En nuestro presente cultural es frecuente que usemos las expresiones “educar” y “enseñar” equivocadamente casi como sinónimos, pero no lo son. No obstante, conviene delimitar y definir competencias para que ambas locuciones sean usadas con propiedad y legitimidad. Educar proviene de dos vocablos del latín; ex (llevar fuera) y ducere (conducir), así educar es ayudar a poner en circulación los saberes de las personas, en cambio, Enseñar proviene de insignara que significa dejar huella.
Por consiguiente, hay diferencia entre educar y enseñar. La palabra educación hace referencia a evocar los sentires más profundos y guiar desde allí la reflexión y la conducta en un ámbito de convivencia humana; en tanto, la palabra enseñar se refiere a la forma de hacer, a mostrar como se hace algo en el ámbito reflexivo y manual. Por esto las técnicas, las prácticas, los procedimientos y las teorías pertenecen al ámbito del enseñar. La enseñanza nos permite conocer hasta incluso podemos enseñar valores. Pero la educación no sólo nos permite conocer sino formarnos en ese conocimiento.
Educar supera siempre al mero enseñar, educar es enseñar a vivir, formar en ideas y creencias, es transmitir valores, es estimular el espíritu crítico del oyente, sin caer nunca en el adoctrinamiento. Es enseñar lo que corresponde, en derechos y obligaciones, por el mero hecho de vivir en convivencia. En suma, intentar promocionar los valores de la ciudadanía: respeto a la autoridad, consideración hacia los mayores, lealtad y no engaño al Estado, preocupación por los demás, etc.
Por lo tanto, enseñar es transmitir conocimientos, es lo que hace la escuela; la educación es más abarcativa, ella depende de una tarea más profunda, constante, ejemplificadora, de transmisión de valores, esa es la tarea de los padres, es la base del futuro, de esa formación dependerá mucho el comportamiento adulto del niño de hoy.
Si bien, la función de educar es menester no exclusivo de la escuela, esta gran labor se comienza en la familia y puede tener otras mil agencias. Pero algo o mucho corresponde al contexto de las aulas, en ellas predominarán la palabra y el buen maestro. Un buen bachillerato pleno de buenos maestros-educadores es algo que queda para siempre. Los profesores no sólo debemos hacer del aula un lugar interesante, sino debemos hacer del aprendizaje una experiencia emocionante y relevante, debemos motivar en el estudiante el aprendizaje significativo, el análisis crítico y el pensamiento creativo día a día. Sin embargo, temo que, entre nosotros, en nuestro país, lo que está ocurriendo es que el mundo de la informática y los grandes avances de la tecnología, se están superponiendo y hasta sustituyendo (¡adiós a las enciclopedias y a la lectura!) a los valores de la educación que acabo de citar.
Hoy día se enseña por ejemplo la genética y esa información se puede conocer no sólo en la escuela sino a través de diferentes medios, entonces, la educación va más allá de dar a conocer ese tema, se debe hacer énfasis en como emplearlo en beneficio del hombre, de tomar una posición frente a las diferentes posiciones, etc. Por eso hoy y siempre al profesor le compete no sólo enseñar sino sobre todo educar. Es verdad que los primeros educadores son los padres pero el hogar es la escuela sin libros, sin embargo, el profesor tiene una escuela con libro donde los contenidos son sólo un pretexto para formar al niño o al adolescente. Hoy en día sobre todo es importante formar no sólo en lo cognitivo sino también en lo afectivo y social. Cuando se tiene un estudiante crítico es por que se lo ha formado en ello, no porque sólo le he enseñado como es ser crítico; si se tiene un estudiante tolerante es por lo mismo y no sólo porque se le ha enseñado la tolerancia.
Sin duda, en nuestro convivir cotidiano no hay que educar sin enseñar ni enseñar sin educar. Entonces ¿a quién corresponde la tarea de la educación? A todos nosotros, a todos los mayores con quienes los niños, niñas y jóvenes conviven. A todos nosotros los mayores de cualquier edad, querámoslo o no, nos corresponde de manera consciente o inconsciente, la tarea educativa. Todos los mayores somos vistos de manera consciente o inconsciente por los menores como modelos de un vivir y convivir que ellos podrían escoger o rechazar, y es tarea de todos los que queremos un convivir ético en la colaboración, en el mutuo respeto, guiarlos para que puedan querer escoger ese convivir conviviendo con ellos en la colaboración, en el mutuo respeto del convivir ético, en el amar.
(*) Profesora de Biología-Química
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