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Domingo, faltan cinco dÃas para la "Entrada del Sábado de Carnaval" de 1958; son las tres de la tarde soleada y calurosa. Sentada en la puerta de su casa, llora una madre la imprevista partida de su hijo hacia el cuartel; ya son varios dÃas que su ausencia duele, la angustia se convierte en lágrimas y oración, implora a la Madre de Dios que su hijo que aún no cumplió los 17 años sea protegido por ella donde sea que se encuentre y en las circunstancias que fuere.
-"Ya no llores comadre, más bien vamos a ver el ensayo de los "tobitas", están en la calle Pagador...vamos"
- Ya comadre, vamos
La cuadra que las separa del lugar del ensayo es recorrida en pocos minutos y el sonido de la música de los Tobas cubre el sollozo de quien no concibe a su hijo lejos de su amparo. Juntas toman asiento en el pretil de una puerta de la concurrida calle, inundada de admiradores y curiosos de los pocos danzantes devotos de la Virgen del Socavón, pues no llegan a la veintena.
Pasos, saltos, corridas y paradas rÃtmicas al son de las melodÃas tradicionales de los Tobas son apreciadas por los ocasionales espectadores. Las evoluciones coreográficas se suceden una y otra vez, el cansancio domina a los danzantes y su guÃa, don Donato Cáceres, acompañado por sus segundos se aproxima al puesto de venta de los refrescos instalados por una de las vecinas, y justamente allÃ, se encuentran las dos comadres, la inconsolable y la consoladora; ambas escuchan el comentario de los cansados tobas:
-Parece que este año no vamos a estar en el Carnaval, la entrada es el sábado que viene y hasta ahora no tenemos pasante.
-Por eso no vienen más gente a los ensayos Dn. Donato...que hacemos!
- Ahora les diremos...no podemos entrar asà tan poquitos, sin pasantes y tampoco hay más quenistas...sÃ, ahora mismo les diremos.
La terrible pena y angustia es reemplazada por la alegrÃa de "servir" a la Mamita del Socavón y de saber que su hijo está ya protegido por la Madre de Jesús el Salvador, en el cuartel y en toda su vida.
Promesa cumplida y bendición dada, aquel hijo nunca sufrió hambre ni allà en el deber patrio ni en su vida misma.
Fue el dÃa que en casi el Conjunto Folklórico de los Tobas de la Zona Sud desapareció.
La Virgen del Socavón no lo quiso.
Fuente: LA PATRIA
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