Viernes 26 de enero de 2018
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Editorial y opiniones
Remembranza a una eximia musicóloga orureña: Sarah Ismael
26 ene 2018
Raúl Pino-Ichazo Terrazas
Hay poca gente que no haya escuchado el nombre de Beethoven, las famosas primeras cuatro notas de su Quinta Sinfonía, o los primeros acordes de la Oda a la Alegría. Beethoven es uno de los más reverenciados compositores de la historia de la música del mundo occidental. ¿Por qué?, debido a que Beethoven poseía un don único para la comunicación musical; irradiaba una inequívoca intencionalidad que lograba que su música sea totalmente accesible.
La participación de la fuerza emocional de su música es conscientemente entendida y sus revolucionarias ideas no son difíciles de apreciar.
Beethoven es mundialmente reconocido como un gran, sino el mejor compositor musical entre todos los sinfónicos, porque fue el más destacado en descomponer y separar las reglamentarias fórmulas de un estilo clásico de la sinfonía; esfuerzo maestro que lo erigió como el icono de la literatura musical con sus nueve sinfonías que son realmente conmovedoras, una más que otra, según la sensibilidad y profundidad de conocimientos musicales del oyente.
Se lo cita como un verdadero revolucionario y su revolución influyó no sólo a toda la pléyade de compositores de su época sino a los que se incardinan en los próximos siglos; su revolución fue para cada nivel de la música de su época: en la armonía, en la melodía, en el ritmo, en la formalidad, en lo dramático, en la expresión personal y emocional, o sea, un cuadro revolucionario que ningún compositor se atrevió a encarar con decisión perseverante e inexpugnable.