Hace una semana el presidente de Estados Unidos, Donald Trump cumplió su primer año de mandato en la Casa Blanca, con una mínima aceptación ciudadana que no llegó ni al 40 por ciento de aprobación de su trabajo, considerándose el hecho como el de más bajo nivel en la historia moderna de Norteamérica.
Generalmente los mandatarios "de estreno" en el gobierno estadounidense lograban una aprobación de su electorado que apoyaba el inicio de un buen plan de operaciones en el país, para desarrollar luego el proyecto propuesto en función de diversos compromisos y las instancias para mejorar condiciones de vida, de orden social, de sostenimiento de valores humanos, vigencia de la democracia y lo más importante, mantener incólume el "poderío" característico de una nación que no admite retrocesos en su línea típicamente dominante.
En los procesos de gobernabilidad, no solamente en el coloso del norte, sino también en los más prácticos de Europa o los tecnificados de Asia y hasta en los más modestos de Latinoamérica, sucede el fenómeno inverso, es decir que flamantes mandatarios comienzan con mucho ímpetu, muestran entusiasmo y voluntad, recogiendo un alto porcentaje de calificación positiva.
Los mandatos generalmente de cuatro o cinco periodos, muestran el paulatino desgaste de la imagen de los gobernantes, arrastrando a sus inmediatos colaboradores y complicando al Estado bajo su mando, por tanto el deterioro va disminuyendo según pasa el tiempo y en la medida que no se disponen remedios para curar algunos males, propios del mal uso del poder estatal.
En el caso de Donald Trump, su primer año en el poder ha sido de resultados negativos, tanto así que en los primeros meses hasta se puso en duda la legitimidad de su mandato, tras la filtración de informes sobre posible injerencia del gobierno ruso para defenestrar a la candidata demócrata. El asunto todavía tiene aristas que no han sido eliminadas definitivamente.
Varias medidas anunciadas por Trump a tiempo de asumir el cargo comenzaron a implementarse, como el muro en México, el control de migrantes, ajustes en el pago de impuestos, y lo más llamativo por su signo de peligrosidad, la abierta desavenencia con el gobierno norcoreano, hasta llegar a la inaudita amenaza de apretar en cualquier lado el nefasto "botón rojo".
La fama de Trump en su trato con el sector femenino también tuvo su peso en la calificación del primer año de gobierno, pues según las encuestas ni el 30 por ciento de mujeres que viven en Estados Unidos aprobó la gestión del veleidoso Trump a la cabeza del Estado norteamericano.
Las críticas de los demócratas han sido muy duras al comienzo de la gestión amainaron en meses posteriores, frente a un apoyo cerrado de los republicanos hasta en 78 por ciento y sólo un 8 por ciento de apoyo de independientes.
Las encuestas que fueron realizadas y procesadas por la NBC y The Wall Street Journal, completan su interesante trabajo señalando que el 38% de los encuestados dijo estar "asqueado"; 24% se definió como "asustado"; el 23% está "esperanzado"; el 12% está "orgulloso" y el 11% está "enfadado". Muy pocos se atreven a perfilar el futuro, la mayoría espera cambios en el trabajo del mandatario y hay pocos señalan una posible inversión de modo que los próximos años, la calificación mejore.
Fuente: LA PATRIA
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