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Domingo 14 de enero de 2018

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Revista Dominical

Evaluación de la economía boliviana

14 ene 2018

M. Sc. Joshua Bellott Sáenz

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La economía boliviana tiene su base principal de crecimiento en la extracción y exportación de recursos naturales, situación que se mantuvo así durante muchos años, y sin lugar a dudas, no tiene visos de cambiar en muchos años más. Sin embargo, pese al auge de los precios vividos durante ya varios años, ni siquiera estos sectores estratégicos de la economía se encuentran en buena situación. El contexto de precios en la actualidad ya no es el mismo, y lamentablemente no se tomó con seriedad el principal negocio del país.

La llamada "nacionalización" de los hidrocarburos no descubrió prácticamente ningún campo nuevo, las reservas probadas de gas disminuyeron drásticamente y el gobierno incumple la Ley al no certificar las reservas anualmente, por lo que ahora peligran los contratos de provisión de gas con Argentina y Brasil, y con eso el eje principal de la economía. Los esfuerzos de los anteriores gobiernos que quedaron como herencia para que el actual se beneficie con más de 60 mil millones de dólares debido al aumento de los precios, parecen haber quedado dilapidados. Prueba de esto es que en más de 11 años de este gobierno, la producción de gas natural creció solamente en un poco más del 70%, siendo que en los 5 años anteriores al gobierno actual (2000 - 2005) la producción había crecido en 278% (4 veces más), contando con una renta petrolera menor en once veces. Esto sin lugar a dudas, muestra la ineficiencia extrema en la administración del negocio petrolero.

La situación se agrava cuando se sabe que el país debe a las transnacionales petroleras la suma de 3250 millones de dólares por "costos recuperables", y que YPFB pasó de tener utilidades mayores a los 1200 millones de bolivianos el 2014 a 36,5 millones el 2016. En cifras más pequeñas, esto significa que si una caserita en el mercado que vende pollos a la canasta tiene una utilidad anual de 1200 Bs, al próximo estaría contando con una utilidad de 3,5 bs (dos pasajes de minibús). Según mi criterio, una quiebra técnica que pone en riesgo los ingresos del país y el crecimiento económico del mismo.

Sin embargo de esta realidad, y debido al auge de precios vivido, es importante apuntar algunos logros. Bolivia en siete años duplicó su PIB en tan sólo 7 años (2010 - 2017). Asimismo, según el Fondo Monetario Internacional, Bolivia es la décimo tercer economía en cuanto al nivel del Producto Interno Bruto a precios de paridad de poder adquisitivo, que es la forma correcta de comparar este indicador. El país es el cuarto productor de gas natural y el octavo productor de petróleo en América Latina (Wikipedia). En cuanto a la minería, Bolivia es el cuarto productor mundial de estaño, el tercero en cuanto a la producción de antimonio, el octavo en cuanto a plomo, el noveno en cuanto a plata, el décimo en cuanto a zinc y el vigésimo cuarto en cuanto a la producción de oro.

En el ámbito agropecuario, Bolivia durante los años 2012, 2013 y 2014, logró convertirse en el primer país productor y exportador mundial de Quinua, siendo desplazado poco después por Perú. Bolivia se encuentra en el décimo lugar a nivel mundial en la producción de soya. En el 2016 Bolivia se logró consolidar como el mayor productor y exportador mundial de castaña, llegando a satisfacer el 75% de la demanda mundial.

Sin embargo de este aparente éxito económico, el crecimiento del PIB en los últimos años ha ido disminuyendo paulatinamente. El 2013 el crecimiento fue de 6,24%; 5,89% el 2014; 5,32% el 2015 y 4,46% el 2016. Según la Cepal el 2017 se creció a sólo 3,9% y el 2018 se crecerá a un 4% (0,7 puntos porcentuales menos que lo que prevé al PGN). Es claro que vivimos en un momento de una clara desaceleración económica.

Siguiendo la línea del análisis, es probable además que la economía se encuentre camino a una estanflación (falta de crecimiento y subida de precios). Recordemos que el gobierno cambió el modo de calcular la tasa de inflación y que con el anterior modo de cálculo, la inflación de los últimos años podría ser por lo menos dos veces superior. Pero independientemente de este apunte, el mismo gobierno acepta de que una de las causas por las cuales no se devalúa nuestra moneda, es precisamente porque el tipo de cambio inamovible contiene o detiene la inflación interna. Prueba de lo manifestado es que las importaciones de alimentos, crecieron en cinco veces desde el 2006, lo cual repercute directamente en la industria nacional y especialmente en los pequeños productores agropecuarios del país, porque compensa cualquier escases que presione los precios hacia arriba, pero también; lamentablemente, sustituye productos nacionales con mayor costo a los productos importados.

Queda claro además, por esta última razón, que nuestra moneda se encuentra sobre valuada en más de un 30% según Rolando Morales, lo cual abarata las importaciones y posiblemente provocó el record histórico ahondando la brecha entre importaciones y exportaciones para el 2017, que pudo llegar a los 1500 millones de dólares.

Uno de los efectos de este déficit comercial es la salida de divisas de la economía, y si estas escasean en el mercado interno, se presiona a un alza del tipo de cambio (devaluación), y por lo tanto también se presionan los precios internos hacia una subida.

La lógica nos dice que si hay más gastos que ingresos debemos cuidar la economía y el presupuesto de gastos superfluos e inversiones infructuosas, o sea, debemos ajustarnos los cinturones. Sin embargo, el diputado opositor Gonzalo Barrientos, denuncia que durante estos últimos once años, el gobierno gastó en publicidad una suma aproximada de 5 mil millones de bolivianos (Más de 2,5 millones de Bs, por día). Otros claros ejemplos de gastos superfluos, podrían ser: costo (37 millones de $us) y mantenimiento (8 mil dólares día) del avión presidencial; dos helicópteros (11 millones de dólares), terminal aérea presidencial (10,5 millones de bolivianos), museo del presidente en su pueblo (47 millones de bolivianos), palacio de gobierno (253 millones de bolivianos), nuevo edificio de la Asamblea (487 millones de bolivianos), estadio para 5 mil espectadores en un pueblo de menos de 200 habitantes, y seguramente hay muchos más ejemplos. Queda claro que el comportamiento de gasto del gobierno no sigue una lógica económica y se gastan el dinero de los bolivianos en "lujos". Estos gastos superan fácilmente los 6 mil millones de bolivianos, y seguramente faltan muchos más.

Asimismo, y según el modelo económico del Gobierno, las empresas del Estado son una solución seguramente para el empleo, pero también para incentivar la economía del país. Sin embargo, entre enero y abril de 2017 las empresas públicas registraron un déficit (pérdida) de 1841 millones de bolivianos. Entre los casos específicos, podemos citar: a marzo de 2017, la empresa Quipus registraba más de 46 mil equipos sin vender de más de 270 mil producidos, y este año ya no ensamblarán celulares (Se invirtió más de 450 millones de bolivianos); la planta de urea, con una inversión de casi 1.000 millones de dólares a pocas semanas de su inauguración paralizó su operación, según el Senador Ortiz, los equipos se dañaron por falta de gas, además se supo que se les vende más caro a los productores bolivianos y se exportaba a menor precio.

Por otro lado, si dejamos de hablar de ineficiencia, podríamos hablar de corrupción: Entel (200 millones), Banco Unión (37 millones de bolivianos y pueden ser muchos más), Fondo Indígena (Más de 100 millones de Bs.), Fuerzas Armadas (40 millones de dólares, barcazas y ECE), YPFB, Migraciones, etc.

Continuando con este desangramiento del Estado, según Humberto Vacaflor, los empleados del sector público se quintuplicaron desde el 2006, lo que significa que los gastos siguen creciendo y los ingresos se reducen paulatinamente. No conformes con esta realidad, el aparato estatal programó una inversión pública para el 2016 de 5 mil millones de dólares, para el 2017 una inversión de 6 mil millones de dólares y para el 2018 se encuentra programado una suma que bordea los 8 mil millones de dólares. Sin duda, no hay la mínima intención de ajustarse los cinturones.

Lo malo en realidad, es que el 2013 el gobierno central ejecutaba el 50% de los recursos de inversión pública, el 2016 subía su participación a un 70% y el 2017 llegaba al 83%, de los cuales hasta octubre pasado, sólo pudo gastar un 38%. O sea, no sólo se están aumentando los gastos sabiendo que estamos en una situación crítica, sino que la autonomía por la que habíamos luchado está cada vez más lejos (Se confiscaron cerca de 19 mil millones de Bs. a las gobernaciones), y para colmo de males la administración pública central es ineficiente, plagada de corrupción y dudosa en cuanto a sus prioridades. El Ministerio de la Presidencia contaba con un presupuesto de 411 millones de dólares (2017), equivalente al presupuesto de otros 14 ministerios juntos y que supera en 30 veces al que se tenía hace una década (Periódico Los Tiempos). Esas son precisamente las prioridades del gobierno central.

En este contexto y dado que los recursos se reducen y se desperdician, la deuda externa aumenta aceleradamente. Según reportes oficiales la deuda asciende a un poco más de 9 mil millones de dólares, aunque según el economista Julio Alvarado esta ya alcanza a 16 mil millones de dólares (43,6% del PIB). Además de esta deuda se dice que hay la posibilidad de contratar deuda por 5 mil millones para este año, con lo cual la deuda superaría el 50% del PIB. Si a esta cifra se adiciona la deuda pública interna (Al 2015 se reportaba un poco más de 4 mil millones de dólares), la situación se hace más crítica. El 2018, cada boliviano podría deber más de 2500 dólares.

Por supuesto, una de las razones importantes para contratar mayor deuda, es que desde hace varios años enfrentamos un déficit fiscal (Ingresos inferiores a los egresos), que según algunas estimaciones podría superar el 7% respecto al PIB, y según otras, incluso superar el 8%. Lo cierto es que en la historia de Bolivia nunca el déficit había ascendido a ese porcentaje, con perspectivas además, de aumentar mucho más.

Por todo lo argumentado, podemos concluir que la dinámica económica de Bolivia puede ser descrita de la siguiente forma.

El país pierde ingresos en todos los ámbitos, debido a la caída de los precios de las materias primas, reducción que no será compensada con mayor producción u obtención de mayor valor agregado de producción diversificada. Entonces la producción nacional seguirá en descenso por la ineficiencia y corrupción en las empresas del Estado, por la ya escasa y descendente inversión extranjera, por los altos costos a la inversión privada nacional, y por la política cambiaria que incentiva las importaciones, contribuyendo a la destrucción de la industria nacional. El 2006 se cerraba una empresa cada dos días, una década después se cierran 20 empresas por día.

El país tiene una creciente necesidad de dinero fresco que permita enfrentar el crecimiento desmedido del Estado, los gastos superfluos, compromisos y popularidad política, así como necesidades reales de inversión y pago de sueldos. Seguiremos contratando deuda interna y externa, y el déficit fiscal seguirá creciendo. Eventualmente, esto puede presionar a la impresión de dinero de manera creciente por parte del Banco Central.

Por otro lado, dado que la brecha entre importaciones y exportaciones seguirá creciendo, presionará a incrementar la deuda, pero además incentivará a la pérdida de divisas (dólar). Por esta razón las Reservas Internacionales Netas seguirán disminuyendo aceleradamente y dado que en el corto o mediano plazo el país tendrá más obligaciones de pago de la deuda externa, estas divisas pueden hacerse escasas en la economía del país. Si esto continúa se presionará a una devaluación del tipo de cambio y a la formación de mercados negros de divisas. Con esto se perderá competitividad en la compra de importaciones, que no podrán ser sustituidas por la industria nacional dado su gran deterioro. Consecuencia de esto los productos pueden ser escasos o más caros.

Si en el tiempo hay menos divisas y más dinero nacional emitido sin respaldo, menor producción, escasa inversión y menores ingresos que se traduzcan cada vez en una menor inversión pública, la economía entrará en paro y en un proceso inflacionario, así como un potencial desempleo en aumento, con mayor deuda externa y gastos crecientes. Si a esto se suma la corrupción y la creciente ineficiencia en la administración pública, el futuro de los bolivianos se encuentra seriamente comprometido.

La economía de Bolivia se encuentra estable, pero el costo de esta estabilidad aparente es cada vez más alto. El margen para la generación de valor agregado desde el sector privado es más reducido. La compensación de la caída de los precios del petróleo es asumido por la ciudadanía, mediante el incremento de impuestos y la deuda. (Mauricio Ríos García, abril de 2017).

Mientras más se tarde en reducir los costos para la inversión privada, más reducido será el margen de maniobra de la política económica y aún más difícil y doloroso será el inevitable ajuste interno.

A nuestros gobernantes les pido, dejemos de pensar sólo en política populista y el poder por el poder, tomemos en serio los problemas y el futuro económico del país.

Para tus amigos: