La falta de señales de tránsito en la ciudad es un problema que se arrastra de mucho tiempo y que pese a los reclamos de instituciones y personas no puede solucionarse, de ahí que como en la oportunidad presente a pocos días del carnaval de Oruro, cuando mucha gente del interior y del exterior visitará nuestra ciudad, debían extremarse recursos para solucionar esta deficiencia que dice muy mal de un centro urbano que con el título de Capital del Folklore de Bolivia, debería facilitar la presencia y el movimiento de visitantes.
No hay ninguna señalización que oriente sobre el movimiento de vehículos de servicio público, o existen paradas determinadas para abordar o desembarcar organizadamente dichas movilidades, que dicho sea de paso, se detienen en cualquier espacio, allí donde el ciudadano indisciplinado levanta la mano para tomar una movilidad o donde un pasajero pide quedarse, parte de la mala costumbre que los visitantes no conocen, porque de donde vienen las reglas para el uso de motorizados de servicio público son reglamentadas y cumplidas sin objeciones e identificadas con apropiada señalización.
La vergüenza especial en nuestro caso, que puede entenderse como parte del proceso folklórico en que desarrollamos nuestras actividades, por lo visto muy próximas a un tradicionalismo que complementa un cuadro negativo que en la observación seria de personas es altamente negativo y de pésima imagen.
No se sabe del funcionamiento apropiado de una división o dirección, como pueda estructurarse en el organigrama de la Alcaldía y de la Policía Operativa de Tránsito para manejar eficientemente los aspectos de señalización y semaforización que deben ser coordinadas entre esas instituciones para garantizar el ordenamiento urbano y el movimiento con seguridad de personas y vehículos.
Algo que también merece atención especial es la señalización de tránsito en las proximidades de unidades educativas, las hay en algunas calles, pero faltan en otras donde el tráfico vehicular es intenso y por lo mismo debe ser advertido del movimiento de estudiantes. Esas señales especiales deben complementarse con otras que regulan la velocidad máxima que generalmente debe ser de 10 km/hora para no poner en riesgo a la población de niños, jóvenes y hasta padres de familia.
Señales de tránsito hay muchas, algunas definen la zona escolar, otras sirven para reducir la velocidad, las hay para definir el paso de peatones, establecen como obligación límites de máxima velocidad y otras que prohíben el estacionamiento de vehículos, además de las que ordenan el sentido de circulación de motorizados. Otra señal característica para el paso de personas es el de anchas líneas blancas, conocidas como paso de cebras, sobre las cuales está prohibida la parada de motorizados en general, mientras funcione adecuadamente un sistema de semáforos, que con luz amarilla da vía libre a los transeúntes, situación técnica que en nuestro medio no se cumple ni por aproximación.
Se entiende que debe ser establecido un costo especial para la implementación de señales, presupuesto que insumen los municipios, incluyendo el sistema de semáforos y su adecuado funcionamiento, Tránsito se debe encargar del control, pero también personal municipal, en lo que atañe a exigir el cumplimiento de las disposiciones vigentes.
Hay necesidad de coordinar estos aspectos, por supuesto de difícil cumplimiento, pero lo importante es que se asuma responsabilidad en este asunto que puede subsanarse, por lo menos con una reparación en algunos casos y reposición en otros de las pocas señales existentes y que han sido dañadas en varias calles y avenidas de la ciudad, además del repintado de las cebras.
Fuente: LA PATRIA
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