Está visto que no hay ni siquiera un bosquejo de programa municipal, seriamente elaborado para ordenar el trajín urbano en la ciudad, de personas y del sistema de transporte público y particular, de ahí que el sector central de manera especial es un sitio de caos permanente que altera derechos ciudadanos y complica hasta la salud de impacientes ciudadanos que deben lidiar diariamente con gran cantidad de comerciantes callejeros, formales unos pocos, informales la mayoría, que han ocupado el espacio público de los viandantes desplazándolos a las calzadas.
Hay autoridades municipales que eluden este tema, pero lo hacen de manera superficial, porque realmente es uno de los más complejos y que merece soluciones estructurales para devolver comodidad y seguridad a las personas, cuando transitan por las calles de la ciudad y que ahora lo hacen, fuera de las aceras y en competencia con los vehículos.
Ordenanzas más, circulares menos, advertencias al por mayor, pero además la vigencia de un "impuesto" que significa ingresos al municipio, a costa de molestar y poner en riesgo la integridad física de peatones, incluyendo niños o gente de la tercera edad, que trajinan dificultosamente por las aceras ocupadas por puestos de toda suerte de comerciantes.
Toda la gestión pasada se han formulado reclamos airados por parte de la población, han intervenido las juntas vecinales, lo han hecho algunas organizaciones cívicas y hasta lo han hecho algunos gremiales, protestando justamente por el avasallamiento de espacios públicos e irónicamente compitiendo con "extensiones" de almaceneros que venden en las calles y no en el interior de sus negocios, calificado el asunto como "superposiciones" a los negocios, desconociendo que los primeros infractores son los que "alargan" sus tiendas hacia las aceras. Irónica incongruencia, por mostrar la infracción en dos palabras.
El pasado año fue de muchos reclamos de la población en general, pero especialmente de la vecindad próxima a los mercados, por el inusitado crecimiento de los puestos callejeros que se instalan allí donde creen que se trata de una buena ubicación para captar clientes al paso, sin tomar en cuenta que atentan contra el derecho de la propiedad privada de domicilios y disponen atrabiliariamente del espacio público en las aceras que sólo debería ser de dominio de transeúntes.
La población "de a pie" observa perpleja esta abusiva actitud de comerciantes y gremiales, pero también de autoridades legislativas municipales que no dedican atención a este tema de enorme importancia para devolverle a Oruro, la condición de "ciudad organizada y limpia" que era envidia de los vecinos, hace algunos años, hoy es una vergüenza nacional, al punto que algún comentario "oriental" señala que "la ciudad de Oruro, es un gran mercado abierto y descontrolado".
Lo evidente es que el comercio callejero ha crecido desmesuradamente, genera un rubro de ingresos al municipio y ese pago "por sitio" da derecho a comerciantes a instalar su negocio donde y como le plazca, mientras la ciudadanía se complica la vida, transitando por aceras atestadas y peligrosas calzadas, mientras concejales y asambleístas hacen muy poco por coordinar tareas y elaborar disposiciones que ordenen el tráfico urbano.
Un proyecto de orden prioritario puede ser parte importante de la solución de este mal, la construcción del Mercado Central para alojar a centenares de comerciantes irregulares, en tanto, por lo menos de oficio deberían aplicarse normativas que prohíban el uso de los espacios públicos destinados al tránsito seguro de personas. No se puede permitir que el comercio callejero siga atentando contra la ciudadanía.
Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.