, llevando hospitales y clínicas altruistas sin afán de lucro. La caridad requiere respetar y tratar a la persona enferma en toda su dignidad siguiendo el testimonio de Jesús.
La pastoral de la salud ha sido y siempre será una misión esencial de la Iglesia. No podemos olvidar la ternura y la perseverancia de muchas personas que acompañan a sus enfermos crónicos o discapacitados graves. Esa atención es un testimonio extraordinario del amor que merece toda persona a la que hay que atender con conocimiento adecuado y políticas apropiadas. El personal médico y todas las personas que cuidan a los enfermos participan en esta misión de caridad, creando una responsabilidad compartida que enriquece el valor del servicio diario.
Añadamos que esta reflexión nos hace comprender mejor el misterio del Dios cristiano. A diferencia de otras religiones y creencias, nuestro Dios no es unipersonal, sino que está constituido por la Familia Trinitaria quien envió al Hijo con la misión de hacer de la Iglesia su propia Familia. Para ello fue elegida María como imagen humana de la Divina Rúaj (Espíritu), Esposa de Dios Padre y Madre de Dios Hijo.
Ella con su amor maternal enseñó a Jesús a amar a los más necesitados. Ahora ha recibido el poder de liberarnos del poder diabólico y de todos los males corporales y espirituales. Si acudimos a Ella con oración humilde y perseverante.nos ayudará también a nosotros a insertarnos como hijos en la Familia Divina. Por todo ello la veneramos como Madre de los enfermos.
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