Loading...
Invitado


Domingo 04 de febrero de 2018

Portada Principal
Revista Dominical

La Virgen María de la Candelaria del Socavón

04 feb 2018

(Datos históricos y teológicos de la celebración) ? Por: Juan Suárez Flores

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

¡FEBRERO! Ya está aquí, blanco de escarcha y coronado de luces. Y a sus puertas, la Candelaria alza sus candelas encendidas por el pueblo orureño para acompañarla con gran gozo y fiesta. Viene en medio de ellas, constelación con ritmo de procesión vespertino, abriéndose en flor de humildad y pureza: Nuestra Señora, Santa María, la Madre de Jesús: ¡MARÍA!

La Ley Antigua era un Código de Justicia pareada con el Evangelio, que es el Código del Amor. El Levítico ordena: "Toda mujer, que dé a luz, quedará inmunda durante cuarenta días, si el fruto de su seno es varón; y sesenta si es hembra. Pasado el tiempo, ofrecerá en sacrificio un cordero y un pichón, o dos pichones solamente, si es pobre". Así la Ley.

Ese rito fue siempre sagrado entre los orientales y se observaba con escrupulosidad inviolable. Así también en Israel; pero sus gentes eran más aficionadas a palpar que a especular. Entendían la Ley a la letra, para poder medirla como mercaderes, a pulgadas o a palmos. Legalistas contumaces del sentido literal, ignoraban, por lo general su espíritu. Jesucristo indignado los llamó un día: "Hipócritas" y "Sepulcros blanqueados". Hay que advertir, sin embargo, que la Ley de la Purificación no suponía culpa: la mancha era puramente legal.

Por lo que se refiere a la Virgen, dice el Evangelio: "Cumplióse también para María el tiempo de su Purificación" (Lc. 2, 42). Bajo el Imperio de esa Ley nos había dado al Salvador; y siempre sumisa, se dispone Ella a cumplir el rito prescrito. Y recorre las dos leguas que separan Belén de Jerusalén.

Allá va María con su Jesús en brazos: una paloma blanca con una rosa en el pico. Y lejos va quedando Belén con sus contornos, pasaje de égloga y de zampoña pastoril, entre sus rebaños dispersos por los verdes valles y colinas.

Por aquellos caminos entreveía Ella las sombras de los grandes personajes bíblicos que por allí pasaron, recordando su figura y su mensaje: la de David, y su arpa desde la colina o desde el valle que tantas veces resonaba con la poesía de sus Salmos; la de Raquel, desde el abanico abierto de la palmera que sombrea su sepulcro; la de Abrahán, Isaac, Jacob y otros, que por aquellos parajes vivieron con sus esperanzas mesiánicas colgadas del hilo de los siglos.

Todos se den cita y álcense imaginativos a la vera de la andadura, para ver a María partir con su Misterio. Hasta las frescas aguas cantarinas de la "fuente sellada", donde sólo bebía el Rey; los macizos de rosales, granados y limoneros del "jardín cerrado", en que se recreaba aquél con sus íntimos, dando a los vientos los rumores de sus recuerdos.

La Virgen percibe delicadamente el quedo y mimoso quejido de las sombras y de las cosas, y camina presurosa. Y de pronto, tras un pliegue del terreno, ¡Jerusalén a la vista!, allá en la hondonada. El Templo descuella sobre el caserío abigarrado y punteado de torrecillas, "como una fortaleza de lumbre y oro". María y José, entonces, sueltan sus pensamientos hacia él: cada piedra de la imponente mole sagrada es, en el sol de la tarde, un grito cálido, un relumbre de profecía, un latido jubiloso. De lejos adivinan al que llega envuelto en la expectación de los siglos.

María inicia el descenso en medio de un oleaje de reflejos, de estremecimientos, del "vocerío quedo" de todas las cosas a las que la sorpresa impide gritar de alegría. Sólo los hombres, más insensibles que las piedras, callan a su paso.

Ambos, María y José, entraron en la ciudad por la puerta de Jaffa; pasaron ante el palacio de Herodes, el "monstruo" que degollaría a los inocentes. Por el natural instinto, con revelación providente, María apretó más a Jesús, el Niño-Dios, contra su corazón maternal.

La calle es un hervidero: caravanas de forasteros que llegan, traficantes que van y vienen, vecinos curiosos que miran, mendigos que suplican, mujeres con sus ánforas a la cabeza y sus pequeñuelos a la espalda, camellos tumbados junto a sus muros, con la mirada atónita a los transeúntes. A través de la aglomeración, zigzagueando calle arriba, van María y José, inadvertidos y silenciosos.

Ya entran por las grandes puertas del Templo, de par en par abiertas, mientras salen otras gentes de todas lenguas y condiciones. María con su Jesús en brazos; José llevando en la mano la jaula con los dos pichones de la ofrenda. Atraviesan los amplios pórticos de esbeltas columnas de pórfido y dorados, y caprichosos artesonados. Mientras, vestidos ya de los ornamentos sabáticos y descalzos, cruzan la "puerta hermosa" y suben por la escalinata de mármol, guarnecida de bronce, del atrio de las mujeres. Entonces, el sacerdote en funciones rocía allí con sangre a la joven madre y recibe la ofrenda.

Ambos esposos, recogidos en Dios Todopoderoso, Rey del mundo, contemplan cómo el Ministro del Altísimo consuma el sacrificio purificatorio, exprimiendo la sangre de un pichón contra la pared del altar, y esparciendo la del otro al pie del mismo altar. Así queda cumplido el rito, y María libre de toda "impureza legal". Así pensaría el descendiente de Aarón, ignorando que acababa de rociar con sangre un copo de nieve.

Esta festividad con la procesión de cirios benditos se celebraba ya por el siglo IV, inspirada en las palabras de Simeón: "Luz para alumbrar a las naciones". La peregrina Eteria nos describe en sus crónicas la solemnidad que se tenía en Jerusalén "en honor de la Señora". En la liturgia Romana no entra hasta fines del siglo XI, entre luminarias portadas por largas filas de devotos. De ahí su nombre eufónico y popular de "Candelaria". En el calendario promulgado por el Papa Juan XXIII (año 1960) se omite la denominación mariana; pero implícitamente queda el misterio evangélico, con toda la bella estampa de María: la Candelaria, porque lleva en sus brazos a Jesús, "Esplendor del Padre", "luz para todos los pueblos", "El Salvador".

Pero su devoción se ha extendido por toda España y por toda Hispanoamérica, principalmente en Oruro Bolivia.

La Virgen del Socavón es Candelaria.

Para tus amigos: