Las marchas y protestas habidas en estos días reflejan que el pueblo ha perdido el miedo y usó su derecho de expresar criterios, ideas, sentimientos y pensamientos. Han pasado los tiempos en que se creía que el pueblo está sometido y aguanta lo que sea y, al sentirse liberado de trabas o presiones que coarten sus libertades, encontró en estos días motivos para reclamar lo que considera legal, para protestar por hechos injustos e imposiciones que no corresponden como, por ejemplo, aceptar la imposición de un Código Penal atentatorio contra los derechos humanos y contrario a la moral y seguridad de personas e instituciones.
Lamentablemente, en el sentir de las autoridades, los derechos del pueblo deben ser condenados y sancionados, y como primera medida se utiliza a muchos policías (No todos, felizmente), que no saben ni entienden de derechos, ni dignidad, ni sentimientos del ciudadano, e impedidos por "la necesidad de guardar el orden" descargan hasta furia contra manifestantes que, originalmente, actuaron pacíficamente y protestaron contra las autoridades o rechazaron el nuevo Código Penal.
La Paz, sede de gobierno, es una ciudad en que el pasado jueves varios agentes de la policía "tuvieron la oportunidad de lucir su poder contra manifestantes", asumiendo derechos que se les da a la fuerza, haciendo acopio de energías, dieron pábulo al intento de reprimir, persiguieron a manifestantes, una vez que estuvieron a su alcance, pegaron a algunos hasta causarles heridas e inclusive en el "deseo de agarrarlos y sentarles la mano", a quienes se habían alojado en dependencias de la Iglesia de San Francisco los siguieron.
¿Por qué muchos policías llegan a extremos? Se dice porque "hay provocación y malos tratos por parte de los manifestantes" ¿Es que la Policía ha comprobado que los protagonistas de las protestas están armados y dispuestos a causar daño? En muchos casos pueden haber reacciones que busquen responder a las medidas de fuerza de la institución policial, pero son excesos ocasionales. Parte de los policías, creen que por estar armados y vestir uniforme pueden y deben "castigar" a quienes creen ellos, "violan las leyes" y "atentan contra el gobierno".
El derecho a la protesta, las marchas y manifestaciones son comunes y corrientes en todo el mundo, siempre, lógicamente, que no haya excesos. Lo ocurrido en La Paz y otras ciudades es la expresión de sentimientos, ideas, criterios, opiniones de un pueblo que no puede aceptar a ciegas, un Código que contradice los principios fundamentales de los Derechos Humanos, un pueblo que no acepta que se le imponga un Código que, parece, ni siquiera ha sido leído por los "dos tercios de los legisladores" y fue aprobado por orden o consigna.
Los abusos y excesos son siempre condenables y contrarios al respeto y consideración que los agentes, componentes de la Policía están obligados a cumplir; esos extremos no pueden ser medios de disuasión para quienes creen estar en su derecho a la protesta y expresión de ideas y criterios que no están de acuerdo con el gobierno; que por parte de protagonistas de manifestaciones no deben producirse extremos, es justo exigir; pero, no debe olvidarse que para agravar todo exceso están sayones y provocadores incrustados que buscan enfrentamientos, heridos y hasta muertos porque creen que con todo ello "ganarán favores de quienes los impulsaron" o también, lo hacen en cumplimiento de consignas que sólo apoyan intereses muy contrarios al bien común.
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