Carla Parra con la Selección Boliviana en el corazón

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Para que una persona llegue a consagrase en algún deporte, no solo hace falta el tener talento, sino también el impulso de la familia para llegar muy lejos. Ese es el caso de Carla Daniela Parra Quispe, quien fue motivada por sus padres, Miguel Parra y Carla Quispe, y ahora goza el orgullo de llevar en el corazón la Rojo, el Amarillo y el Verde, al ser parte de la selección boliviana.

"Mis papás eligieron el vóley para mí. Mi papá fue mi primer entrenador, él me incentivó a practicar este deporte, siempre practicábamos en el patio de mi casa con esos balones durísimos y con mi papá era sagrado salir a entrenar", afirmó la orureña que despertó a la vida el 15 de marzo de 1998.

EL DEPORTE

El inicio de su pasión por el voleibol estuvo registrada cuando apenas tenía nueve años. Un año después pisó el club Ingenieros, la emoción invadía su ser no solo por entrenar sino porque se encaminaba por la ruta del éxito.

"El voleibol, siempre me han dicho, es un deporte para inteligentes. Solo tienes milésimas de segundos para saber qué hacer porque solo puedes tocar una vez el balón y no puedes agarrarlo. Aparte, es un deporte que no tiene ningún contacto", señaló.

Pero no solo se dedicaba a entrenar, sino que iba a observar los encuentros de categorías superiores, aspecto que le permitió estudiar la forma de juego. La disciplina fue importante no solo en el horario, sino también en la alimentación e incluso en el comportamiento como persona.

Cuando se fue a probar al Club Ingenieros, el director técnico Alexis Vidal observó el potencial que tenía y con solo días de entrenar le pidió que lleve sus papeles para habilitarla en el equipo, con la finalidad de jugar el siguiente fin de semana de manera oficial.

"Estaba nerviosa, era mi primer partido oficial, pero bien. Me gustó tener mi primer uniforme, no empecé con la ocho, con la que actualmente juego, sino con la 13", indicó al recordar que su debut lo hizo cuando tenía 11 años.

Su dedicación y amor por el vóley no se abocó solo con los entrenamientos con su club, sino que siguió dedicándole horas de preparación junto a su papá, como lo solía hacer antes de salir a la palestra.

Simultáneamente, le pidió a su entrenador Alexis Vidal hacer entrenamientos específicos para el puesto de armadora. Por ello, su mamá contrató una cancha todos los miércoles a fin de recibir instrucción personalizada.

Los resultados de su preparación y dedicación no tardaron en llegar, su nivel de juego era envidiable. Aquel factor le permitió llegar a la preselección de Oruro en el 2011 y luego ser parte de ella siempre en el puesto de armadora.

"Fue algo emocionante llegar a la selección, pero quería más por eso entrenaba duro. No era titular, pero luego lo logré y para las siguientes selecciones llegué a ser la capitana (2013-2014)", indicó.

EQUIPO

El Club Ingenieros fue el equipo de sus amores, sin embargo, su vida deportiva tomaría otro rumbo. Fue el profesor Alexis Vidal quien se la llevó al Club 10 de Febrero, en el que juega actualmente, desde el 2014.

Ese paso le permitió llegar a la selección boliviana, en principio a la preselección de la categoría Sub-20. Los dirigentes de su equipo también la motivaron para que sea parte de la selección y ella entrenó haciendo énfasis en la parte física, técnica y táctica. Los entrenamientos incluso los realizó en dos sesiones por día.

"Al ir destaqué en la parte física y técnica. Demostré todo lo que sabía y su fruto dio al quedarme en la selección boliviana. Fue una emoción grande que me salieron lágrimas. Ahora estoy entrenando fuerte para conquistar el puesto de titular", manifestó.

El vóley le dejó momentos inolvidables, sin embargo, el recuerdo más importante que por ahora está en la retina de Carla, es el lograr el campeonato con Ingenieros en el 2009. La otra que forma parte de su vida, fue al ser convocada a la preselección Boliviana de Voleibol.

LAS METAS

Una meta constante es entrenar con dedicación. La otra fue llegar a la selección boliviana y la cumplió. Ahora su pretensión es llegar a destacar a nivel nacional y jugar en algún equipo internacional. Simultáneamente su deseo es compartir con las nuevas generaciones lo que sabe y en un futuro muy cercano, ser entrenadora.

"Mi rumbo siempre fue demostrar que no me quedo y aún puedo mejorar mi nivel. Por eso les digo a las nuevas generaciones de deportistas que siempre luchen por lo que quieren, a pesar de cualquier cosa, sigan entrenando, siempre piensen en Dios. Y si se trata del vóley nunca dejen este deporte que es lo más hermoso, nunca se rindan", resaltó.

Fuente: LA PATRIA