La plaza Manuel de Castro y Padilla

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Un lugar que está en el mismo corazón de la ciudad de Oruro, es la Plaza Manuel de Castro y Padilla. Las calles que la rodean son principalmente la Soria Galvarro y también la Adolfo Mier.

Quizá los citadinos no le dan mucha importancia a este sitio, sin embargo, está lleno de sorpresas. Antiguamente cuando se erigió la Villa San Felipe de Austria, hoy Oruro, este sector se denominó como la Plaza Menor, ya que la Plaza Mayor, es lo que conocemos hoy en día como la Plaza 10 de Febrero.

En la plaza menor solo podían estar los criollos o indios. Muy al margen de ese concepto discriminatorio ejercido durante la Colonia, este lugar sería testigo mudo de muchos episodios de la vida de Oruro.

Allí se refugiaron sus paisanos y esclavos, la casa fue quemada con ellos adentro. Asimismo, lo que hoy es la calle Soria Galvarro, fue una verdadera alfombra de sangre y restos humanos durante aquel día de revolución.

Por otro lado, la Plaza Manuel de Castro y Padilla, fue un lugar de recogimiento familiar y de amigos. Según versiones de los abuelos, al frente de este sitio había una casa en la que una señora se encargaba de preparar los riquísimos helados de canela y la gente lo degustaba sentado en los bancos de la plaza.

En el centro se ubica una glorieta y también en tiempos antiguos se colocaba una bobina que reproducía los sonidos de un gramófono y la gente se deleitaba con la música que se transmitía.

Hoy en tiempos modernos, el lugar quedó remozado, con una nueva cara. Una fuente de agua que alegra la vista y la exuberante vegetación que llena de gozo el corazón. Ahí está en el centro mismo de la ciudad, esta plaza única por sus características propias, donde hoy en día se convirtió en el lugar de encuentro de los colegiales que dan rienda suelta a sus aventuras y travesuras.

Fuente: LA PATRIA