Viernes 09 de febrero de 2018
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Como sucedió en otros años, la coincidencia de fechas, para conmemorar el aniversario cívico y al mismo tiempo el Carnaval, las dos instancias de especial importancia para los orureños, pues en ambos casos se relieva el sentimiento de respeto y cariño hacia la tierra de valientes y el centro más importante del país para mostrar una simbiosis in comparable de paganismo, devoción y folklore.
Según la leyenda sobre el nacimiento de la danza de la diablada, la misma refiere la presencia particular de los trabajadores mineros, que abandonan los oscuros socavones y salen a la luz del día para expresar su devoción a su Patrona la Virgen del Socavón, a la que dedican su baile, devoción y esfuerzo, sin dejar pasar el hecho como una promesa a cambio de un pedido íntimo que se cumplirá por efecto de la fe en la milagrosa "Madre de los mineros".
Y en el hecho pagano que es la simbiosis de este proceso único en su práctica religiosa, los mineros también adoran al diablo el "Tío de la mina" y el proceso de este hecho se patentiza en la danza de los diablos, que en su contenido coreográfico y una representación teatralizada, muestra la lucha del bien contra el mal. Se impone el Ángel Gabriel, que domina a los siete pecados capitales y logra la obediencia de luciferes, satanaces, de la pícara diablesa y de los centenares de diablos.