La Revolución de los Rosarios

No es mayo, mes dedicado a la Reina y Madre, María Santísima, ni es octubre, Mes del Santo Rosario, pero es siempre oportuno hablar de esa sublime oración.

Muchas almas espirituales -durante estos días- nos han recordado la apremiante necesidad de levantar al cielo los brazos, para pedir de Dios su bendición, y entre éstas, muchas han señalado el Rosario de la Virgen.

Recuerdo que el 15 de mayo de 2005, la Legión de María de Oruro celebraba un magnífico, organizado y productivo -espiritualmente- congreso diocesano, siendo una de sus conclusiones dirigirnos al presidente de la Conferencia Epìscopal de Bolivia, entonces el cardenal Terrazas para pedirle que comandara una Cruzada de adoración al Santísimo Sacramento, y rezo del Santo Rosario.

También mencionábamos que nuevamente en 2001, una segunda «Revolución de los Rosarios», posibilitó una salida pacífica a los problemas político-sociales de Filipinas, con la renuncia del corrupto Joseph Estrada.

Volviendo a Oruro, evidentemente el pedido de los legionarios de María orureños cayó en saco roto, al punto de que uno se preguntó si los obispos y sacerdotes son pastores de almas o aliados estratégicos de las ideologías, ya que los ministros del Señor, deben ser los primeros en convocar al Pueblo de Dios, no con discursos apresurados de última hora, o entre dientes, a la adoración y a la oración. Pero no, el modernismo es no sólo incapaz, sino que desprecia absolutamente la verdadera piedad popular. Quién sabe si de haberse iniciado una Cruzada nacional del Rosario en Bolivia, nuestra realidad hoy fuera otra.

No despreciaron el rezo del Santo Rosario grandes papas, obispos y santos de todos los tiempos, como el Papa San Pío V.

La batalla de Lepanto fue el mayor combate naval de la historia. En ella, las fuerzas católicas arrasaron a la flota turca, hasta entonces considerada invencible. El hecho muestra que no hay poderío humano que pueda resistir a los hombres que seriamente se disponen a combatir por la causa de Dios. Principio olvidado por el ateísmo práctico moderno, cuyo recuerdo es especialmente útil, visto el avance del marxismo cultural, ad intra y ad extra.

Don Juan de Austria, siendo superado por tres a uno en número, condujo los barcos pontificios, de Venecia y España contra los turcos en Lepanto, y, a través del poder del Rosario milagrosamente los derrotaron.

Recordemos asimismo el poder del Rosario para las naciones. En Austria al final de la Segunda Guerra Mundial el Padre Petrus, condujo una Cruzada del Rosario contra los soviéticos, pidió un diezmo, es decir, que el 10% de los austriacos prometieran rezar diariamente el Santo Rosario para que los soviéticos abandonaran el país, 700.000 hicieron el voto, durante 7 años los austriacos rezaron el Santo Rosario, entonces el 13 de mayo de 1955, aniversario de la primera aparición de Nuestra Señora de Fátima los rusos salieron de Austria.

En 1961, el escenario había sido montado para invadir Brasil, justo como sucedió en Cuba. Doña Amelia Bastos, mujer de temple y devoción formó Campaña de Mujeres por la Democracia (CAMDE). En Belo Horizonte, 20.000 mujeres rezando el Rosario, desmantelaron la reunión izquierdista que se estaba llevando a cabo ahí, en Sao Paulo 600.000 mujeres rezando el Rosario en una de las demostraciones más emotivas de la historia brasileña, hicieron tañer la campana de la muerte para la revolución comunista.

Sin lugar a dudas, «¡Cuánto puede un solo hombre si tiene quién lo secunde!».

El extraordinario Santo mariano, Luis María Grignión de Montfort afirma que «el rosario, recitado con la meditación de los misterios: 1.º nos eleva insensiblemente al perfecto conocimiento de Jesucristo; 2.º, nos purifica del pecado; 3.º, nos da la victoria sobre todos nuestros enemigos; 4.º, nos facilita la práctica de las virtudes; 5.º, nos inflama en el amor a Jesucristo; 6.º, nos enriquece con gracias y méritos; 7.º, nos proporciona los medios para cancelar a Dios y a los hombres todas nuestras deudas y, finalmente, nos obtiene toda clase de gracias».

Continúa Montfort: «entre tantos métodos como existen de rezar el Rosario, el más glorioso para Dios, saludable para el alma y terrible para el demonio, es el de salmodiarlo, rezándolo públicamente a dos coros. Dios se complace de las asambleas� El Señor aconsejó esta práctica a sus apóstoles y discípulos y les prometió que, cuantas veces se reunieran dos o tres en su nombre, �l se encontraría en medio de ellos, para rogar en su nombre y rezar la misma oración� Porque, cuando se reza en comunidad la oración de cada persona se convierte en la de toda la asamblea, y todas juntas sólo forman una oración� Porque una persona que reza sola el Rosario tiene el mérito de un sólo Rosario; pero, si lo reza con treinta personas, adquiere el mérito de treinta rosarios. Tales son las leyes de la oración pública. ¡Qué ganancia! ¡Qué ventaja!».

La Iglesia, como dice el Santo, dirigida por el Espíritu Santo, se sirvió de esta forma de oración en los tiempos de flagelos y calamidades públicas. Elevemos el cielo nuestros brazos con el Rosario bendito.

german_mazuelo_leyton@yahoo.com