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Domingo 28 de enero de 2018

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Cultural El Duende

Utilidad de los andamios

28 ene 2018

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Durante siglos, los hombres han venido subiendo y bajando por las paredes sólo para limpiarles la cara a los edificios o para maquillarlos.

Pero mañana voy a hacerme un andamio morado y con cuerdas de trompo amarillas. Voy a bajar desde el edificio más brillante, pero no voy a limpiar ventanas. No. Voy a vender dulces en las oficinas. Voy a llevar helados a los banqueros y turrones de almendra a los embajadores.

No creo que haya mucho problema con la alcaldía, ¿o sí?

Sí, sí, ya sé que en menos de una semana todos van a estar vendiendo cosas en los andamios, que van a empezar a colgarse diez del mismo edificio y va a parecer que el edificio tiene catarro o va a haber que regular el tráfico de andamios.

El gobierno municipal creará el impuesto al descuelgue, y Tránsito pondrá semáforos en las paredes de los edificios; además, es posible que la policía cree una abnegada especial ("Los Arañas" seguramente), que cuide que las cuerdas no se enreden.

Entonces viene la fase dos. Empiezo a prestar mis andamios por las noches, para que los enamorados que tengan a sus respectivas viviendo en edificios multifamiliares, puedan llevar serenatas. Primero será un andamio chico, para un tipo con una guitarra. Luego, puede que a iniciativa de algún rockero se tenga que hacer un andamio para hombre, guitarra y amplificador, o para todo el grupo, con batería incluida.

No faltará el que pida un andamio para descolgarse con el mariachi completo, lo que presentará problemas de aerodinámica, dado que hay que equilibrar los sombreros, el guitarrón y el andamio.

Para los más osados guardaré el andamio para la cena a la luz de las velas, con mesa, sillas, sombrilla, dos cocineros y un violinista rumano, si es que el relativismo cultural permite a los rumanos tocar el violín en un andamio y más en una cena romántica a la luz de las velas.

A estas alturas del campeonato, seguro viene Mr. Smith y me quiere comprar la patente, y yo, como no tengo visión de negociante, le respondo honradamente que no la he sacado, y que el andamio es patrimonio de la humanidad.

Mr. Smith, más feliz que final de serie yanqui, saca la patente y se hace rico con una transnacional de andamios inoxidables y hace que Michael Jackson grabe un videoclip en uno.

Michael se resfría y demanda a Smith, y Smith, pobrecito, putea contra mí y me quiere poner la patente de corbata.

Tras esta momentánea salida internacional, comunico que el desbarajuste sigue en mi país, porque un cumbiero se enteró de las serenatas y ya dio su primer concierto en un andamio, y ahora se hacen obras de teatro también: David Mondaca y Jorge Ortiz presentan "Sube y baja", primera tragicomedia que se escenifica en un andamio del Prado.

Con las elecciones, los políticos se pelean por el mejor descuelgue. Uno pierde votos porque tiene vértigo.

Los niños bien de la zona sur desprecian los andamios, pero luego ven los conciertos de rock y el video de Michael y también sucumben.

La ciudad ya no sabe qué hacer. Todo cuelga de sus paredes. Piden ayuda a los japoneses, pero están muy ocupados creando un juego para Nintendo con realidad virtual que da la sensación de estar a doscientos pisos de altura, suspendido en un andamio, con un robot que dispara láser.

¿Y yo? Yo camino nomás por las calles, satisfecho de haber jugado y permitido que los demás jueguen, y probablemente saque a Patita a pasear, al cine o... a mirar los andamios.

Leonardo Bacarreza Antonio.

La Paz, 1976. Escritor y narrador

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