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Domingo 14 de enero de 2018

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Cultural El Duende

"Antología iberoamericana de microcuento" de Homero Carvalho

14 ene 2018

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Existen muchas definiciones sobre el cuento y todavía existirán muchas más. Sin embargo, ni los cuentistas ni los críticos, menos los teóricos del cuento, dudan de su naturaleza insular y de su origen matemático, pues al llevar la cuenta de algo (cuento viene del latín computus) se debe cuidar una rigurosidad lógica porque de lo contrario los resultados no cuadran. Una de las definiciones más precisas es la de Jorge Luis Borges (Magíster dixit) que nunca escribió una novela y, para deleite nuestro, nos dejó inolvidables ejemplos de cuentos. El autor de "Sur" dice: "El cuento debe ser escrito de un modo que el lector espere algo continuamente, que haya expectativa, que se resuelva luego de un modo que pueda ser asombroso, en todo caso, que pueda parecer extraño y nunca capricho del autor, sino algo inevitable. Si puede ser asombroso e inevitable, mejor". A esto le agregamos que un buen cuento, si breve dos veces bueno, es un poema.

Los que saben informan que el origen de los cuentos brevísimos se remonta al Japón o a la China, deducción a la que han llegado amparados en la ancestral técnica literaria minimalista de estas culturas. Recordemos los haikus japoneses o el popular poema chino que cuenta una pequeña historia en cuatro versos, en los que el primer verso contiene el motivo inicial, el segundo prolonga el mismo; el tercero aparentemente no tiene nada que ver con los anteriores e introduce uno nuevo que con el cuarto completa o cierra la historia. Para muestra transcribo una tradicional copla japonesa escrita bajo esta norma poética, citado por Paúl Reps en "101 historias Zen":

Un mercante en sedas, de Kyoto tiene dos hijas. / La mayor, veinte años; la menor dieciocho. / Un guerrero puede matar con su espada / Pero esas dos niñas matan con sus ojos.

Si el poema se lee de corrido tendremos una pequeña historia en prosa poética que se ajusta a los cánones del cuento corto. Veamos: "Un mercante en sedas, de Kyoto tiene dos hijas. La mayor, veinte años; la menor dieciocho. Un guerrero puede matar con su espada. Pero esas dos niñas matan con sus ojos." Edmundo Valadés, escritor mexicano y fundador de la inolvidable revista "El cuento", quien publicó microcuentos por más de un cuarto de siglo, cita a Laurián Puerta, un escritor colombiano, que en la revista "Zona" de Barranquilla, Colombia, publicó un curioso "Manifiesto" y entre cosas señala: "Concebido entre un híbrido, un cruce entre el relato y el poema, el minicuento ha ido formando su propia estructura. Apoyándose en pistas certeras se ha ido despojando de las expansiones, las catálisis, creando su propia unidad lógica, amenazada continuamente por lo insólito que lleva guardado en su seno. La economía del lenguaje es su principal recurso, que revela la sorpresa o el asombro. Su estructura se parece a la del poema. (?) Narrado en lenguaje poético siempre tiene un final de puñalada. Es como pisarle la cola a un alacrán para conocer su exacta dimensión (?) El cuento clásico ha sido domesticado, convertido en una sucesión de palabras sin encantamientos. El minicuento está llamado a liberar a las palabras de toda atadura. Y a devolverle su poder mágico, ese poder de escandalizarnos (?) Diariamente hay que estar inventándolo. No posee fórmulas o reglas y por eso permanece silvestre o indomable. No se deja dominar ni encasillar y por eso tiende su puente hacia la poesía cuando le intentan aplicar normas académicas".

Otra interesante definición y relación de escritores que practican este, casi desconocido, género de la ficción hiperbreve le pertenece al académico Juan Armando Epple, quien en su ensayo "Brevísima relación sobre el cuento brevísimo" apunta: "Lo que ha dado en llamarse "cuento brevísimo", "micro-cuento" o "mini-cuento" no es simplemente una afición secundaria, apta para la nota humorística, el ingenio verbal o la relación anecdótica, si bien muchos de sus cultores aficionados no superan estos niveles"

Así tenemos a escritores de reconocido talento como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Hernán Lavín Cerda, Augusto Monterroso, Manuel Mejía Vallejo, Eliseo Diego, Marta Cerda Cristina Peri Rossi, Eduardo Galeano, Luisa Valenzuela, Alfonso Alcalde, Alfredo Armas Alfonzo, Enrique Anderson-Imbert, Juan José Arreola, René Avilés Fabila, Marco Denevi, Andrés Gallardo y otros, nos han mostrado múltiples formas del microcuento.

Irene Zahava, citada por Lauro Zabala, en su ensayo "El cuento ultracorto: hacia un nuevo canon Literario", afirma que los cuentos muy cortos: "son las historias que alguien puede relatar en lo que sorbe apresuradamente una taza de café, en lo que dura una moneda en una caseta telefónica, o en el espacio que alguien tiene al escribir una tarjeta postal desde un lugar remoto y con muchas cosas por contar."

El minicuento contemporáneo echa mano de todo lo que puede. Aprovecha las leyendas, los mitos, los clásicos de la literatura, del teatro, del cine, la religión, todo le sirve para comprometer al lector en una lectura intertextual, en la que están presentes la parodia, el aforismo, la fábula, la parábola, el epitafio y, por supuesto, el poema. Incluso el título es parte substancial del texto, llegando a redondear la historia contada. En el minicuento no interesa tanto lo que se escribe como lo que no se escribe, importa mucho más lo que se deja de decir, lo que se sugiere, porque allí está el verdadero universo narrativo. Me gusta esta pulcra definición de Luis Mateo Díez: "El microrrelato es un género extremo que se resuelve en la sugerencia: lo poco, en su medida exacta, abre como una llave diminuta un mundo, conmueve, perturba, sorprende."

Nuevamente cito a Lauro Zavala para reforzar la anterior aseveración: "La fuerza de evocación que tienen los minitextos está ligada a su naturaleza propiamente artística, apoyada a su vez en dos elementos esenciales: la ambigüedad semántica y la intertextualidad literaria o extraliteraria."

Es necesario aclarar que si bien el cuento mínimo juega magistralmente con el humor, con la ironía y el sarcasmo, existe una marcada diferencia con el chiste corriente y la distinción estriba en la factura del trabajo, cercano a un epigrama, a una epifanía, a un haiku, no hay cómo equivocarse cuando estamos frente a una pequeña historia, de un cuento liliputiense.

El poeta chileno Eduardo Llanos Melussa define estos rasgos de la siguiente manera: "1) Los mejores microcuentos abren una suerte de pasadizo inesperado entre los compartimentos estancos de planos discontinuos, borrando de una plumada los límites entre realidad y sueño, vida y muerte, el yo y el otro, este mundo y el más allá, nuestra vida actual y otras posibles (previas, futuras o paralelas). 2) Muchas minificciones son tan fronterizas, que uno se pregunta en qué difieren de un apólogo, de una fábula, de una anécdota o un chascarro e incluso de un poema, un aforismo o un refrán. Varios textos de esta índole tienen un aire irónico y hasta insinúan ciertas moralejas. En suma, si por una parte estos microrrelatos desbaratan las visiones compartimentalizadas, por otro lado -y de modo correlativo- borran las fronteras habituales entre los diversos géneros."

Llanos complementa su idea: "Alguna vez Cortázar calificó al cuento como hermano secreto de la poesía. Pues bien, la consanguinidad entre poema y microcuento es tal, que ambos parecen más bien hermanos siameses. Por otro lado, de ser correcta aquella otra fórmula de Cortázar, según la cual una novela gana por puntos, mientras que un cuento lo hace por knock out, podríamos agregar que el microcuento vence mediante acupuntura verbal. Y eso es algo que un lector no sólo desea: también lo necesita."

María Isabel Larrea en "Estrategias lectoras en el microcuento", de manera clara y concisa dice: "La brevedad entendida como signo definitorio del microcuento incide en las estrategias del emisor, cuya opción estética es el montaje fragmentario y la disgregación de la unidad narrativa. La recepción de la brevedad y del fragmentarismo impone la relectura, la recomposición y la búsqueda de la totalidad. El destino del lector es ir completando, casi lúdicamente, los vacíos; interpretar desde los intersticios, comprender en la densidad, en los silencios, en la síntesis, en las sugerencias, en la esmerada selección del vocabulario, el cierre que se completa en la interpretación".

En las antologías de este subgénero ya es un lugar común afirmar que el siglo XXI ha sido el de la canonización del microrrelato, microcuento, cuento súbito, ficción mínima, microficción, flash fiction o nanocuento. Estoy consciente de que existen expertos que han teorizado al respecto de los nombres y definiciones de estos textos hiperbreves y hacen diferencias formales entre una y otra categoría; sin embargo, en esta obra hay de todo un poco, como en mercado persa, porque muchos de los que los escribimos pasamos de una categoría a otra, a veces, sin darnos cuenta, tal como un fantasma atraviesa la pared.

Para esta selección me he valido del criterio de nuestra amiga Violeta Rojo que afirma: "debemos tener claro que el minicuento no es simplemente un tipo de cuento breve sino que es un cuento muy breve que se interrelaciona paródica y humorísticamente con otros géneros y que utiliza estas interrelaciones genéricas como estrategias narrativas. Estas características lo desvinculan de la narrativa simplemente muy breve y se dan solamente en los minicuentos de este siglo, especialmente de los ´20 hacia adelante. (?) consideramos al minicuento (microcuento) como una narración breve (no suele tener más de una página impresa)"; Lauro Zavala coincide: "La minificción es la narrativa que cabe en el espacio de una página. A partir de esta sencilla definición encontramos numerosas variantes, diversos nombres y múltiples razones para que sea tan breve", por eso mismo he seleccionado los que cumplen con estos requisitos y que en sus contenidos cuiden también de la necesaria calidad narrativa.

Esta selección era una asignatura pendiente para mí, que he realizado varias antologías nacionales de cuento y de poesía, un día de octubre decidí convocar a escritores de Iberoamérica que yo conocía, ya sea personalmente o a través de las redes sociales que se han convertido en lugares de encuentros. Esta selección, que reúne a algunos de los mejores escritores contemporáneos de microcuentos de Iberoamérica, fue posible gracias a la amistad. Todos los invitados aceptaron y muchos de ellos me aconsejaron incluir a otros, me pasaron sus contactos, me enviaron generosa y solidariamente, sus antologías nacionales, como fue el caso de la generosa Violeta Rojo, o como María Palitachi, que me envío los textos que ya tenía de autores de la República Dominicana; Patricia Nasello, de Argentina, reunió a seis narradores; Teresa Domingo Catalá, a otros tantos de España; Francisco Trejo, de México, me contactó con varios escritores de su país y Dennis Ávila, de Honduras, hizo lo propio con el suyo. A todos ellos mi más sincero agradecimiento; esta recopilación también es de ellos.

En esta muestra se encuentran escritores consagrados, con muchas publicaciones, y premios nacionales e internacionales (como se puede constatar en sus breves biografías), así como jóvenes que inician su recorrido por lo que Carmen Camacho, poeta y narradora española, llama "Minucias titánicas".

La cotidianidad, la fantasía, el humor negro, lo absurdo, lo perturbador, lo histórico, lo religioso, lo asombroso, lo fantástico? no hay límite para este género que ha cobrado su independencia y ha ganado carta de ciudadanía literaria entre los escritores de Iberoamérica y del mundo.

De acuerdo a los contactos y a los envíos que me hicieron, he logrado reunir a 82 autores de 17 países, algunos países tienen más autores que otros; sin embargo, esto fue simplemente una cuestión del azar, que es otro de los nombres de la Divinidad y la amistad.

Homero Carvalho Oliva.

Santa Ana de Yacuma, Beni, 1957. Poeta, novelista y cuentista.

Violeta Rojo (Venezuela)

ERNANI

Tres hombres están enamorados de una mujer.

Uno es un rey, los otros son nobles. Ella ama a uno.

Los otros dos presionan para ser escogidos. Ella siempre está vestida de novia, a punto de casarse con alguno de ellos. Cada vez que la ceremonia es inminente, los otros dos la impiden. En algún momento ella canta con un puñal en la mano.

Carlos V es llamado Carlomagno. Hay un cuerno de marfil. Cuando suena, su amado debe morir. No se entiende nada. Todo es tan insondable como la vida.

Erick Rony Vásquez Guevara (Perú)

CERO A LA IZQUIERDA

Finalmente, en la última clase de sus estudios profesionales, Cero tomó una decisión. Había sido maltratado por sentarse siempre a la derecha de sus nueve compañeros. "No vales nada", le gritaban, burlándose de él. Esa mañana, decidido, Cero entró al aula. Se detuvo y ligeramente se dirigió a la izquierda. Las burlas cotidianas fueron paralizadas. Sentarse a la derecha de Cero sería un lujo.

Francisco Trejo (México)

FONDO DE MAR

Perla dejó de hablarme hace tiempo. Se molestó tanto cuando afirmé frente a su madre que "todos los seres humanos somos polígamos". Mi amiga, desde la infancia, fantaseaba con la fidelidad y el amor duradero en el fango del matrimonio. Yo, con el tiempo, a medida que crecía el deseo en mi epidermis, me tiré a cientos de hombres y a una que otra mujer. Ahora soy vieja y tengo un millón de recuerdos; conozco todo tipo de falos y podría escribir sobre ellos en libros que querría leer más de una persona. No soy una perla, pero abandoné el fondo de las aguas donde los mojigatos dicen "no" a la carne, mientras sueñan que la tienen adentro, como un molusco travieso. Perla, la del nombre que siempre me causó conflictos, se cansó de buscar a su hombre, sin hallarlo, y a la única que espera en su cama es a la muerte, la promiscua que, por desgracia, también se coge a todos.

Para tus amigos: