Jueves 18 de enero de 2018
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El viernes pasado, se confirmó que los ciudadanos exigen que los integrantes del poder -que siempre es temporal- respeten la ley y sirvan, sin exclusiones, a una sociedad que desea vivir en paz, es decir protegida por una justicia idónea y en un ambiente propicio para lograr el progreso. Si esto se califica como una movida polÃtica, se da en el clavo, pues todo esfuerzo para restaurar libertades e injusticias es un asunto polÃtico, aunque no sea una acción de un partido. Es más: es polÃtica ciudadana en serio, sin sectarismos, orientada a cambiar un estado de temporal indefensión de una mayorÃa que está desencantada con la llamada "revolución democrática y cultural". Sin embargo, aún hay ceguera en el oficialismo; la que se deberÃa superar ante la determinación de una sociedad unida y descontenta.
Lo que viene dependerá de la actitud que asuma el régimen: o acepta que debe atender el clamor popular, o insiste en la porfÃa de perpetuarse en el poder, dictando leyes injustas, persiguiendo a los que disienten y se oponen al modelo neo populista que pretende consolidar, negando uno de los elementos esenciales de la democracia: la alternancia en el poder. Por lo visto se pretende olvidar que en Bolivia ha pasado la época de los llamados "caudillos bárbaros" del siglo XIX empeñados en eternizarse en el poder y que, luego, nadie pudo perdurar más allá de lo legal. Quizá la insistencia -ahora reeditada- en perdurar haya sido una de las causas de que el paÃs tenga el récord de más golpes de Estado y revoluciones.