Hay un alcance de la gestión del presidente Evo Morales que no ha sido observado hasta ahora.
Desde que llegó este gobierno, ha dejado de lado, ha prescindido, ha declarado sobrante, a la elite paceña. Estas tres palabras podrían ser reemplazada por la palabra inglesa “redundant” que quiere decir “no longer needed”, es decir que era necesario pero ha dejado de serlo. En portugués también hay una palabra que podría servir: “desnecessário”.
Lo cierto es que la elite paceña ha sido licenciada por el actual gobierno.
Los aymaras, que habían sido los verdaderos ganadores de la guerra civil, entregaron el trofeo, es decir el control del gobierno nacional, a la elite paceña, que en seguida los licenció, los declaró “desnecessários”. Y ahora los aymaras han decidido tomar el control en persona, sin intermediarios. Se podría decir que cada vez que la elite paceña tiene problemas con alguna región que le disputa el liderazgo nacional, convoca a los aymaras.
Dicen algunos ex aliados del gobierno, que, si se mira bien, los aymaras también han sido barridos ahora, por una elite diferente. Y hay otros, más detallistas, que encuentran que el gobierno ha sido dividido en dos bloques, el aborigen del presidente y el blancoide y elitario del vice, no exactamente en mitades iguales.
Lo cierto es que la elite paceña ha sido declarada prescindible, “redundant”. ¿Es eso malo? Creo que no.
Podría ser el mejor -o quizá el único- aporte del presidente Morales al progreso del país.
Esta revolución viene a poner a disposición del desarrollo, del trabajo productivo, en beneficio de La Paz y de todo el país, un yacimiento, un filón humano muy rico en profesionales, masterados, PHds, de gente con clase que, por hábito, se había acostumbrado a hacer planes de vida pensando en trabajar para el gobierno, ya sea directamente o por contratos.
Han pasado cuatro años de esta situación y ya se observa que la elite paceña está reaccionando positivamente, con proyectos y planes. Después de haber enviado sus CV a las oficinas del gobierno, algunos profesionales jóvenes han decidido lanzarse a iniciativas privadas. Y han descubierto que son muy buenos en eso. Que eran una fuerza de ideas y de trabajo que se le estaba negando al país.
A este hecho positivo, que consiste en que hay un potencial humano envidiable, se añade ahora una circunstancia complementaria muy favorable: el sistema financiero está repleto de recursos, disponibles para las buenas ideas.
Para que estos dos factores produzcan algo bueno, el gobierno tendría que abandonar su actitud vengativa. Tendría que aportar a la paz del país.
Pero además habría que contar con profesionales -de los aborígenes o de los otros- que sean capaces de elaborar políticas inteligentes.
Por ejemplo, ninguna autoridad del sistema financiero tendría que cometer el error de anunciar medidas de regulación con tono alarmista o de amenaza, como hizo el ministro Luís Arce, creando el ambiente propicio para que cualquier chispa provoque una corrida de ahorristas. Para la regulación financiera, la primera condición es el tino y la segunda es la reserva. Eso es elemental.
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